martes, 17 de abril de 2018

“Fanny” (Johua Logan, 1961)

Comedia amable de visionado agradable ambientada en una luminosa Marsella de los años 20 y con deriva hacia el melodrama romántico que, a pesar de algún pero técnico es una muy estimable adaptación de la obra de Broadway (basada en una novela de Marcel Pignol) sobretodo gracias a la ambientación, la banda sonora de Morris Stoloff y un reparto en el que destacan Charles Boyer y Maurice Chevalier. Lograda la forma con la que se origina el conflicto y pese a la alegría de vivir que emana de todos de personajes, de pronto la felicidad de uno de ellos pone en jaque la de todos los demás. Logan retrata con mucho acierto sentimientos muy intensos de amor, amistad y de afecto paterno filial y la película deja un profundo poso melancólico.

*****
Título original: Fanny
Duración: 134 min.
País: Estados Unidos
Guión: Julius J. Epstein (Obra: Marcel Pagnol, Harold Rome, S.N. Behrman, Joshua Logan)
Música: Harold Rome, Morris Stoloff, Harry Sukman
Fotografía: Jack Cardiff
Reparto: Leslie Caron,  Maurice Chevalier,  Charles Boyer,  Horst Buchholz,  Georgette Anys, Salvatore Baccaloni,  Lionel Jeffries,  Raymond Bussières,  Joël Flateau, Victor Francen
Productora: Warner Bros. Pictures








Todos tenemos libros, canciones, series, películas que aunque objetivamente podemos entender que a los demás no les apasionen, son debilidades personales. “Fanny” es una de las mías por diversas razones. Es uno de esos títulos para ver en la tranquilidad de una plácida y calurosa noche de verano, con las ventanas abiertas, recreando viejos visionados de otros tiempos (y me refiero tanto a la época de la película, ya que es cine muy de los 60’s,como a un mundo en el que el tiempo parecía correr más lento sin internet, ni móviles, ni redes sociales esperándote tras el visionado, en los que terminabas de ver una película y éste podía reverberar en ti durante unas horas más porque ninguna pantalla que no fuera la del cine te iba a despertar de tu particular ensoñación).

A la película entras como si viajaras al pasado, a otro mundo (en realidad es así) con una toma aérea de una Marsella muy diferente a la actual y con la melodía romántica, melancólica y vibrante de Morris Stoloff resonando. Por sus hechuras, por la forma en que está concebida, en la película late el cine de los musicales y adaptaciones que se hicieron de Broadway durante los años 50’s y 60’s, algunos firmados por el propio Joshua Logan, un director que siempre me ha parecido minusvalorado pese a contar con varios títulos magníficos como “Picnic” (1955), “Bus stop” (1956), “Sayonara” (1957), “Camelot” (1967) y sobretodo “La leyenda de la ciudad sin nombre” (1969), otra de mis grandes debilidades.

En realidad se trata de un musical al que, en su adaptación al cine, se eliminaron las canciones quedando  versionadas instrumentalmente para potenciar la trama melodramática y romántica. En el reparto encontramos a Leslie Caron y Maurice Chevalier que apenas tres años antes habían participado en “Gigi”, musical multipremiado en los óscars.



Quizás por todo ello y aunque no es propiamente un musical, tiene aroma de musical, el guión y la puesta en escena conservan aspectos de  la obra original de Marcel Pignol representada en Broadway (que forma parte de una trilogía ambientada en Marsella) y lo que hace Joshua Logan es inundar todo de un fulgor y una fotografía en color preciosista, con el sol y el mar siempre de fondo iluminando a unos personajes que pese a los reveses se caracterizan en todo momento por su pasión, por su deseo de reír, amar, discutir, en definitiva vivir (lo podemos comprobar en varias escenas que a mi modo de ver son magníficas como la de la broma del sombrero o el momento en que Mario decide marchar y Fanny no detenerle). Los personajes son apasionados pero también respetuosos, luchan por sus anhelos pero también los contienen si nos son correspondidos, todos se debaten entre lo que quieren y lo que realmente pueden conseguir sin perjudicar al prójimo, algo muy humano, ejemplar en cualquier caso y que forma parte de la tragicomedia que es la vida, llena de alegrías y tristezas.

Particularmente me encanta es el halo melancólico y agridulce que envuelve todo y que consigue el director con ayuda de la banda sonora, la fotografía y los actores. Los dos protagonistas, Mario y Fanny, tienen motivos para lamentar su suerte, pero no se lo permiten a sí mismos y mucho menos lo hacen César (Charles Boyer) y Panisse (Maurice Chevalier), dos personajes que por sí solos merecen el visionado de esta película, por su calidez, por su generosidad con los demás y por su desbordante humanidad.

Aunque resulta muy agradable de ver y en muchos momentos deriva hacia la comedia, la película no elude algunos temas espinosos como el matrimonio por interés, la paternidad, la felicidad personal como resultado del cumplimiento de los sueños; pero todo está tratado con mucha elegancia….es una forma de hacer cine y de presentar un argumento que ya no se hace por lo que no le va a conquistar a cualquier espectador que la vea, pero al que lo logra le deja una huella permanente por su poso melancólico y por el encanto con el que están perfilados todos los personajes. En cualquier caso es importante advertir que el tono inicial de comedia termina derivando hacia el melodrama sentimental, cosa que tampoco es del gusto de cualquier público.

La película tuvo notable repercusión en su día, aunque el paso del tiempo la ha olvidado, ya que no es una película que se haya emitido mucho en televisiones, ni sea muy popular, ni tenga muchos adeptos entre la crítica. Consiguió 5 nominaciones en los óscars (Película, actor, sorprendentemente montaje a pesar de algún fallo de racord, banda sonora y fotografía en color), pero no ganó ningún premio.