jueves, 25 de noviembre de 2010

“The town, ciudad de ladrones” (Ben Affleck, 2010)

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Título original: The town.
País: EEUU.
Género: Drama, thriller.
Reparto: Ben Affleck (Doug MacRay), Rebecca Hall (Claire Keesey), Jon Hamm (agente Adam Frawley), Jeremy Renner (James Coughlin), Blake Lively (Krista Coughlin), Pete Postlethwaite (Fergus “Fergie” Colm), Chris Cooper (Stephen MacRay), Slaine (Albert Magloan), Owen Burke (Desmond Elden), Titus Welliver (Dino Ciampa). Guión: Peter Craig, Ben Affleck y Aaron Stockard; basado en la novela “Prince of thieves” de Chuck Hogan.
Producción: Graham King y Basil Iwanyk.
Música: Harry Gregson-Williams y David Buckley.
Fotografía: Robert Elswit.
Montaje: Dylan Tichenor.
Diseño de producción: Sharon Seymour.
Vestuario: Susan Matheson.
Distribuidora: Warner Bros. Pictures International España.
Estreno en USA: 17 Septiembre 2010.
Estreno en España: 29 Octubre 2010.


Se esperaba con bastante expectación la que es la segunda película de Ben Affleck como director tras el buen debut que tuvo con “Adiós pequeña, adiós” y por los comentarios que la emparentaban con “Heat”, lo cual era decir mucho porque la película de Michael Mann es ya todo un clásico del cine criminal que aprovecho para recomendar si alguien no la ha visto (a mí cada día que pasa me gusta más y en su estreno la vi dos veces en dos semanas, cosa que he hecho en contadas ocasiones).

El caso es que Ben Affleck es un tipo que desconcierta, seguramente con más fama que aciertos en su filmografía, y capaz de dar en cualquier momento una de cal y una de arena; pero hay dos cosas que le salvan: una es su capacidad de trabajo (en apenas veinte años lleva un ritmo de casi dos películas al año) y otra es la capacidad de reírse de sí mismo, un sentido del humor que lo ha rescatado del “fango” fílmico tras bodrios como “Armageddon”, “Daredevil”, “Paycheck” o “Gigli” (alguno también incluiría “Pearl Harbour, yo no) gracias casi siempre a su amiguete Kevin Smith con títulos como “Mallrats”, “Dogma” o “Jay y Bob el silencioso contraatacan”.

Sea como fuere el caso es que Affleck es una estrella de Hollywood, pero realmente sólo hacen peso específico en su carrera un puñado escaso de películas entre las que rescataría a “Persiguiendo a Amy” (también la mejor película de Kevin Smith, con permiso de “Clerks”), “Shakespeare enamorado” y sobretodo “El indomable Will Hunting”, con la que firmó el guión que ganaría el óscar en colaboración con su coleguilla Matt Damon. Y uno intuye vista su trayectoria que su verdadera valía está tras la cámara escribiendo o dirigiendo.

Evidentemente demostró que sabía escribir guiones con “El indomable Will Hunting” y lo ha refrendado con sus dos películas como director. “Adiós pequeña adiós” fue una agradable e inesperada sorpresa en 2007 y el caso es que con esta “The town” mantiene un buen nivel. Es como si el gamberrete se pusiera de pronto serio al tener que afrontar un proyecto propio y se dedicara a temas y argumentos más profundos, de mayor calado dramático.

En esta ocasión explora uno de los barrios de Boston, la ciudad a la que hace referencia el título y nos muestra a un grupo de cacos liderados por dos amigos, Doug (Affleck) y y James (Renner), que se dedican a robar bancos, pero no estamos ante una película de acción al uso (nada tiene que ver con los títulos adrenalíticos de ahora a pesar de que sí tenga escenas visualmente muy atractivas, las de los robos, con un planteamiento similar a la ya mencionada “Heat” o a títulos de Frankenheimer como “Ronin” u “Operación Reno”, en la que participó Affleck.

El argumento, entretenido cuando menos, le posibilita a Affleck hablar de temas importantes como la forma en que condiciona el lugar donde se nace, crece y vive; lo “atrapados” que estamos a este contexto muchas veces y que nos impide mejorar nuestras vidas (me ha parecido excepcional, en relación a ello el enfrentamiento entre el personaje de Ben Affleck y el de Pete Postlehwaite, como siempre soberbio en su actuación); habla sobre la amistad (Doug y James son amigos, pero sus motivaciones son diferentes y esto resquebraja su relación y la pone en peligro); habla sobre el enfrentamiento entre los dos lados de la ley (pero no planteado como una lucha entre buenos y los malos, sino de una manera diferente que enriquece la película) y también plantea una historia romántica que se asemeja mucho a la que se nos contaba en “Heat” entre el personaje de Robert de Niro y el de Amy Brenneman.

Es decir, estamos ante un policiaco muy serio, de corte clásico, que pretende explorar ambientes, personajes y un microcosmos muy concreto, con interesantes temas de fondo, siguiendo la línea de un cine reciente de este género que ha dado bastante buenos títulos como “Infiltrados”, “La noche es nuestra”, “Miércoles de ceniza” o “Antes de que el diablo sepas que has muerto”. Y aunque, en efecto, la película da la sensación de no aportar nada esencialmente nuevo y quizás le falta un poquito de intensidad (fijaros que la historia romántica queda un poco fría), hay que reconocer que está bien construida, que se ve con interés de principio a fin y que está por encima de la media de lo habitual.

Me ha gustado especialmente el choque de actuaciones entre Ben Affleck y Jeremy Renner (está que se “sale” desde “En tierra hostil”) y es brillante la escena en la que por fin Doug le revela a James cuál quiere que sea su futuro, pero sobretodo me gusta cómo se ha desarrollado de forma coral la historia y cómo se aprovecha para explicarnos todo lo atractivo que puede tener un lugar (esas tomas aéreas, el realismo de las calles) y a su vez todo por lo que alguien como el protagonista desea marcharse (ese honor malentendido que representa Pete Postlehwaite o la violencia y el temor que se respira en las calles).

En definitiva, una película que merece la pena aunque no sea redonda y que sigue augurando un futuro interesante para Ben Affleck detrás de la cámara. Seguiremos sus pasos.

