domingo, 27 de enero de 2013

“My fair lady” (George Cukor, 1964)

Uno de los más deliciosos musicales que se han hecho en el cine, con un tono a medio camino entre la comedia y lo romántico, adaptación de una obra de Broadway de gran éxito con un tono teatral, una puesta en escena exquisita y el finalmente emotivo choque entre los personajes de Rex Harrison y Audrey Hepburn, que están inolvidables.

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Título original: My Fair Lady
País: Estados Unidos
Duración: 170 min.
Género: Drama, Romance, Musical, Familiar
Reparto: Audrey Hepburn (Eliza Doolitle), Rex Harrison (Profesor Henry Higgins), Stanley Holloway (Alfred P. Doolitle), Wilfrid Hyde-White (Coronel Hugh Pickering), Gladys Cooper (Sra. Higgins), Jeremy Brett (Freddy Eynsford-Hill), Theodore Bikel, Mona Washbourne (Sra. Pearce), Isobel Elsom, John Holland
Guión: Alan Jay Lerner
Distribuidora: Warner Bros. Pictures
Productora: Warner Bros. Pictures
Dirección artística: Cecil Beaton, Gene Allen
Diseño de producción: Cecil Beaton, Gene Allen
Fotografía: Harry Stradling Sr.
Guión: Alan Jay Lerner
Montaje: William H. Ziegler
Música: Frederick Loewe
Obra de teatro original: George Bernard Shaw
Producción: James C. Katz

Recomendada para todo el mundo por ser uno de los musicales más asequibles que ha hecho Hollywood pero especialmente para quienes les guste recuperar el Broadway de la mitad de siglo pasado y quiera insuflarse un poco de esa “alegría” que transmiten la feelgood comedy.




Ocho óscars (mejor película, director, actor, sonido, fotografía, dirección artística en color, adaptación musical y vestuario) y otras cuatro nominaciones (actor y actriz secundarios, guión adaptado y montaje) avalan a esta película que George Cukor adaptó del musical que estrenaran nueve años antes Gabriel Pascal y Alan Jay Lerner en Broadway con música de Frederick Loewe a partir de la obra de George Bernard Shaw “Pigmalion”.


En su día fue un éxito rotundo de crítica y público y ha permanecido en el recuerdo como uno de los grandes musicales de la época dorada del género, entre los cincuenta y los setenta, periodo en el que también se estrenaron “Un americano en París” (Vicent Minelli, 1951), “Cantando bajo la lluvia “ (Stanley Donen & Gene Kelly, 1952), “Sombrero de copa” (Mark Sandrich, 1953), “Los caballeros las prefieren rubias” (Howard Hawks, 1953), “Siete novias para siete hermanos” (Stanley Donen, 1954), “Ha nacido una estrella” (George Cukor, 1954), “Gigi” (Vicent Minelli, 1958), “West side story” (Robert Wise, 1961), “Mary Poppins” (Robert Stevenson, 1964), “Sonrisas y lágrimas” (Robert Wise, 1965), “Camelot” (Joshua Logan, 1967), Chitty Chitty bang bang (Ken Hughes, 1968), “Oliver” (Carol Reed, 1968), “Funny girl” (William Wyler, 1968) o “La leyenda de la ciudad sin nombre” (Joshua Logan, 1969). Muchos consideran el musical original como el musical perfecto. La versión cinematográfica quizás no lo sea, pero es una obra irrepetible sin duda.

Vista hoy la película conserva el encanto de sus melodías (la banda sonora es una obra maestra sin duda), muchas de ellas ideales para producirte un cambio en el estado de ánimo (oiganse por ejemplo “With a little bit of luck”, “I could have dance all night” o “On the street where you live”) y sigue resultando deliciosa sobretodo gracias a la glamourosa dirección artística y al estudiado choque entre el solitario solterón, pagado de sí mismo profesor de fonética que interpreta Rex Harrison y el desparpajo barriobajero finalmente convertido en sentimental admiración por su pigmalion que vive la desamparada vendedora de flores de Convet Garden encarnada por Audrey Hepburn.


No pretende George Cukor realizar una filmación realista, al contrario, penetras con la película en un mundo peculiar, palpas los decorados y eres consciente de que la cámara está permanente ubicada en la cuarta pared convirtiéndote casi en espectador de butaca de teatro, los personajes que pueblan las escenas se detienen en alguna ocasión al compás de la música, arrancan a bailar o a cantar en lugar de hablar...Es por todo esto un musical muy clásico, realmente una transposición de lo que podía verse en Broadway aunque no es un espectáculo de baile porque apenas hay coreografías, ya que lo importante son los diálogos y las relaciones entre los personajes, así como la actuación de los actores, su dicción, sus anhelos y sentimientos. La cámara se mueve poco y si se mueve lo hace suavemente, sin que apenas notes su movimiento.....Todo esto implica que gustará más a un tipo de público que a otro porque casi está más cerca del teatro que de lo que hoy vemos en el cine, más tendente a primeros planos que a planos medios, a un montaje más dinámico y a un mayor movimiento de la cámara.

