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Título original: The Twilight saga: Eclipse.
País: EEUU
Duración: 124 min.
Género: Fantástico, drama, romántica.
Interpretación: Kristen Stewart (Bella Swan), Robert Pattinson (Edward Cullen), Taylor Lautner (Jacob Black), Billy Burke (Charlie Swan), Ashley Greene (Alice), Jackson Rathbone (Jasper), Dakota Fanning (Jane), Bryce Dallas Howard (Victoria), Jodelle Ferland (Bree), Nikki Reed (Rosalie), Kellan Lutz (Emmett), Peter Facinelli (Dr. Carlisle Cullen), Xavier Samuel (Riley), Anna Kendrick (Jessica), Kirsten Prout (Lucy), Catalina Sandino Moreno (María), Jack Huston (Royce King), Julia Jones (Leah Clearwater).
Guión: Melissa Rosenberg; basado en la novela de Stephenie Meyer.
Producción: Wyck Godfrey y Karen Rosenfelt.
Fotografía: Javier Aguirresarobe.
Música: Howard Shore.
Montaje: Art Jones y Nancy Richardson.
Diseño de producción: Paul D. Austerberry.
Vestuario: Tish Monaghan.
Distribuidora: Aurum.
Estreno en España: 30 Junio 2010.
De qué va: Bella sigue debatiéndose entre su amor por Edward y su amistad por Jacob, pero la amenaza de Victoria y un grupo de nuevos vampiros obligan a que todos colaboren para salvar a la protagonista.
Que la saga de Crepúsculo es superventas y tiene una legión de fans es algo evidente e incuestionable tanto en lo que se refiere a las novelas como a las películas, unas y otras definitivamente contaminadas entre sí puesto que nadie puede ya imaginarse a los personajes de otra forma que como nos los han mostrado en la gran pantalla y eso es porque, como ocurre con la saga de Harry Potter, detrás hay una sofisticada estructura industrial para sacar todo el jugo posible a lo que da de sí la historia que en su día ideara Stephanie Meyer. La idea estaba clara desde el principio, si hay un público que devora las novelas, ese mismo público tiene que ver las películas a poco que se le dé lo que quiere y de ahí es donde, bajo mi punto de vista, surge lo mejor y lo peor de esta saga.
A estas alturas, tercera película, y después del éxito comercial de la segunda, se ha apostado decididamente por darle continuidad al tono romántico adolescente, la perspectiva de la protagonista femenina (Bella) y calculadas dosis de fantástico y acción, renunciando definitivamente al tono “realista” que le dio la directora Catherine Hardwicke en la primera película.
En teoría esto significa que es una película pensada por y para un sector muy concreto de público, mayoritariamente femenino, con una edad concreta para el que los torsos desnudos o la esgrima romántica entre los protagonistas masculinos (Edward Cullen y Jacob Black) son el condimento esencial que le da la sustancia al argumento. No se excluye con esto a otros públicos, pero la acción (y eso que aumenta y mejora los episodios precedentes) y el toque fantástico quedan en un segundo plano, así que si se va a verla mejor hacerlo sobre aviso.
Ni por un momento se me ocurre dudar que el argumento resulta fascinante para muchos (mejor debería decir “muchas”), que las perchas de Robert Pattinson y Taylor Lautner (éste último con las “chocolatinas” perfectamente ubicadas) provocan suspiros infinitos y que se logra dar a la película el tono adecuado para convertirla en un referente de cine romántico adolescente o juvenil como en otros tiempos fueron “Oficial y caballero”, “Dirty dancing” y tantas otras; pero a mí me parece que es una historia ínfimamente aprovechada y que aunque la primera película era un poco chapucera en cuanto los acontecimientos se aceleraban resultaba mucho más sugerente e interesante que la segunda y desde luego que esta tercera, en la que los diálogos del triángulo protagonista comienzan a ser ya repetitivos y en algunos momentos aburridos.
Hay varios puntos de partida en el argumento de esta tercera parte que me parecen interesantes y seguramente estén mejor tratados en la novela: la esencia misma del triángulo romántico (¿qué es más valioso lo que queremos o lo que necesitamos? Se hace el guiño argumental de que el corazón no funciona según esas pautas); el enfrentamiento entre vampiros y hombres lobos y su colaboración forzada o la oculta lucha de intereses en el propio mundo vampírico (tanto la inquietante presencia de Victoria como el calculado segundo plano de los vulturi); sin embargo creo que no se acierta del todo en el desarrollo de ninguno de ellos quedando las posibilidades desaprovechadas en cierta medida.