Trailer - Los viajes de Gulliver

Trailer - Las crónicas de Narnia 3

jueves, 18 de noviembre de 2010

Grandes escenas - Las gafas de dormir de Homer

“Agnosia” (Eugenio Mira, 2010)

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País: España.
Duración: 105 min.
Género: Thriller, melodrama, suspense.
Interpretación: Eduardo Noriega (Carles), Bárbara Goenaga (Joana), Félix Gómez (Vicente), Martina Gedeck (Prevert), Sergi Mateu (Prats), Jack Taylor (Meissner). Guión: Antonio Trashorras; con la colaboración de Coral Cruz y Eugenio Mira. Producción: Alvaro Augustín, M.A. Faura, Isaac Torras y Jesús de la Vega. Música: Eugenio Mira.
Fotografía: Unax Mendía.
Montaje: José Luis Romeu; con la colaboración de Gonzalo L. Gallego.
Dirección artística: Javier Alvariño.
Vestuario: Ariadna Papió.
Distribuidora: Aurum.
Estreno en España: 5 Noviembre 2010.


De auténtica pena calificaría la sensación final que me quedó tras ver esta película.

A priori la “pinta” de la misma visto el trailer era interesante, se reforzaba el interés con un título sugerente, ya que “Agnosia” es la incapacidad para reconocer estímulos previamente aprendidos y uno intuye que con ese punto de partida puede construirse un guión apasionante de suspense e intriga, muy Hitchcockiano, y por supuesto la ambientación y la presencia de Eduardo Noriega en el reparto otorgaban más puntos para ir al cine a ver la película.

Una vez vista debo reconocer mi total decepción. No sólo es que no cumple con lo que esperaba sino que tuve la sensación de que se habían desaprovechado muchas cosas en ella. La razón esencialmente es que me pareció que no acertaba con lo que se proponía.

La película se sitúa en los Pirineos primero y más tarde en la Barcelona del siglo XIX y nos muestra a un empresario (Prats), acechado por unos clientes descontentos, germanos para más señas, a quienes no quiso vender con fines militares un teleobjetivo. La hija de este rico industrial (Joana) sufre una enfermedad que le impide reconocer a quienes le rodean así que se convierte en el objetivo de los teutones para sonsacar el secreto industrial mediante un engaño en el que es crucial la figura de su prometido Carles. No cuento más por si se quiere ver la película.

El caso es que la película ofrece una lujosa ambientación, un argumento lleno de posibilidades, un conflicto industrial apasionante y también existe una historia de amor y desamor que plantea de manera solapada una reflexión sobre dos maneras de entender las relaciones hombre-mujer; pero todo esto se desperdicia en un relato que no llega a acentuar ninguna de sus posibilidades, que transcurre con una sorprendente falta de tensión y que culmina de manera desmayada sin llegarnos a atrapar en ningún momento.

Me resisto a considerarla una mala película porque acumula muchos aspectos interesantes y sobretodo tiene una atmósfera de penumbra que resulta inquietante y nunca vista hasta ahora, pero sí me parece que no se ha sabido aprovechar el potencial que se disponía y al menos yo como espectador me quedé completamente indiferente tras un desarrollo narrativo que quería arrancar y nunca lo hacía. Estoy convencido que no es eso lo que pretendían ni director, ni productores, ni guionista.

Hay momentos en la película que me parecen carentes de toda emoción cuando debería ser todo lo contrario y quizás se deba a que no se logra la intensidad precisa en la narración o que la película resulta algo confusa por momentos. El prólogo es un buen ejemplo, te mantiene en ascuas, pero resulta insulso y eso a pesar de que pasa lo que pasa. La sensación que tengo es como si hubieran pretendido situarnos frente a unos hechos apasionantes, pero no hubieran sabido transmitirnos la emoción pretendida. Pienso que hubiera sido más efectivo si hubiéramos tenido más información , quiénes son los que se citan con el empresario, por qué, qué pretenden, quién es quién, cuáles son sus motivaciones, qué ganan o pierden, etc, etc....Privarnos de tanta información juega en contra del suspense de la película aún cuando intuyo que se deseaba lo contrario y pasa lo mismo con los personajes, al menos con los de Carles, Joana y Vicente que deberían haber formado un triángulo de relaciones intensas puesto que a fin de cuentas la película es también un arrebatador drama romántico. De acuerdo que el personaje de Carles vive en la contención, pero lo que le sucede es un drama intenso y en cambio Eduardo Noriega pulula por la película con una pose absolutamente sosa y deslucida y, lo que es mucho peor, Bárbara Goenaga también, aun cuando tenía a su disposición un personaje sumamente atractivo cuya incapacidad por sí sola generaba un suspense nunca aprovechado.

Sé por algún artículo que he leído, que el guionista, Antonio Trashorras (habitual de crítico de la revista Fotogramas), estaba interesado en conseguir una mezcla de muchas influencias: literatura gótica, el folletín y el serial, el fantástico, el melodrama y el espionaje industrial y que pretendía una película a medio camino entre el suspense, el terror y el desconcierto; pero quizás es tanto ingrediente lo que impide que la película se asiente y te enganche. Ni resulta como relato de suspense, ni es terrorífica, ni te noquea emocionalmente a través de sus personajes.

Ya digo, una pena, porque los ingredientes eran francamente interesantes y la sensación que me queda es la de una película fallida.

Trailer - Sanctum (2010)

lunes, 15 de noviembre de 2010

Luis García Berlanga (1921-2010)



















Luis García Berlanga murió el pasado día 13 en Madrid a la edad de 89 años, tras un vida dedicada al cine y una filmografía envidiable que le ha convertido en uno de los mejores directores españoles de todos los tiempos.

Tras su paso por el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid y tres cortometrajes rodó junto a Juan Antonio Bardem su primera película, “Esa pareja feliz”, en 1951 en cierto modo una parodia del cine de “cartón piedra” que se estilaba por entonces y a continuación comenzó su carrera en solitario tras las cámaras con un título emblemático del cine español, “Bienvenido Mr. Marshall”, considerada una de las mejores comedias que se han hecho en este país y que revela ya las características que definen su cine.

En la renovación de los años 50 y 60 Berlanga y Bardem son los nombres clave puesto que sus películas españolizan las tendencias realistas que vive el cine europeo y aportan una nueva sensibilidad fílmica a parte de que son bien recibidas en festivales internacionales, como ocurrió con “Bienvenido Mr. Marshall”, que fue muy alabada en Cannes y se convirtió en una de las primeras películas españolas en conquistar los mercados internacionales.