Como teatro musical trasladado al cine es magistral, resultaría prácticamente imposible mejorar el resultado. Se nota un cuidado exquisito en su producción en cada toma y contaron para filmarla con un director que si por algo se caracterizaba era por un estilo elegante y sofisticado y por un dominio total de las escenas dialogadas, en especial cuando hay damas de por medio. Además Rex Harrison encarnó a un personaje que conocía a fondo porque lo había interpretado en Broadway así que no lo tuvo difícil para llevarse el óscar. No fue así con Audrey Hepburn, que aunque resulta tan encantadora como siempre, fue una elección controvertida de Warner Bros porque desplazó a Julie Andrews (que entonces no era tan conocida) pese a que había sido la pareja de Harrison en el teatro y además fue doblada por Marni Nixon en las canciones (ella reconoce que de haberlo sabido nunca hubiera aceptado, de hecho consideraba justo que lo interpretara Julie Andrews pero al saber que si ella se negaba se lo daría a Elizabeth Taylor aceptó)....Aquello forma parte del anecdotario de Hollywood porque ese año Audrey Hepburn no fue nominada y el óscar a mejor actriz lo consiguió precisamente Julie Andrews por “Mary Poppins”. Seguramente ganamos todo con el rocambolesco cambio. Rex Harrison, al recoger su estatuilla, se lo dedicó a ambas.


Salvo algún pequeño cambio la película respeta casi milimétricamente al musical y por ello se alarga hasta casi las tres horas, dividida en dos actos con un intermedio que resulta curioso y también recuerda que esta película es puro teatro cinematográfico. Si se ve en televisión (que le hace perder, como a muchas de las películas de aquella época, gran parte de su magia salvo que sea de pantalla considerablemente grande) hay que evitar a toda costa el doblaje y conviene verla en versión original. No lo digo porque sea un mal doblaje, sino porque los números musicales en castellano, aún siendo un buen trabajo, están a años luz del inglés.

Parte de la magia que posee “My Fair lady” exige la capacidad para penetrar en la propuesta y dejarse llevar por la deliciosa exposición del argumento a través de los números musicales y los diálogos. Ayuda mucho el desparpajo que en todo momento muestra Audrey Hepburn y lo bien que encarna Harrison ese personaje arrogante, misógino, orgulloso y obsesionado con su trabajo, muy diferente a su agradable compañero de apuesta, el Coronel Pickering y también ese granuja de simpatía desbordante que es Alfred P. Doolitle, encargado de proporcionar parte del toque cómico y desenfadado que en realidad domina toda la producción.

En suma, un musical altamente recomendable no sólo por lo esencialmente melódico sino también por lo bien hecho que está, por la delicada y estilizada puesta en escena y por la química de contrastes entre los personajes.

MIS ESCENAS FAVORITAS ¡¡¡¡CUIDADO, CONTIENE SPOILERS!!!

- El comienzo sorprende un poco porque tarde en entrar en escena Audrey Hepburn y cuando lo hace choca su acento, su aspecto y su forma de expresarse, aunque esa es la idea, que pase de ser una pordiosera con una dicción horrible a la deliciosa dama que resulta al final.
- Algunos números rechinan un poco porque más que cantados son discursos con música y lo que importa no es tanto la melodía como lo que se expresa. Sucede con varios de los que canta Rex Harrison como “Why can’t the English?” y más tarde con “I’m just an ordinary man”.
- “Wouldn’t it be loverly” hace arrancar el musical propiamente dicho en la película cuando Eliza canta en la calle acompañada por el resto de los vendedores subiendo arriba y abajo de un carromato de verduras.
- El primer gran número de la película es el que canta el padre de Eliza, “With a little bit of luck”, la cámara simplemente le acompaña mientras camina medio bailoteando por la calle pero terminas de verlo con un subidón y con la melodía reverberando en tu cabeza, es un buen ejemplo de cómo no es necesario el montaje o movimientos bruscos de cámara para atraparte en un musical.
- El desparpajo y la energía con la que Audrey Hepburn representa a su personaje se observa en el número “Just you wait”.
- El argumento da un vuelco con dos números musicales seguidos que son dos de los más populares y que ilustran el cambio que se opera en Eliza: “The rain in Spain” en el que el profesor baila con Eliza y después “I could have dance all night”, probablemente la escena de la película, con la que comprobamos que ella siente algo por el profesor que él ni sospecha.