Tanto a la productora como al director, David Slade (mucho más inquietante con “Hard Candy” o “30 días de oscuridad”) parece interesarles más el hacer una película entretenida y de una factura atractiva (grande Javier Aguirresarobe firmando la fotografía por ejemplo) que el arriesgar y así dan a su público más o menos lo que quiere pero desaprovechan la oportunidad de conferirle a Crepúsculo un tono más intenso, dramático y conmovedor, cosas que por otra parte, resulta bastante difícil con los actores elegidos (que sí, que son muy guapetes, pero más sosos que una calabaza y en estos momentos voy haciendo las maletas para huir de las hordas de fans que querrán lapidarme). ¿Qué le vamos a hacer, soy un espectador bastante exigente y “Eclipse” tiene muchas cosas que la podrían haber hecho interesante aunque para ello había que ser valiente y no hacer una película para fans sino para cualquier público? Yo sólo pregunto ¿realmente pasáis miedo, tensión, emoción u os conmueve la historia? A mí poquito y si lo hace algo es por la banda sonora de Howard Shore o por la factura de las imágenes y lo malo es que debería hacerlo a través de los personajes y el desarrollo del argumento.
Y podría seguir porque aspectos desaprovechados hay muchos: lo están tanto Bryce Dallas Howard (Victoria) como Dakota Fanning (Jane), la primera porque parecía una amenaza terrible y no lo es tanto y la segunda porque queda en segundo plano como una presencia temible que a fin de cuentas no lo es tanto porque seguramente la reservan para la entrega siguiente (por cierto, lo que sí da pavor es su doblaje) y por supuesto si iban a contarnos el pasado de algunos vampiros podrían haberlo hecho mucho mejor. Todo eso por no hablar de que el enfrentamiento y posterior alianza entre vampiros y licántropos debería ser muchísimo más intensos y los efectos colaterales en la protagonista más visibles y emotivos.
En definitiva una película confeccionada con los ingredientes precisos para contentar a un público muy concreto y que para el resto puede resultar visible si se acepta vampiro o lobo como animal de compañía, ya nos entendemos.
Título original: The Twilight saga: Eclipse.
País: EEUU
Duración: 124 min.
Género: Fantástico, drama, romántica.
Interpretación: Kristen Stewart (Bella Swan), Robert Pattinson (Edward Cullen), Taylor Lautner (Jacob Black), Billy Burke (Charlie Swan), Ashley Greene (Alice), Jackson Rathbone (Jasper), Dakota Fanning (Jane), Bryce Dallas Howard (Victoria), Jodelle Ferland (Bree), Nikki Reed (Rosalie), Kellan Lutz (Emmett), Peter Facinelli (Dr. Carlisle Cullen), Xavier Samuel (Riley), Anna Kendrick (Jessica), Kirsten Prout (Lucy), Catalina Sandino Moreno (María), Jack Huston (Royce King), Julia Jones (Leah Clearwater).
Guión: Melissa Rosenberg; basado en la novela de Stephenie Meyer.
Producción: Wyck Godfrey y Karen Rosenfelt.
Fotografía: Javier Aguirresarobe.
Música: Howard Shore.
Montaje: Art Jones y Nancy Richardson.
Diseño de producción: Paul D. Austerberry.
Vestuario: Tish Monaghan.
Distribuidora: Aurum.
Estreno en España: 30 Junio 2010.
De qué va: Bella sigue debatiéndose entre su amor por Edward y su amistad por Jacob, pero la amenaza de Victoria y un grupo de nuevos vampiros obligan a que todos colaboren para salvar a la protagonista.
Que la saga de Crepúsculo es superventas y tiene una legión de fans es algo evidente e incuestionable tanto en lo que se refiere a las novelas como a las películas, unas y otras definitivamente contaminadas entre sí puesto que nadie puede ya imaginarse a los personajes de otra forma que como nos los han mostrado en la gran pantalla y eso es porque, como ocurre con la saga de Harry Potter, detrás hay una sofisticada estructura industrial para sacar todo el jugo posible a lo que da de sí la historia que en su día ideara Stephanie Meyer. La idea estaba clara desde el principio, si hay un público que devora las novelas, ese mismo público tiene que ver las películas a poco que se le dé lo que quiere y de ahí es donde, bajo mi punto de vista, surge lo mejor y lo peor de esta saga.