El resto de su filmografía es extraordinario gracias a títulos que son ya clásicos hispanos de visión obligatoria como “Calabuch”, “Los jueves milagro”, “Plácido”, “El verdugo”, “Tamaño natural”, “La escopeta nacional” o “La vaquilla” (Y las cito porque son mis favoritas).

El cine de Berlanga se caracteriza por la facilidad para recrear microcosmos sociales típicamente hispanos en los que a través del humor, la caricatura y un punto de vista mordaz con las instituciones pero casi siempre compasivo con los personajes se critica las miserias de nuestra sociedad. Gracias precisamente al humor y la ironía, Berlanga sorteó las dificultades que le puso la censura franquista y supo hacer visibles muchos de los males de la idiosincrasia española sin resultar molesto en exceso, cosa que se nota en películas como “Plácido”, aunque con “El verdugo” la conveniencia de su cine se puso en duda y no trabajó con plena libertad ya hasta la muerte de Franco en 1975. Más tarde siguió con su espíritu crítico con obras como “La escopeta nacional” o “Todos a la cárcel” que ponen en solfa actitudes de regímenes políticos completamente opuestos demostrando que su cine no era de un signo político sino más bien de un bando ético y moral.

Esencialmente la fuerza del cine de Berlanga radica en su capacidad para hablar de asuntos que son serios, pero que están siempre tamizados por un punzante sentido del humor, casi siempre mordaz y satírico. Los personajes que pululan por sus películas conmueven y te hacen reír, pero a la vez son un muestrario de los males sociales y a través de ellos es posible reconocer incluso momentos concretos de la sociedad española con sus vergüenzas al aire.

Ver una película de Berlanga no deja indiferente y crea en ti como espectador la sensación de que director y guionista te toman por alguien inteligente, capaz de ver más allá de la sorna que tienen sus argumentos. Esa sensación se incrementa cuando entra en escena Rafael Azcona como guionista de sus películas ya que la ternura que emana de los argumentos de sus primeros títulos se transforma en un humor negro que en el fondo es despiadado. Así sucede para al que muchos es su mejor película, “El verdugo”, un alegato contra la pena de muerte que filmó en plena época franquista y que la censura quiso enmascarar sin conseguirlo.

A nivel estilístico Berlanga utiliza admirablemente el plano secuencia, cosa que destaca en los títulos que hizo tras la etapa franquista, casi todo ellos comedias corales de crítica costumbrista muy divertidas como la trilogía de la escopeta nacional, “La vaquilla” o “Todos a la cárcel”, por la que ganó un buen puñado de Goyas (no me parece su mejor película, pero supuso el particular homenaje de la Academia española a uno de sus mejores creadores).

Y antes de repasar su obra, comentar a modo de curiosidad que su “marca de la casa” es que en sus películas siempre hay un personaje que cita al imperio austrohúngaro.

Berlanga, descansa en paz y gracias por tu cine.

Cortometrajes

- Tres cantos (1948).
- Paseo por una guerra antigua (1948) (codirigido con Juan Antonio Bardem, Florentino Soria y Agustín Navarro).
- El circo (1949).
- Se vende un tranvía (1959). Cortometraje para TV
- El sueño de la maestra (2002). Cortometraje.

Largometrajes

- Esa pareja feliz (1951). Codirigida con Juan Antonio Bardem.
- Bienvenido, Mister Marshall (1953) *****
- Novio a la vista (1954)
- Calabuch (1956) ****
- Los jueves, milagro (1957) ****
- Plácido (1961) *****
- Las cuatro verdades ("Les quatre vérités", 1963), episodio La muerte y el leñador.
- El verdugo (1963) *****
- Las pirañas (La boutique, 1967). Coproducida con Argentina.
- ¡Vivan los novios! (1969).
- Tamaño natural ("Grandeur nature", 1974) ****
- La escopeta nacional (1977) ***
- Patrimonio nacional (1981).
- Nacional III (1982).
- La vaquilla (1985) ****
- Moros y cristianos (1987).
- Todos a la cárcel (1993) ***
- París Tombuctú (1999) ***

TV

- Blasco Ibáñez, la novela de su vida (para televisión, 1997).
- Villarriba y Villabajo (1994) Fue el creador de la serie

viernes, 5 de noviembre de 2010

“El bosque animado” (José Luis Cuerda, 1987)

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País: España
Duración: 108 min
Guión. Rafael Azcona y José Luis Cuerda basado en la novela de Wenceslao Fernández Flórez
Música: José Nieto
Montaje: Juan Ignacio San Mateo
Director Artístico: Félix Murcia
Fotografía: Javier Aguirresarobe
Reparto: Alfredo Landa (Malvís, Fendetestas), Miguel Rellán (Fiz de Cotobelo), Fernando Valverde (Geraldo), Alejandra Grepi (Hermelinda), Encarna Paso (Juanita Arruallo), Amparo Baró (Amelia Roade), Alicia Hermida (Gloria Roade), María Isbert, Luis Ciges (Manolo, “tolo de Vos”), Paca Gabaldón, Fernando Rey (Señor D’Abondo), Manuel Alexandre (Roque Freire), Antonio Gamero (Cabo da Garda Civil), Alicia Agut, Alicia Sánchez (aldeana), Luma Gómez (Marica da Fame), Laura Cisneros (Pilara), José Esteban Jr. (Fuco), María Isbert (Moucha),
Produtor: Eduardo Ducay
Productora: Classic Films Producción con participación de Televisión Española, S.A.


jueves, 4 de noviembre de 2010

“Yo, Claudio” (1976)















OBRA MAESTRA
Título original: “I, Claudius”
Duración: 13 episodios, 650 minutos
País: Gran Bretaña
Director: Herbert Wise
Guión: Jack Pullman, Robert Graves (Novela: Robert Graves)
Música: Harry Rabinowitz
Reparto: Derek Jacobi (Claudio), Ashley Knight (Claudio niño), Sian Phillips (Livia), Brian Blessed (Octavio Augusto), John Hurt (Calígula), George Baker (Tiberio), Patrick Stewart (Sejano), James Faulkner (Herodes Agripa), Ian Ogilvy (Druso), Frances White (Julia), John Paul (Agripa), John Rhys-Davies (Macro), Freda Dowie (Cesonia), Fiona Walker (Agripina la Mayor), Sheila White (Mesalina), Bernard Hepton (Palas), Margaret Tyzack (Antonia), David Robb (Germánico), Patricia Quinn (Livila), Robert Morgan (Calígula de Niño), Christopher Biggins (Nerón), John Castle (Póstumo), Kevin McNally (Cástor), Christopher Guard (Marcelo), John Cater (Narciso), Beth Morris (Drusila), Barbara Young (Agripina la Menor), Simon MacCorkindale (Lucio), Sheila Ruskin (Vipsania), Jo Rowbottom (Calpurnia), Denis Carey (Tito Livio)
Productora: BBC / London Film Productions
Género: drama, histórico

Parece mentira, pero pese a todo lo que siempre había oído y leído sobre esta serie no la había visto hasta ahora, lo cual demuestra como el tiempo de ocio nunca es suficiente para disfrutar de todo lo que merece la pena ver (no digamos ya leer, que se necesitarían varias vidas, lo propongo desde ya).