- Las escenas en Ascot y después las de la embajada son una demostración de que Cukor era la mejor elección para filmar esta película porque reproduce perfectamente el glamour de la alta sociedad siendo a la vez irónico y respetuoso, mostrando chismorreos e hipocresías siendo a la vez exquisito y delicado por eso le funciona a las mil maravillas el momento en que Eliza comete los deslices: “¡¡¡Vamos Dover, mueve tu maldito culo!!!”
- La exposición de Eliza en sociedad tiene consecuencias pues un enamorado Freddy Eynsford-Hill acaba cantando arriba y abajo de su calle esa delicia que es “On the street where you live”. Como número musical en la película queda un poco soso porque simplemente se le muestra cantado y la cámara queda fija en él, pero se acomoda bien en realidad al papel secundario que el personaje tiene en esta versión en la que importa más la relación entre el profesor y Eliza.
- Resulta genial la escena previa a la noche de la embajada en la que van a hacer pasar a Eliza por una gran dama frente a la reina de Transilvania. Mientras Pickering se sirve, nervioso, un trago de oporto, el profesor finge estar tranquilo y seguro del éxito (cosa que cuadra con su forma de ser) aunque realmente la procesión va por dentro y cuando nadie le ve echa también un trago a escondidas (esto también da una clave sobre cómo se maneja sentimentalmente ya que no es capaz de reconocer abiertamente lo que siente y prefiere dejarlo oculto bajo una apariencia de autosuficiencia y seguridad).



- A parte de lo argumentalmente obvio, que es el proceso por el que el profesor educa a Eliza en una buena dicción y unos modales correctos, hay otra trama más oculta en el argumento que es el proceso por el cual el profesor, una persona que se jacta de ser soltero y que desprecia en cierto modo a las mujeres preguntándose incluso por qué no pueden ser como los hombres, termina sucumbiendo a los afectos a causa de lo que siente por Eliza, aunque la última escena reafirme que no está muy dispuesto a renunciar a sí mismo. Podríamos decir que hay dos aprendizajes: la educación de Eliza en los buenos modos y la educación sentimental del profesor.
- Antes del desenlace la película cierra uno de los hilos argumentales con otro animoso número protagonizado por Alfred P. Doolitle “Give me to the church on time”.
- El desenlace tiene dos momentos clave, por un lado vemos a Eliza reprochando al profesor que solo vaya a lo suyo y no muestre sentimientos (”Show me”) y por otro al profesor reconociendo en la soledad de su casa que echará de menos a Eliza (“I’ve grown accustomed to her face”)....Cuando Higgins comprueba que Eliza no se ha ido le pide que le recoja las zapatillas, evitando decirle lo que siente como ella espera (para no traicionarse a sí mismo), pero aceptando que se quede a su lado (que es realmente lo que desea).
- El final queda abierto y cercena un poco el posible desenlace romántico que se esperaba, pero es fiel a la esencia de los personajes y acierta de lleno porque deja un poso agridulce ideal para lo que esencialmente es la película, una historia de afectos soterrados que van creciendo pero no terminan de explosionar. La idea que se pretendía es precisamente esa, que el espectador quede con esa sensación agridulce.
- Por la obra de teatro sabemos que Eliza termina casándose con Freddy, en la versión cinematográfica de 1938 el profesor y Eliza se reconcilian y en la obra original Higgins, Pickering y Eliza mantienen el contacto como tres buenos amigos (George Bernard Shaw llegó a escribir un ensayo en el que explica porque el profesor y Eliza no podía acaban juntos...sin embargo en la versión de Cukor todo queda en el aire a interpretación y gusto del espectador.

Números musicales

Primera parte

“Overture”
“Why can't the english?”
“Wouldn't it be loverly?”
“An ordinary man”
“With a little bit of luck”
“Just you wait”
“Servants chorus”
“The rain in Spain”
“I could have danced all night”
“Ascot gavotte”
“On the street where you live”
“Intermission”

Segunda parte

“Transylvanian march”
“Embassy waltz”
“You did it”
“Just you wait”
“On the street where you live”
“Show me”
“Wouldn't it be loverly”
“Get me to the church on time”
“A hymn to him”
“Without you”
“I've grown accustomed to her face”
“Finale”
“Exit music”