jueves, 18 de junio de 2015

“Mad Max: Furia en la carretera” (George Miller, 2015)

El reboot de Mad Max, que es también su cuarta entrega, es un espectáculo fascinante de acción ininterrumpida, un prodigio del cine de entretenimiento que se te pasará en un suspiro y te dejará sin aliento.

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Título original: Mad Max: Fury road.
País: Australia.
Duración: 120 min.
Género: Acción, ciencia-ficción.
Reparto: Tom Hardy (Max Rockatansky), Charlize Theron (Emperatriz Furiosa), Rosie Huntington-Whiteley (Espléndida), Nicholas Hoult (Nux), Zoë Kravitz (Toast), Hugh Keays-Byrne (Immortan Joe).
Estreno en España: 15 Mayo 2015.
No recomendada para menores de 16 años.







Si te gusta el cine de acción no ha habido en mucho tiempo una oferta mejor que ésta, así que no te lo puedes perder.

 


Con el estreno de la nueva “Mad Max” me dio por recuperar las anteriores y lo más significativo es comprobar como con cada entrega el director australiano George Miller ha sabido reinventarse.

La primera entrega fue una película que abrió brecha y creo tendencia, con un tono inquietante en todo momento, instalándose en un mundo post apocalíptico pero sin dar muchas referencias sobre los porqués de ello, nos contaba las andanzas de un policía a cuya familia terminaba persiguiendo un grupo de moteros desquiciados. La forma en que Miller la filmó con abundancia de planos épicos, un montaje muy dinámico y esa banda sonora rimbombante la convirtieron en una película con un exotismo que todavía perdura. Y esa mezcla entre acción, drama y suspense la hacen especialmente atractiva.

La segunda entrega dejaba de lado el drama y se encaminaba más a la aventura con ciertos toques de humor y ahondando en los personajes salidos de madre que hacían que realmente el “loco” Max fuera el menos loco de todos. En su día me encantó, pero hoy vista ha perdido quizás un poco de su magia inicial aunque sigue siendo una película que me parece muy entretenida.

La tercera parte fue indisimuladamente “eighties” apostando por Tina Turner como mala de la función (que en aquel momento era la estrella Pop emergente) y un tema central que es imposible olvidar (“We don’t need another heroe”), y además por un argumento para toda la familia convirtiendo a Mel Gibson en poco menos que el padre de un grupo de chavales desamparados más allá de la Cúpula del Trueno.


Desde 1985 han pasado la friolera de 30 años ¿Quién lo diría? George Miller peina canas y tiene 70 años. A sus espaldas tiene una filmografía cuando menos curiosa como director, con menos títulos de los que a mí al menos me hubieran gustado y propuestas tan dispares como “Las brujas de Eastwick”, “El aceite de la vida”, la segunda parte de “Babe” o “Happy feet”. Lo que es más que evidente es que no ha perdido su capacidad para epatar visualmente ni para reinventarse y nos ha regalado una de las películas de acción y entretenimiento más fascinantes en muchísimo tiempo.

Sí, ya, lo que es únicamente entretenimiento sin más en el cine, termina teniendo poco peso, pierde importancia con el tiempo y si se basa mucho en efectos visuales termina siendo pasto de la capacidad que tienen las técnicas audiovisuales para ir mejorando y superándose; pero en este caso yo me remito al primer “Mad max” y me parece que sigue siendo una buena película porque no sólo hay acción sino un buen trabajo de puesta en escena y montaje (si la véis fijaros dónde coloca la cámara el director en las persecuciones casi a ras de suelo, cómo juega con el montaje, cómo crea tensión con las idas y venidas de los personajes, no es son sólo vehículos que van y vienen sin más).

Esta nueva entrega es un nuevo alarde de imaginación y de trabajo tras la cámara. Lógicamente tiene muchos más efectos visuales y sonoros que las anteriores Mad Max y aprovecha al máximo los recursos técnicos, pero todo está dirigido a contar una historia de la forma más efectiva posible sin deteriorar por eso su lógica interna. 


El argumento ¡Ja, ja argumento! realmente no tiene enjundia alguna, apenas es una persecución por ese mundo yermo en el que viven los personajes, pero ¿qué más da? El desarrollo es una experiencia fascinante de tensión, emoción y adrenalina, es una atracción de feria de tal calibre que os va a dar igual que en el fondo no cuente nada sustancioso que llevarse como reflexión (tampoco había mucho de ello en las anteriores, quizás un poquito). Es cine espectáculo puro y duro, pero del bueno, bien filmado, muy trabajado, respetuoso con el espectador, en las antípodas de los mareos visuales, los empachos de acción sin ton ni son y zarrapastrosos guiones de los “Transformers” y compañía de Michael Bay y otros directores similares.

Se ve que Miller ya había pensando en este proyecto en los 90’s, que trabajó en un storyboard de más de tres mil viñetas y que Mel Gibson intentó impulsarlo hace mucho, pero diversas dificultades postpusieron la producción y con Gibson en los sesenta y algunos han optado por otro actor joven, emergente, capaz de trasmitir dureza y a la vez una cierta melancolía con la mirada (muchas líneas de diálogo no tiene porque importa más lo que se ve). El elegido fue el británico Tom Hardy al que ya hemos visto en bastantes títulos (os sonará seguro) aunque como protagonista no tantos. Yo no hubiera hecho que su personaje fuera el mismo que interpretó Mel Gibson porque considero que no era necesario, pero en realidad Max no es más que un superviviente que arrastra un pasado doloroso. Da un poco lo mismo.


La acción según admite el mismo director se sitúa realmente después de la primera entrega y en el realidad es un reboot de la saga porque mientras preparaban esta película se les ocurrieron dos historias más. Aún se podría alargar más la cosa porque Tom Hardy ha reconocido que si la película tiene éxito (y lo va a tener y mucho) aparecería en tres secuelas más. Sin embargo el mayor acierto me parece la contratación de Charlize Theron que a la postre se merienda a todo el reparto y termina conquistando al espectador pues el suyo es el personaje con el que seguramente uno más empatiza.

Sobre el desarrollo prefiero no hablar mucho, pero decir que es fascinante (¿A qué mente se le ocurre poner en una persecución a un tío tocando la guitarra eléctrica sobre un camión? Jejeje). Esta película tiene una particularidad que sólo tienen los grandes títulos de ayer, hoy y siempre....te atrapa por completo, te sumerge en la acción y no te suelta hasta que acaba. Me rindo ante su poder hipnótico y ante su capacidad para tenerme absorto ante la pantalla. De una película de acción pido esto. No me importa que no cuente nada realmente importante, no me importa que sólo consista en un deleite de los sentidos, lo único que le pido es que esté bien hecha, que me entretenga y que me aleje de la realidad durante dos horas y a fe que lo consigue.

No a todos los públicos les gustará, pero si te gusta el cine de acción y espectáculo no lo dudes ni por un momento, paga la entrada porque el precio y la fama son merecidos.