El caso es que los lectores del periódico La Vanguardia la eligieron en 1999 como mejor serie del siglo XX, figura en varias publicaciones especializadas como una de las mejores miniseries de todos los tiempos, en la encuesta que hicimos hace algún tiempo en Vianews quedó entre los cinco mejores dramas (http://www.via-news.es/index.php/series/206-ranking-definitivo-de-series-de-tv), en su día ganó tres Emmys, cuatro premios BAFTA y cosechó numerosos premios tanto para la producción en sí como para el fabuloso elenco de actores que intervinieron en ella.

La serie la produjo la BBC en 1976 para celebrar su cuarenta aniversario y es una adaptación en formato televisivo guionizada por Jack Pullman de las dos novelas sobre el Imperio Romano, best sellers mundiales, que escribió el británico Robert Graves en 1934 tituladas “Yo, Claudio” (I Claudius) y “Claudio, el dios, y su esposa Mesalina”.

En España fue estrenada en 1978 logrando un tremendo impacto popular en un momento en que las producciones de la BBC tenían amplía y gran acogida en Televisión Española.

Consta de trece episodios que tratan sobre la vida política en Roma centrándose en la dinastía Julio-Claudia y concretamente en el periodo entre el mandato de Octavio Augusto y la llegada al poder de Nerón, repasando la época de los emperadores Augusto, Tiberio, Calígula y Claudio. Aunque es historia novelada e introduce aspectos ficticios los sucesos narrados, los acontecimientos que se nos cuentan son reales, de ahí que la serie tenga un especial interés histórico. Esencialmente Graves inventó la narración de Claudio, a través de cuyos ojos e impresiones conocemos los hechos, pero sea como fuere todo lo que se nos cuenta destripa las corruptelas del poder y puede considerarse una versión de los hechos altamente probable. Es decir, no hay constancia de que muchos de los acontecimientos que se cuentan ocurrieran así, pero responden muy bien a lo que pudo ocurrir en realidad, parecen verosímiles.





Creo que es muy interesante ver la serie por lo ya comentado y puede complementarse con el visionado previo de otra serie magnífica como es “Roma” que se centra con una intención similar aunque un estilo completamente diferente los años previos a lo que se narra en “Yo Claudio” logrando de ese modo una visión de conjunto de toda una época.

En cualquier caso hay que advertir que “Yo, Claudio” es tan brillante como exigente y no por sus complejidades argumentales, que también las tiene, sino porque es una serie que pertenece en cierto modo a otro tiempo, a otra sensibilidad, a un mundo y una sensibilidad artística completamente distinta y me explico. Hoy en día estamos acostumbrados a un ritmo audiovisual muy vivo, se nos ha acostumbrado a un elevado número de planos por minuto, a series en las que siempre ocurre algo relevante y significativo en pantalla y si no se pasa a otra escena, a ritmos narrativos muy vivos. Las nuevas generaciones demandan episodios de unos cuarenta minutos en los que no hay un momento de respiro, apenas hay silencios, miradas o gestos sin palabras, pero “Yo, Claudio” ofrece algo completamente distinto. Hay que asumir para verla que el tratamiento es más literario, esencialmente teatral, siempre rodada en interiores (una seña de identidad que le funcionó muy bien a la BBC durante bastantes años y que no es una pega, la ambientación es magnífica y uno parece viajar en el tiempo); la palabra, el diálogo y las actuaciones de los intérpretes son lo verdaderamente importante y cada escena se toma su tiempo y saca todo el jugo posible de lo que pretende dar a entender, es decir, se trata de lo que hoy en día se consideraría una serie “lenta”, lo cual en este caso y a mi parecer no es una pega, sino todo lo contrario y hay que saber apreciar también lo que nos ofrece.

El personaje principal es Claudio, el nieto de Marco Antonio (imponente Derek Jacobi que se hizo mundialmente famoso gracias a esta serie y firmó el papel de su vida) que nos narra desde su vejez la verdadera historia de su época para que no se pierda en el olvido. Debido a su poliomelitis, tartamudez, sordera y a los tics que le afectan están considerado un inepto por su familia, pero en realidad es un espíritu inquieto, un historiador concienzudo y una persona mesurada que gracias a su inteligencia logra sobrevivir a todas las corruptelas (muchas) del Imperio mientras mueren los que le rodean.

La serie hace un despliegue impresionante de personajes y resulta apasionante gracias a las “serpientes” que se ocultan tras las apariencias y que manejan los destinos de Roma como Livia (monumental Sian Phillips, una de las malas más malas que se han visto nunca), Sejano (jovencísimo Patrick Stewart, el actor insignia de las nuevas generaciones de Star Trek), Calígula (escalofriante John Hurt), Mesalina (turbadora y terrible Sheila White) o el propio Nerón. Sin duda la exposición de las intrigas, la forma en que Claudio nos va desgranando el rosario de ambiciones, traiciones y “puñaladas” es magnífica y poca veces se ha logrado exponer con tanta clarividencia un microcosmos tan tupido y enrevesado como el de la Roma imperial.

Tienen mucha culpa de la serie, a parte del fabuloso guión, claro, los actores, casi todos con una sólida formación shakespereana y habituales en el teatro inglés que por sí sólos atrapan la atención y provocan el máximo interés en la serie. Derek Jacobi en su papel de Claudio ejemplifica la nobleza y la inteligencia y empatiza de inmediato con el espectador, que sufre con él el cúmulo de injusticias que padece en silencio para sobrevivir y por ejemplo Brian Blessed está “enorme” como Octavio Augusto, tanto que su muerte provoca un auténtico “vacío” en la serie que tarde en “llenarse” gracias a una interpretación tan soberbia que parece irradiar luz propia. No obstante no son los personajes positivos el plato fuerte de la función y menos tratándose de una tragedia clásica en la que el veneno y la sangre están a la orden del día. El desglose de actores magníficos en el bando de los “malos” es sencillamente espectacular y cuesta elegir a los más destacados, pero quiero recalcar la brillantez de John Hurt como Calígula y de Sian Phillips como Livia porque resultan ciertamente estremecedores.

