domingo, 14 de junio de 2009

"Marathon Man" (John Schlesinger, 1976)


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Duración: 125 minutos
País: Estados Unidos
Guión: William Goldman a partir de su propia novela
Música: Michael Small
Fotografía: Conrad Hall
Reparto: Dustin Hoffman, Laurence Olivier, Roy Scheider, William Devane, Marthe Keller, Marc Lawrence, Fritz Weaver, Richard Bright Productora: Paramount Pictures


Nunca un título ha despistado tanto como el de esta película, pero al margen de esa curiosidad cabe destacarla como una de esas películas fascinantes de intriga y suspense que tan bien sabían hacer en los años 70's aprovechando temas como la guerra fría, los tejemanejes políticos o las actividades en secreto de los antiguos integrantes de III reich alemán. A bote pronto la relaciono con "Todos los hombres del presidente" (de aquel mismo año y también con Dustin Hoffman), "French connection", "Los últimos días del Cóndor", "La conversación", "Klute" y por motivos obvios para quien la vea con "Los chicos del Brasil".

El argumento se centra en Thomas, estudiante universitario apasionado por la marathon con un hermano, Henry (Roy Scheider) que trabaja para el gobierno infiltrado en una red de espionaje y que es quien le hace penetrar en una intriga que desconoce pero por la que queda amenazada su vida.

John Schlensinger, el director, había filmado en 1969 "Cowboy de medianoche" y posteriormente "Domingo, maldito domingo" y "El día de la langosta" y recuperó éxito y notoriedad con esta película basada en un best seller de William Goldman que él mismo adaptó para el cine. Su labor es importante en esta película por el clima de suspense que consigue y por la acertada ambientación, que permite "respirar" el ambiente de la época, un aspecto no muy valorado pero que va ganando "peso específico" con el paso de los años. También son especialmente importantes en este sentido la fotografía de Conrad Hall y la música inquietante de Michael Small.

Uno de los aciertos de esta película es la manera en que el espectador va vislumbrando los resortes argumentales y conociendo los detalles de la intriga. Inicialmente nos identificamos con el personaje de Dustin Hoffman y vamos asistiendo tan perplejos como él a las sorpresas que nos deparan las idas y venidas de los personajes. En la mejor tradición del género, el desarrollo de la película invita al espectador a ir atando cabos que en un principio parecen sueltos y sin relación unos con otros hasta que al final todo encaja.

El reparto es una de las bazas de esta película, con un imponente Laurence Olivier (Doctor Szell) que fue nominado al óscar como mejor actor secundario por su brillante y magnética presencia en la película y con unos no menos destacados Roy Scheider, William Devane y por su puesto un Dustin Hoffman en uno de los mejores momentos de su carrera que no personal (se cuenta a modo de anécdota que Laurence olivier durante el rodaje le dio algún tipo de consejo debido a su estado anímico por los trámites de divorcio de su primera mujer).

La película tiene varios momentos impactantes, pero sobretodo se destacó en su día la escena de la tortura odontológica en la que se hicieron recortes debido al impacto que provocaba en los pases de prueba y a parte yo destacaría también lo bien construidas que están escenas como la del conflicto incial entre los ancianos en coche, la pelea en la habitación de hotel o las persecuciones, todas ellas muy bien planificadas e intensas pese al uso más bien "clásico" de la cámara en contraste con las técnicas del cine actual, lo que demuestra que no mucho movimiento o velocidad son siempre la mejor opción para dar sensación de angustia y dinamismo.
A modo de curiosidad destacar que la cita "is it safe?" (=¿Están seguros?) que en el momento en que el Doctor Szell ni espectadores ni siquiera el propio Thomas sabemos a qué se refiere está considerada una de las cien más recordadas d ela historia del cine por el American Film Institute.
Una muy recomendable película de suspense.

"Millenium 1: los hombres que no amaban a las mujeres" (Niels Arden Oplev, 2009)

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País: Suecia, Dinamarca
Título original: Män som hatar kvinnor
Duración: 150 min.
Género: Thriller.
Interpretación: Michael Nyqvist (Mikael Blomkvist), Noomi Rapace (Lisbeth Salander), Lena Endre (Erika Berger), Sven-Bertil Taube (Henrik Vanger), Peter Haber (Martin Vanger), Peter Andersson (Nils Bjurman), Marika Lagercrantz (Cecilia Vanger), Ingvar Hirdwall (Dirch Frode), Björn Granath (Gustav Morell), Ewa Fröling (Harriet Vanger).
Guión: Nicolaj Arcell y Rasmus Heisterberg; basado en la novela de Stieg Larsson.
Producción: Søren Stærmose.
Música: Jacob Groth.
Fotografía: Eric Kress.
Montaje: Anne Østerud.
Diseño de producción: Niels Sejer.
Vestuario: Cilla Rörby.

