Sorprendente y desconcertante en su arranque, conmovedora e intensa después, sobrepasa el típico final que se habría dado en otra película con su argumento y va más allá para ahondar en el tema del síndrome de Estocolmo pero planteado desde una óptica distinta, existencial..
Título original: Room.
Países: Irlanda, Canadá.
Duración: 118 min.
Género: Drama.
Reparto: Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen, Sean Bridgers, William H. Macy.
Guión: Emma Donoghue; basado en su novela.
Música: Stephen Rennicks.
Fotografía: Danny Cohen.
Estreno en España: 26 Febrero 2016.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años.
Es difícil recomendar una película sin hablar de su argumento, pero en este caso creo que es conveniente comentarlo lo menos posible. Baste decir que esta película es un drama que conmueve y que hay dos temas básicos: la relación de una muy joven madre con su hijo de cinco años y el síndrome de Estocolmo. Con esto uno puede hacerse más o menos una idea sobre si verla o no.
Sí que diré que me parece que el primer acto, a pesar de las limitaciones que el argumento impone, es magnífico y que el segundo acto, quizás no sobresaliente, hace avanzar lo que nos quieren contar hasta un punto más allá de lo que suelen hacer las películas. Esto descoloca un poco porque cuando uno cree que va a llegar el final, te explican que no, que sólo es otro principio.
Envuelvo mi reseña en este halo de misterio sobre el argumento porque quiero provocar interés, me parece que esta película merece la pena verse, no sólo porque el director acierta con un ritmo narrativo adecuado, no sólo porque uno la ve con interés de inicio a fin y no sólo por el impacto emocional que llega a crearnos como espectadores sino porque hay varias ideas muy interesantes que pueden extraerse.
Me parece interesantísimo el síndrome de Estocolmo como concepto, ese apego por una cárcel y por nuestros carceleros cuando hemos pasado mucho tiempo en ella y con ellos. Creo que es algo que nos caracteriza como seres humanos, tendemos a hacer confortable el microcosmos en el que nos movemos hasta acostumbrarnos a él y podemos terminar acostumbrándonos a casi cualquier situación. Algo muy distinto es que eso sea lo mejor para nosotros, pero todos lo hacemos.
Uno se hace al útero de su madre, a la casa en la que se cría, con la familia que le ha traído al mundo, en el barrio en el que vive, dentro de la región a la que pertenece, en el país en el que se encuentra, en un mundo que no sabemos si es mejor o peor que otros porque de momento no podemos elegir...y todos nos acostumbramos a ello y terminamos haciéndolo nuestro. Siendo pequeños nuestro mundo es una cuna, después una habitación, nuestra calle, nuestra ciudad....y así sucesivamente nuestro ámbito se va ampliando, pero pertenecemos a ello y ello nos pertenece, escojamos libremente o no la ubicación. El caso es que esta película susurra una idea de fondo y es que quizás el lugar no sea el mejor, ni el más conveniente, pero tenemos la posibilidad de convertirlo en un hogar mejor.
Los responsables de esta película han logrado explicar esto muy bien, consiguen que te pongas en el pellejo de Jack (todo está planificado para que lo veamos desde su punto de vista) y, a pesar de la angustia que vemos en su madre en el arranque (magnífica Brie Larson, ganó el óscar con total merecimiento), llegas a experimentar como más acogedor para él el hogar del primer acto que el del segundo, mucho más frío, desangelado y necesitado de un afecto más explícito y cercano.
Realmente la película acaba en un nuevo comienzo, se están asentando las bases de un nuevo mundo para los protagonistas, pero aún quedan rescoldos de nostalgia del viejo y se te explica de manera muy clara que, a pesar de que lo que has dejado atrás pudo ser bueno en su momento, muchas veces verlo con perspectiva hace que comprendas que lo mejor es dejarlo atrás. Casi sin darte cuenta, la película te está hablando sobre la vida, sobre crecer, sobre avanzar, sobre dejar cosas atrás y comenzar nuevas etapas.
A su vez los actores consiguen un relato emotivo poderoso. A mitad de película, algo sucede, que te pone en tensión. Debo reconocer que llegué a ese momento muy metido en harina (punto para el director y los actores), así que viví la situación con una angustia especial y me gustó como se resuelve todo.
Ésta ha sido una de las grandes sorpresas del año 2015, una película con un buen y original guión, una perspectiva narrativa que realza el argumento, dos actores en estado de gracia y un desarrollo al ritmo adecuado para mantener el interés de inicio a fin. Pienso que es de esas películas que se pueden recomendar sin miedo a que defrauden. Gustará más o menos, en función de gustos, pero merece la pena.