En definitiva, una serie que hoy en día cuesta un poquito cogerle el punto porque hay que desligarse en cierto modo del tipo de visionado al que estamos acostumbrados, pero que posee un encanto propio, un estilo distintivo y que termina enganchando por completo una vez asimilada su forma de expresión. Desde luego es una de las mejores series de televisión y merece mucho la pena. No os la perdais.








miércoles, 3 de noviembre de 2010

Cortometrajes - Harvey Krumpet (Adam Elliot, 2001)

“Mary and Max” (Adam Elliot, 2009)

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Título original: Mary and Max
País: Australia
Estreno en USA: 25/09/2009
Productora: Melodrama Pictures
Música: Dale Cornelius
Guión: Adam Elliot
Reparto: (Voces de) Philip Seymour Hoffman, Toni Collette, Eric Bana, Renée Geyer, Ian ‘Molly’ Meldrum, Julie Forsyth, John Flaus, Barry Humphries.





Esta es la historia de una casualidad porque navegando por internet por las webs en las que suelo buscar información cinematográfica me topé con esta película a la que ponían francamente bien, de hecho como una de las mejores películas de 2009. ¿Pero qué es esto? ¿De dónde ha salido? ¿Se ha estrenado en España? Sé que se presentó en Sitges, que ganó uno de los premios más importantes de la animación mundial (Annency), que obtuvo aplausos en el Festival de Berlín por un lado y en el de Sundance por otro, pero su distribución ha sido nula, seguramente porque aún hay muchos prejuicios en España con el cine de animación de gente que piensa que una película de animación que no es para niños va a tener poca taquilla y lo malo es que puede que sea verdad.

El caso es que esta es la típica película que o te la recomiendan y rastreas su pista o te la pierdes, porque apenas se ha publicitado, apenas hay noticias o reseñas de ella y, salvo que me equivoque, creo que no ha llegado a estrenarse en España. Bendito internet oiga, como dijo una vez Eduard Punset, “No se le pueden poner puertas al mar” ¿Cómo accederíamos a películas como ésta si internet no fuera lo que es?

Se trata de la primera película de Adam Elliot, un animador australiano que trabaja con plastilina y que ganó un óscar por su corto Harvie Krumpet. Y ahora aconsejo que nadie piense “Ah, bueno, una película de muñecotes de plastilina”, sería un error, la película merece y mucho la pena y tampoco hay que pensar sobre ella que es para niños porque precisamente es al revés.

El argumento trata sobre una niña feucha y gafotas de ocho años llamada Mary que vive en Melbourne con una madre alcohólica y Max, un hombre judío de 44 años que parece mayor, orondo que vive en Nueva York y tiende a la soledad y al aislamiento debido a su síndrome de Asperger. Por pura casualidad y a causa del deseo irrefrenable de encontrar un amigo, aunque sea a distancia, a través del intercambio epistolar, Mary contacta con Max y comienzan a escribirse llegando a desarrollar una hermosa amistad.

Así contado puede parecer que tiene un argumento incluso ñoño, pero garantizo que el argumento no lo es. Desde luego no es una película para niños, habla sobre amistad, pero también sobre frustraciones, complejos, depresión y aunque destaca por su humor negro posee un profundo poso agridulce y melancólico que por momentos te entristece, aunque la lectura final es positiva, esperanzadora en cierto modo, aunque también realista y para nada edulcorada. Por así decirlo está en las antípodas expresivas y estilísticas de las antiguas producciones Disney.
















La animación de la película está hecha con la técnica de la stop motion y con plastilina (lo que se denomina en inglés Claymation) y por buscarle un cierto parentesco reciente podríamos remitir a “Wallace y Gromit” o a “Evasión en la granja”, pero todo lo que en aquellas era colorista o divertido, en esta película se convierte en gris e irónico. Por supuesto podemos sonreír en muchas ocasiones, incluso con hechos tan poco cómicos como el alcoholismo de la madre o las tendencias suicidas de algún personaje, pero uno siempre regresa a la mirada tierna y compasiva ante unos personajes que realmente las están pasando canutas, por mucho que sean de plastilina y nos animen la tarde. Tampoco quiero dar la impresión con todo esto de que la película sea dura o pesada, para nada, pero hay que ser conscientes que es una película seria y adulta con una apariencia distinta. El cine de animación hace mucho que dejó de ser exclusivamente para tiernos infantes.

Por supuesto lo que es la animación en sí es ya un trabajo magnífico (con tendencia cromática hacia los grises y marrones, lo cual más que algo importante es una seña plástica de identidad que nos crea de por sí un cierto estado de ánimo), pero además se ha hecho un trabajo imponente con el guión. A base de las cartas que se van enviando los personajes llegamos a conocerlos y a descubrir sus singularidades. Ambos son la radiografía de los “perdedores” (nunca me ha gustado este calificativo, creo que es injusto y muy superficial, pero seguro que se me entiende), personas apartadas de la sociedad y que se sienten inferiores al resto y poco útiles, pero amparados por la distancia y el intercambio de las cartas encuentran un vehículo para conocerse y sacar lo mejor de sí mismos (ojo porque el texto en ellas resulta impactante en más de un momento y enternece casi siempre).

Indudablemente todos pasamos por estados de ánimos más bajos, depresiones y malos momentos por lo que es fácil identificarse y lograr una relación de empatía con los personajes, máxime cuando al ser exageraciones siempre quedan mucho peor de lo que hayamos podido estar y sirven para relativizar nuestros propios problemas. Pienso que en ese sentido la película es especialmente generosa porque regala un soplo de esperanza y la convicción de que hay siempre alguien con quien se pueda conectar.

Una vez vista me encontré reflexionando mucho sobre ella y ligeramente emocionado. Hay que tener el corazón de esparto para que el argumento y los personajes no te conmuevan y desde luego su moraleja final es una gran verdad: “Dios nos dio familiares, gracias a Dios, que podemos elegir a nuestros amigos” y también lo es que hay película cuyo peso específico es mayor que su repercusión y ésta es una de ellas.