De pronto este año nos han llegado dos películas de Suecia (ésta en concreto también está producida con dinero danés) que se convierten en éxito. La primera era "Déjame entrar" de Tomas Alfredson (para mi gusto una pequeña joya) y se encuentra en las antípodas estilísticas de ésta (mucho más introspectiva, peculiar y "de culto") aunque ambas comparten una puesta en escena sobria y efectiva y una cierta predilección por los primeros planos y el mimo en el tratamiento de los personajes. Reflexionando podemos pensar que este tipo de "coincidencias" quizás no lo sean, el cine europeo lleva ya un tiempo despuntando con películas que pueden competir perfectamente con lo más selecto del cine estadounidense y en concreto el cine sueco está encontrando un hueco en el panorama internacional gracias a los hermanos Alfredson, a los guiones del malogrado escritor Stieg Larsson y del director de esta primera entrega de Millenium, Niels Arden Oplev.

"Millenium" es una trilogía de tono policiaco que ha conseguido un destacadísimo éxito de ventas en todo el mundo y que se compone de esta primera historia "Los hombres que no amaban a las mujeres" y además de "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina" y "La reina en el palacio de las corrientes de aire", ambas en fase de post-producción cinematogrñafica para su lanzamiento en los próximos meses.

El telón de fondo argumental de esta primera entrega es apasionante de por sí (aunque no lo voy a revelar), quizás un poco trillado, pero me parece importante que sólo sea eso, el mecanismo argumental que "mueve" la historia y que lo verdaderamente importante sea el clima de suspense y el tratamiento que se hace de los personajes.

Esta película no sólo es un argumento de suspense, no es sólo la investigación de unos asesinatos, no es sólo un thriller criminal con unas gotitas de terror, creo que lo que la hace más interesante y lo que le da un mayor peso específico es la manera en que se presenta a los personajes y la manera en que se trasmiten sus emociones. Si muchas veces hemos dicho ya que todas las historias están contadas y que lo importante es la manera de contarlas, "Los hombres que no amaban a las mujeres" ofrece algo diferente y sólo por ello merece la pena.

Particularmente la trama argumental (por momentos cruel, inquietante y emocionante), que a buen seguro enganchará a su butaca a cualquiera que vaya a ver la película, me interesa menos que la forma en que se describe a los personajes y se hacen nuestros sus temores, sus preocupaciones, su situación personal en suma o se plasma el entorno en el que se mueven (siempre gélido y frío como el lugar en el que se centra la acción). No tanto el periodista Mikael (interpretado por Michael Nyqvist) como la fascinante Lisbeth (Extraordinaria Noomi Rapapce) consiguen que la película funcione por encima de lo media habitual en este género. Frente al estilo ya repetitivo del thriller criminal en el cine norteamericano, esta película constituye un soplo de aire fresco y es sobretodo porque los personajes "enganchan" e interesan, se hacen próximos y dignos de atención.

En cuanto a la calidad de la adaptación lo cierto es que no he leído el libro, pero las referencias que tengo es que no es literariamente muy destacado pese a su éxito de ventas y como el guión fílmico elimina en gran parte los pasajes menos acertados con lo que probablemente no disguste a los lectores.

En definitiva una película "de moda", un producto de evasión, para entretenerse,que además ofrece un planteamiento ligeramente distinto centrado en los personajes y ambientes tanto como en la trama.


martes, 9 de junio de 2009

"Terminator salvation" (McQ, 2009)



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País: USA.
Duración: 130 min.
Género: Acción, ciencia-ficción. Interpretación: Christian Bale (John Connor), Sam Worthington (Marcus Wright), Moon Bloodgood (Blair Williams), Helena Bonham Carter (Dra. Serena Kogan), Bryce Dallas Howard (Kate Connor), Anton Yelchin (Kyle Reese), Common (Barnes), Jadagrace Berry (Star), Jane Alexander (Virginia), Michael Ironside (general Ashdown), Ivan Gvera (general Losenko), Beth Bailey (Lisa).
Distribuidora: Sony Pictures Releasing de España. Banda Sonora: Danny Elfman
Estreno en España: 5 Junio 2009.