A estas alturas, tercera película, y después del éxito comercial de la segunda, se ha apostado decididamente por darle continuidad al tono romántico adolescente, la perspectiva de la protagonista femenina (Bella) y calculadas dosis de fantástico y acción, renunciando definitivamente al tono “realista” que le dio la directora Catherine Hardwicke en la primera película.
En teoría esto significa que es una película pensada por y para un sector muy concreto de público, mayoritariamente femenino, con una edad concreta para el que los torsos desnudos o la esgrima romántica entre los protagonistas masculinos (Edward Cullen y Jacob Black) son el condimento esencial que le da la sustancia al argumento. No se excluye con esto a otros públicos, pero la acción (y eso que aumenta y mejora los episodios precedentes) y el toque fantástico quedan en un segundo plano, así que si se va a verla mejor hacerlo sobre aviso.
Ni por un momento se me ocurre dudar que el argumento resulta fascinante para muchos (mejor debería decir “muchas”), que las perchas de Robert Pattinson y Taylor Lautner (éste último con las “chocolatinas” perfectamente ubicadas) provocan suspiros infinitos y que se logra dar a la película el tono adecuado para convertirla en un referente de cine romántico adolescente o juvenil como en otros tiempos fueron “Oficial y caballero”, “Dirty dancing” y tantas otras; pero a mí me parece que es una historia ínfimamente aprovechada y que aunque la primera película era un poco chapucera en cuanto los acontecimientos se aceleraban resultaba mucho más sugerente e interesante que la segunda y desde luego que esta tercera, en la que los diálogos del triángulo protagonista comienzan a ser ya repetitivos y en algunos momentos aburridos.
Hay varios puntos de partida en el argumento de esta tercera parte que me parecen interesantes y seguramente estén mejor tratados en la novela: la esencia misma del triángulo romántico (¿qué es más valioso lo que queremos o lo que necesitamos? Se hace el guiño argumental de que el corazón no funciona según esas pautas); el enfrentamiento entre vampiros y hombres lobos y su colaboración forzada o la oculta lucha de intereses en el propio mundo vampírico (tanto la inquietante presencia de Victoria como el calculado segundo plano de los vulturi); sin embargo creo que no se acierta del todo en el desarrollo de ninguno de ellos quedando las posibilidades desaprovechadas en cierta medida.
Tanto a la productora como al director, David Slade (mucho más inquietante con “Hard Candy” o “30 días de oscuridad”) parece interesarles más el hacer una película entretenida y de una factura atractiva (grande Javier Aguirresarobe firmando la fotografía por ejemplo) que el arriesgar y así dan a su público más o menos lo que quiere pero desaprovechan la oportunidad de conferirle a Crepúsculo un tono más intenso, dramático y conmovedor, cosas que por otra parte, resulta bastante difícil con los actores elegidos (que sí, que son muy guapetes, pero más sosos que una calabaza y en estos momentos voy haciendo las maletas para huir de las hordas de fans que querrán lapidarme). ¿Qué le vamos a hacer, soy un espectador bastante exigente y “Eclipse” tiene muchas cosas que la podrían haber hecho interesante aunque para ello había que ser valiente y no hacer una película para fans sino para cualquier público? Yo sólo pregunto ¿realmente pasáis miedo, tensión, emoción u os conmueve la historia? A mí poquito y si lo hace algo es por la banda sonora de Howard Shore o por la factura de las imágenes y lo malo es que debería hacerlo a través de los personajes y el desarrollo del argumento.
Y podría seguir porque aspectos desaprovechados hay muchos: lo están tanto Bryce Dallas Howard (Victoria) como Dakota Fanning (Jane), la primera porque parecía una amenaza terrible y no lo es tanto y la segunda porque queda en segundo plano como una presencia temible que a fin de cuentas no lo es tanto porque seguramente la reservan para la entrega siguiente (por cierto, lo que sí da pavor es su doblaje) y por supuesto si iban a contarnos el pasado de algunos vampiros podrían haberlo hecho mucho mejor. Todo eso por no hablar de que el enfrentamiento y posterior alianza entre vampiros y licántropos debería ser muchísimo más intensos y los efectos colaterales en la protagonista más visibles y emotivos.
En definitiva una película confeccionada con los ingredientes precisos para contentar a un público muy concreto y que para el resto puede resultar visible si se acepta vampiro o lobo como animal de compañía, ya nos entendemos.