Nunca la plastilina había conmovido tanto.

martes, 2 de noviembre de 2010

Trailers de "Skyline"



Trailer de "Unknown"

Trailer de "Rabbit hole"

“La red social” (David Fincher, 2010)

*****
Título original: The social network.
País: EEUU.
Duración: 122 min.
Género: Drama.
Reparto: Jesse Eisenberg (Mark Zuckerberg), Andrew Garfield (Eduardo Saverin), Justin Timberlake (Sean Parker), Armie Hammer (Cameron Winklevoss/Tyler Winklevoss), Max Minghella (Divya Narendra), Rooney Mara (Erica), Rashida Jones (Marylin Delpy).
Guión: Aaron Sorkin; basado en el libro “Multimillonarios por accidente” de Ben Mezrich.
Producción: Dana Brunetti, Ceán Chaffin, Michael De Luca y Scott Rudin.
Música: Trent Reznor y Atticus Ross.
Fotografía: Jeff Cronenweth.
Montaje: Kirk Baxter y Angus Wall.
Diseño de producción: Donald Graham Burt.
Vestuario: Jacqueline West.
Distribuidora: Sony Pictures Releasing de España.
Estreno en USA: 1 Octubre 2010.
Estreno en España: 15 Octubre 2010.


Sin duda estamos ante una de las películas más brillantes del presente año, una de las mejores películas de David Fincher y muchos la consideran una película representativa de una década, de un tiempo, de una realidad concreta, casi nada al aparato y todo cierto, pero conviene precisarlo.

“La red social” es ante todo un proyecto inteligente, sobredimensionado por el tema que trata y resulta una película que da pie a mares de tinta por todo lo que significa ya que no genera debates únicamente por sus valores puramente cinematográficos sino más bien porque expone el nacimiento de algo que forma parte de nuestra historia aunque sea actual, las redes sociales y obliga a tomar partido, a tener una opinión, a informarse si no se conocen o a profundizar en ellas.

Antes de profundizar en sensaciones y apreciaciones puramente fílmicas yo diría que es una película peculiar en esencia, por lo que es, por cómo está hecha, por su planteamiento y por lo que cuenta.

La primera peculiaridad de la que me gustaría hablar tiene que ver con nuestro conocimiento y acceso a ella. Preguntaros por un momento ¿Cuándo oísteis hablar de esta película por primera vez? ¿A quién? ¿En qué circunstancias? ¿Sabéis que son las redes sociales? Lanzo al aire todas estas preguntas no con interés de conocer una respuesta sino para reflexionar sobre la forma en que esta película llega a nosotros. Se rompe en cierto modo el sistema tradicional de distribución. Sigue habiendo un trailer, sigue habiendo cartel que anuncia la película y los productores siguen jugando con las expectativas de los espectador potenciales mediante recursos tradicionales como los mencionados, pero más que nunca en esta ocasión los resortes comerciales y artísticos son otros. Esta vez ¿a quién puede interesar lo que parece un drama juvenil sobre internet? La respuesta, es evidente, a quienes conocen las redes sociales, mayoritariamente jóvenes y con acceso a internet. Evidente, sí, pero implica un cambio radical porque los que contagiarán el interés al resto de espectadores somos, más que los críticos, los blogueros, los propios usuarios de las redes sociales; ello implica un cambio de estructuras industriales, un cambio generacional, un cambio sistémico a gran escala....que está relacionado con el propio cambio social que van a generar las redes sociales en nuestras vidas.

Pensemos sobre ello, quien deseó estar siempre al día, avanzar con el signo de los tiempos ya no lo logra si no tiene a mano su iphone, su acceso a internet y participa en una red social y por ello estamos ante una película trascendente, que no trata un tema cualquiera, que no es baladí, sino la puerta de entrada a una nueva dimensión, a una nueva realidad y a un nuevo mundo, es ciencia-ficción en el presente o así lo habría entendido cualquier persona que viviendo en el siglo XX hubiera visto por un agujerito o en una bola de cristal este 2010 con facebook y las redes sociales. Como espectador, ya de entrada, perteneces o no a ese nuevo mundo del que habla la película, así que te sitúas ya en una posición concreta, no accedes a ella como accederías a cualquier otra y esto, sin duda, condiciona tu capacidad de disfrute de la misma o el peso específico que el argumento te puede aportar. Por así decirlo, si no tienes ni idea de qué es facebook o una red social, de pronto te cae encima una losa de realidad, te surgen mil dudas, mil preguntas y la temática te encorre, te “sopla en la nuca” para que tomes partido y tengas una opinión. En conclusión, la película no te puede dejar indiferente en ningún caso.

Además “La red social” es peculiar por otras razones y me voy a centrar en las fílmicas porque creo que ya se entiende con lo expuesto que las sociológicas dan pie para ensayos larguísimos o artículos de revistas y periódicos incluso, que no tienen nada que ver con lo que hacemos por aquí.

Principalmente si digo que la película es peculiar en gran parte lo digo porque el argumento, el asunto central, el nacimiento de Facebook no parece dar para mucho y en cambio ha resultado todo lo contrario. La verdad es que David Fincher se ha superado a sí mismo aunque tenía ya un cierto halo de director todoterreno, capaz de llevar a cabo cualquier proyecto: rodó con bajísimo presupuesto pero con más que aceptables resultados la tercera parte de Alien; impactó con “Seven”, “The game” y “El club de la lucha”, no tanto con “La habitación del pánico” especializándose en argumentos capaz de dejar al público noqueado con sus “sorpresas”; maravilló a la crítica con un thriller despiadado y algo farragoso pero fascinante como es “Zodiac” y estuvo a punto de ganar el óscar por una historia en principio inverosímil pero llena de emotividad como “El curioso caso de Benjamín Button”. Ahora con “La red social” ha alcanzado la madurez tras la cámara, muchos críticos consideran que puede ganar el óscar a mejor director y la película suena como contrincante de “Origen” en estos premios, aunque es de suponer que habrá más títulos a tener en cuenta.

El caso es que “La red social” es un insólito caso de alquimia fílmica, por así decirlo, Fincher ha logrado dar forma a un material que parecía poco maleable, poco útil para crear una ficción que conecte con el público y lo ha convertido en oro, con uin desarrollo intenso y absorbente. Uno sabe desde la primera escena (magnífica, luego la comento) que está ante una película especial, distinta a cualquier otra, pero muy interesante en la que nos topamos con un tipo apasionante (una persona real, Mark Zuckerberg, coetánea a nosotros, el multimillonario más joven del mundo) y lo es no porque nos caiga simpático o porque empatice al instante con nosotros (otro acierto, ¡¡mira que es difícil no empatizar con un actor como Jesse Eisenberg, compárese su interpretación con “Bienvenidos a Zombieland”!!!) sino porque su historia, la que se nos cuenta define gran parte de la cultura de la primera década del siglo XXI.