Una de las sensaciones casi unánimes que está dejando esta cuarta entrega de "Terminator" es que es espectáculo visual en estado puro, uno paga su entrada, disfruta la pirotecnia visual, se deja llevar por un argumento simplón pero entretenido y al salir del cine olvida la película, es decir, hemos definimos con ello la esencia del cine de acción actual perjeñado por los grandes estudios del otrora glorioso Hollywood y no es poco porque, seamos francos, a todos nos daba mucho miedo el director McQ, que había rodado, nada menos, que las dos entregas de "Los ángeles de Charlie" ¡¡¡Mammmma mía!!!!

El caso es que McQ sí parece que domina la cámara a la hora de impactar visualmente al espectador con las imágenes (fue lo único bueno que hizo con los "Ángeles" y en este caso véase la escena inicial como ejemplo con vistas cenitales incluidas y la sensación de un plano secuencia) y más contando con el fabuloso equipo de la Industrial Light & magic que está detrás de los efectos especiales, sin duda excelentes y muy superiores por ejemplo a aquella primera entrega de James Cameron, aunque en aquel caso poco importaba la limoná mientras hubiera chicha. En este caso hay más limoná que chicha, pero sin duda eso es mejor que la nadería de muchas producciones actuales en las que ni chicha ni limoná. Por su puesto ambas cosas donde si hubo es en ese pedazo de peliculón que es "Terminator 2" y que podría ver una y otra vez con los ojos como platos.

Lo que nos debemos preguntar es si ¿nos conformamos con un correcto director de estudio, que eso es lo que es McQ, que saca adelante una secuela sin aportar gran cosa que no sea continuar hilando los cabos sueltos de la historia de la manera más espectacular posible o pedimos más?. Seguramente el espectador de a pie, quien quiera mera evasión dirá que no sólo se basta sino que le sobra mientras que los seguidores de Cameron, los que un día fuimos reducto de apoyo de esa peli de culto que era "Terminator" diremos que más bien nos falta. Sea como fuere la película puede verse, como poco entretiene y mantiene el listón de "Terminator 3" si no lo supera.
En lo que al argumento se refiere pienso que la saga sigue manteniendo una coherencia interna y, al menos, se ha introducido una novedad argumental ambiciosa que entronca con relatos de ciencia-ficción como los de Philip K.Dick o Asimov relativos a los androides y su esencia humana y no digo más, que hay que verlo. Y además se nota un deseo por humanizar la lucha contra las máquinas que es lo que a la postre puede emocionarnos e incrementar el peso específico de películas como ésta en las que esencialmente se propone un espectáculo de acción. Christian Bale como John Connor y muy a mi pesar poco consigue meternos en canción y zarandear nuestro ánimo quizás por carencia de escenas o líneas de diálogo en las que hacerlo (aún es más grave cómo desaprovechan a Bryce Dallas Howard) y en esta ocasión el pastel se lo comen enterito entre Sam Worthington (Marcus) al que ya apuntan como el nuevo Schwarzenegger (mucho decir es eso, por cierto ¿quién dice que el Chuache no sale en esta?) y Anton "Star Trek" Ylechin (Kyle Reese). Pero....lamentablemente el argumento no "rompe" y termina recordando a multitud de películas de las que parece tomar esto o aquello (la guerra contra las máquinas de "Matrix", el desamparo postapocalíptico de "Mad Max", la aparatosidad de "Transformers") y sobretodo, uno se queda un poco como estaba con el único valor añadido respecto a entregas anteriores de saber un poquito más de la historia que nunca se nos terminó de contar.

Creo que James Cameron es un genio y no sólo por cómo filma sino porque sabe elegir muy bien qué contar y que no y cómo hacerlo. Pienso además que "Terminator" y "Terminator 2" tenían la chicha y a los que vienen detrás les queda la limoná de la lucha entre humanos y máquinas y todo consiste en hacerla más o menos gaseosa, con más o menos burbujas. La cuestión es saber si alguien se atreve a dar un paso más allá y no se ciñe sólo a la acción y sabe sobredimensionar el argumento adecuadamente con fuerza dramática o una verdadera atmósfera de terror que es lo que hizo Cameron. McQ y en la entrega anterior Jonathan Mostow se han quedado cerca pero sin conseguirlo.

domingo, 7 de junio de 2009

“Nacida libre” (James Hill, 1966)

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Título original: Born free
Productores: Sam Jaffe, Paul B. Radin
Fotografía: Kenneth Talbot
Guión: Lester Cole basado en el libro de Joy Adamson
Banda sonora: John Barry
Interpretes: Virginia McKenna, Bill Travers, Geoffrey Keen, Peter Lukoye, Omar Chambati




Película imprescindible para los amantes de la naturaleza y los documentales basada en la historia real de la naturalista austriaca Joy Adamson (1910-1980) que crió a la leona Elsa primero en un parque de Nairobi (Kenia) y después devolvió a la selva.