Creo que es muy importante resaltar que no estamos ante un biopic ni ante un drama biográfico. Desde luego ni se nos cuenta la vida de Eisenberg ni se intenta emocionarnos con nada de lo que le sucede (fijaros que Fincher no pierde demasiado tiempo en que entendamos a los personajes o que compartamos lo que sienten, a menudo esto se refleja en diálogos o primeros planos breves con los que no se llega a establecer del todo una conexión emocional, razón quizás por la que la película es emotivamente más bien fría). En realidad lo que hace David Fincher es introducirnos en un ambiente, junto a unos personajes, en los que tiene lugar una explosión creativa trascendente que conlleva una serie de consecuencias. Pienso que le importa más la descripción del conjunto de los acontecimientos que explicar por qué ocurren o qué efecto tienen, aunque el maravilloso guión de Aarón Sorkin (“El ala oeste de la casa blanca”) trata de conseguir todo ello.

A lo largo de la película vemos qué es lo que hace que Mark Zuckerberg “invente” Facebook, cómo saca el proyecto adelante, qué problemas tiene, como evoluciona y crece primero la idea y después el proyecto hasta ser lo que es hoy, una red social formada por millones de personas. Con ello se retrata el mundillo de la Universidad de Harvard y a sus habitantes, se explora la génesis de cualquier proyecto empresarial en el mundo que vivimos y se enfrenta a diversos personajes con motivaciones y formas de pensar distintas, casi siempre marcadas por la ambición. Más que sobre personas y de una forma algo irónica tratándose de un argumento sobre la mayor de las redes sociales, la película habla sobre ambientes, sobre un microcosmos muy concreto de universitarios, tiburones empresariales y frikies informáticos, sobre tiras y aflojas comerciales y judiciales. En esa tarea descriptiva, Fincher está soberbio y logra que el espectador no sólo participe de ese mundo sino que penetre literalmente en él (me parecen fantásticas en concreto todas las tomas en la Universidad y el colegio mayor, se podría decir que es como si estuviéramos dentro aunque en general todos los ambientes están logradísimos).

Tanto el guión como el argumento y el propio desarrollo resultan complejos. Un buen consejo es que si vas a ver la película no pierdas la atención ni un segundo, todo resulta importante, hay muchos detalles en los diálogos que dejan entrever aspectos de la situación y características de los personajes y no siempre es fácil seguir la narración porque Fincher salta atrás y adelante en el tiempo conectando pasado y presente, la génesis de facebook y dos litigios a los que tuvo que hacer frente Zuckerberg (y aunque hablo en pasado estamos hablando del ¿2006? ¿2008?). Un buen ejemplo de ello es la primera escena, toda una declaración de intenciones sobre qué va a ser la película y la clave estilística de la misma. Zuckerberg se encuentra hablando con su pareja en un bar mientras beben. La conversación destapa una crisis sentimental que terminará siendo el motor que engendrará la idea de un facebook a pequeña escala, pero no se trata de un diálogo al uso, Zuckerberg sostiene varios temas a la vez, crispando los nervios de la chica, que es mona, pero también un cerebrito (me refiero a que no se “perdería” con una conversación compleja con varios sentidos o niveles). La sensación que tienes como espectador es como si Zuckerberg estuviera chateando con varias ventanas, varias conversaciones a la vez en un mismo ordenador, algo que es muy “frikie”, muy propio de los que nos manejamos en internet, pero seguramente poco práctico en un cara a cara y más con una persona que demanda atención, un feedback adecuado e implicación emocional. Con una sóla escena, con un diálogo basado en primeros planos el protagonista queda descrito a la perfección y también el fondo y la forma que propone Fincher para la película.

Uno de los temas más fascinantes que propone el guión es discernir si merece la pena construir una red social para conectar a millones de personas si eres incapaz de tener y mantener a un solo amigo. ¿Es tal y como nos lo presentan Zuckerberg un visionario incomprendido o una víctima de su propia genialidad? Creo que para ello no hay una respuesta emitida desde la dirección ni desde el guión de la película, se nos invita a decidir y lo mejor es que no se asiste a un juicio sumarísimo, sólo se exponen hechos, puntos de vista y el espectador decide, en realidad el “caso” sigue abierto, facebook es real, su creador también y todo de lo que se habla en esta película sigue existiendo, aún está por ver si Zuckerberg es un héroe o un villano independientemente del resultado de los juicios a los que se enfrentó.

Sin duda la película da para mucho, parte de un guión perfecto en sí mismo y está impecablemente montada, ambientada, construida. No sé si acabará siendo la obra maestra de David Fincher, al que queda mucho cine todavía como para hacer juicios de valor precipitados, pero sin duda andará cerca, al menos desde un punto de vista crítico, valorando la película por lo que es, por su dificultad, por su acabado milimétricamente diseñado. Algo muy distinto es si “tocará” la fibra al espectador. Emotivamente ya anticipo que lo dudo, no es una película de sentimientos o emociones, no es un drama al uso, ni siquiera un drama juvenil como podríamos presumir, es algo completamente diferente y en esa peculiaridad es una película única.

No, yo no la calificaría como una obra maestra, para mí sólo lo es aquella que me conmueve interiormente, preciso que haya una conexión emotiva y “La red social” me resulta fría pese a todos sus aciertos y virtudes (creo que en el cine las preferencias de cada cual son sagradas y lo que a mí puede no parecerme una obra maestra a otra persona sí por las mismas razones); pero sin duda es una grandiosa película. Vaticino que disputará los próximos óscars con posibilidades de triunfo hasta el último momento.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Trailer de "The tourist"

Trailer de "Scream 4"

Trailer de "Next three days"

“Los ojos de Julia” (Guillem Morales, 2010)

***
País: España.
Duración: 111 min.
Género: Thriller, suspense, terror
Reparto: Belén Rueda (Julia/Sara), Lluís Homar (Isaac), Julia Gutiérrez Caba (Sra. Soledad), Pablo Derqui, Joan Dalmau (Créspulo), Francesc Orella (inspector Dimas), Boris Ruiz (Blasco), Clara Segura (Mina), Andrea Hermosa (Lía). Guión: Guillem Morales y Oriol Paulo. Producción: Mar Targarona, Joaquín Padró y Guillermo del Toro. Música: Fernando Velázquez. Fotografía: Óscar Faura. Montaje: Joan Manel Vilaseca. Dirección artística: Balter Gallart. Vestuario: María Reyes. Distribuidora: Universal Pictures International Spain. Estreno en España: 29 Octubre 2010. No recomendada para menores de 16 años.


Este fin de semana pasado se ha estrenado con notable éxito de taquilla lo último del cine de suspense y terror español, una película protagonizada por Belén Ruede que garantiza un buen rato de inquietud en la butaca.

Francamente interesante en cuanto a cine español está resultando el ya moribundo 2010, con un puñado de películas brillantes (algunas que aún no hemos visto como la esperadísima “También la lluvia”) y un amplio abanico de títulos para distintos tipos de públicos que van desde la comedia más tradicionalmente española de “Que se mueran los feos” al thriller experimental de “Buried (Enterrado)”.

Gracias precisamente a títulos como el que nos ocupa, así como a “Buried”, las dos partes de “Rec”, “Los otros”, “El orfanato”, “Frágiles”, “Abre los ojos”, “Darkness” o la primera película de Guillem Morales, “El habitante incierto”, el cine español de terror y suspense ha ganado un importante protagonismo más allá de nuestras fronteras y “Los ojos de Julia”, encargada de abrir el último festival de cine fantástico de Sitges, es un buen ejemplo de ello.

No nos encontramos ante un fenómeno casual, precisamente detrás de “Los ojos de Julia” hay una productora catalana llamada “Rodar y rodar” que es la responsable junto a Guillermo del Toro de la producción no sólo de esta película, sino también de “El orfanato” con la que por ello y por la coincidencia de la actriz protagonista se ha querido ver un cierto parentesco, aunque ya aviso que no tienen nada que ver. Por su puesto la presencia de Del Toro poniendo dinero para sacar adelante este proyecto es importante y sin duda su mecenazgo hispano será ampliamente reconocido cuando en el futuro veamos con más perspectiva el rosario de títulos de género que están siendo posibles gracias a él y de los que no hay que olvidar “El espinazo del diablo” o “El laberinto del fauno” y que hacen posible que en España pueda hablarse de cine de género y no sólo refiriéndonos a la comedia más castiza.

Belén Rueda, vuelve a ser la heroína de la función, como ya ocurría en “El orfanato” o más recientemente en “El mal ajeno” y de nuevo logra ese pequeño milagro que consiste en atrapar nuestro interés y lograr que la película funcione, que te atrape, que te encoja en la butaca del cine. Tiene algo esta actriz, llamémosle desparpajo actuando o capacidad para epatar que evita que nuestra atención se diluya incluso cuando un guión flojea y advierto que le veo a esta película una pega trascendental que puede llegar a pasar inadvertida precisamente por la química que consigue la actriz con nosotros como espectadores (SPOILER ¿Volvería alguien a donde vuelve Julia después de su operación? FIN SPOILER Desde luego yo no).

No creo que estemos concretamente ante un mal guión en esta ocasión, aunque sí que el desarrollo exige que pasemos por alto alguna cosilla que no termina de encajar, y es el personaje de Belén Rueda el que atrapa nuestro interés y no lo suelta hasta el final. En ese sentido, como película de género, como thriller de suspense y terror la película funciona a las mil maravillas garantizando a quien la vea un buen rato de inquietud y sobresaltos y, reconozcámoslo, no estamos muy habituados a ello en el cine español.

El argumento trata sobre Julia, una mujer que sufre una enfermedad degenerativa de la vista por la que va quedándose progresivamente ciega y que investiga con la ayuda de su marido Isaac la reciente muerte de su hermana gemela Sara en circunstancias que ella considera al menos “sospechosas”.
El primer tramo de película me parece muy bueno, no sólo por el clima y la atmósfera de tensión que consigue el director, sino también por cómo juega con el terror psicológico, por el protagonismo que cobran las luces y las sombras, los espacios fuera de cámara, las imágenes distorsionadas o poco claras (excepcional todo lo relativo a ese personaje al que persigue Julia y no logramos ver el rostro)...lo que imaginamos es sin duda mucho más terrible que la propia realidad y no queda claro si estamos ante un suceso con linde en lo fantástico o real.

La película va avanzando a golpe de sustos, de escenas cuando menos inquietantes (véase aquella en la que Julia entra en un vestuario de mujeres ciegas, en donde su presencia es tan inquietante como la de esa figura que siente y persigue y a la que no logra ver) siempre con la protagonista siguiendo pistas, pero de pronto la enfermedad irrumpe y nos topamos con un cambio de estilo e incluso de tratamiento argumental (genial el recurso por el que la cámara solo enfoca a Julia, ya que quedamos como espectadores tan ciegos como ella). Pienso que aunque ese giro es muy interesante e incluso necesario para que la película evolucione, a partir de él, el nivel desciende un poquito, quizás porque pasamos del terror psicológico a otro más real y también más tópico, visto en otras películas a las que fácilmente recuerda como “Sola en la oscuridad” (muy recomendable película de Terence Young protagonizada por Audrey Hepburn) o algunos títulos de Dario Argento y el giallo, un subgénero del cine de terror centrado en mujeres perseguidas por psicópatas. Aún con todo la película y los actores (Lluis Homar perfecto como siempre, impresionante algún nuevo rostro que aparece y un regalo la presencia de Joan Dalmau y Julia Gutiérrez Caba) deparan momentos absolutamente escalofriantes como ese golpe que se escucha en una vivienda que termina siendo debido a un cuchillo (y no digo más).

En definitiva una película muy recomendable para los amantes del thriller de terror, que no extraña que haya tenido una buena acogida en este fin de semana de todos los santos (Halloween para aquellos que prefieren el lado más lúdico de esta celebración) y que seguramente tenga una buena carrera comercial por delante porque ante todo es una película que funciona como lo que es, un entretenimiento, una película de género. Y por supuesto, si Guillem Morales ha logrado firmar esta película habrá que recuperar su debut “El habitante incierto” y seguirlo muy de cerca en adelante porque ha demostrado que sabe crear suspenses propios del fantástico más extremecedor, climas Hitchockianos y también un terror más real, más sangriento y más sobrecogedoramente visual que psicológico.

Francamente interesante.