La película gozó de una notable popularidad en 1966, cuando ganó los óscars correspondientes a mejor banda sonora (John Barry) y canción (John Barry, interpretada por Matt Monro). Aquel fue el año de “Un hombre para la eternidad”, ¿Quién teme a Virginia Wolf?”, “Grand Prix”, “El Yang-Tsé en llamas”, “En bandeja de plata”, “Un hombre y una mujer” o “Viaje alucinante” pero sin duda la melodía principal de John Barry para esta película se convirtió en uno los testamentos imperecederos del cine der aquel año. De hecho hoy es un clásico indiscutible de la música cinematográfica y tendría influencia melódica en la banda sonora del propio Barry para “Memorias de África” (1985). Escuchar “Born free” interpretada por Matt Monro hoy en día sigue poniendo los pelos como escarpias y sin duda es una de mis melodías favoritas, escucharla una sola vez hace que resuene en la cabeza y nunca se olvide.

Argumentalmente “Nacida libre” es bastante sencilla y una película de las que denominaríamos “para toda la familia”. Simplemente trata de cómo un matrimonio de naturalistas (George y Joy) cuidan a una leona, Elsa, desde que se hacen a su cargo, puesto que George se dedica a matar leones “cazahombres” y ha matado a sus padres, hasta que tienen que regresar a Inglaterra y deben dejar libre a Elsa o enviarla a un zoológico. Pese a esa simplicidad lo importante en esta película son otras cosas: el mensaje que trasmite, el hecho de que sea una historia basada en hechos reales, el impacto emocional que provoca en el espectador y la belleza natural que permite contemplar en su día desde la butaca de una cine y en la actualidad desde el salón de tu casa.

Sin duda es una de esas películas imprescindibles que hay que ver al menos una vez, aunque lo cierto es que ha sido escasamente emitida por las televisiones, quizás porque no es lo que hoy consideraríamos un producto de “prime time” o de gran audiencia. Una pena que ese tipo de índices se impongan de esa manera. Al menos a los que nos gusta este tipo de películas y los documentales naturalistas nos queda la 2. A mi entender esta película, prácticamente olvidada salvo por el tema principal de John Barry, ha quedado injustamente arrinconada y sería conveniente recuperarla (me ha costado muchísimo encontrar referencias).

El dilema moral que plantea es la conveniencia o no de criar a animales salvajes si después no va a poderse hacer cargo de ellos o no van a mantenerse en cautividad. La conclusión es quien ha nacido libre tiene el derecho de ser libre.

La película se basa en un libro con el mismo título que escribió Joy Adamson en 1960
sobre la leona Elsa y su principal mérito consiste en transmitir de una manera amable y profundamente melancólica la relación entre el matrimonio protagonista y la leona, transportando a África al espectador con magníficas imágenes llenas de belleza que hoy siguen poseyendo la misma fuerza que en su día pese a que las técnicas documentales han mejorado mucho.

Los dos actores, Virginia MacKenna y Bill Travers, hicieron el papel de sus vidas y son parte importante de la capacidad que tiene esta película para emocionar y hacerse cercana al espectador, que probablemente era lo que más interesaba al equipo de producción. Ella fue nominada como mejor actriz a los Globos de oro y contibuye esencialmente a que la película tenga la fuerza sentimental que posee.

La filmación se entiende que debió llevar su tiempo y que la labor en la sala de montaje debió ser complicada para solucionar muchas tomas. No hay en cualquier caso escenas de elaboración compleja y casi todos los momentos “peliagudos” con animales se resuelven con un plano contra plano, pero por lo general y gracias a leones amaestrados el director opta por planos generales y una cámara dinámica que sigue a los personajes o animales por los parajes naturales sacando todo el partido visual a los mismos.

La narración de la historia es plácida y serena aunque se incluyen leves quiebros dramáticos y cómicos para que el interés se mantenga a los largo de la hora y media que dura. Todo está muy ajustado, la película dura el tiempo adecuado y los acontecimientos nos van llevando magníficamente acompañados de la banda sonora hacia un final melancólico como pocos que consigue la perfección lo que pretendía esta película: dejarnos con ganas de más y remover nuestra conciencia.

En definitiva una película que hay que ver y que no debería caer en el olvido ni aún cuando hoy queda desplazada al mundillo naturalista. No sólo importan sus imágenes o su espíritu ecologista, también aporta una poderosa sensación de melancolía que explosiona en emoción y en conciencia natural, algo que parece más propio de los 60’s y 70’s y que nunca debería perder su protagonismo ni aun cuando hoy en las películas buscamos algo diferente.