Seguramente la cima del cine de José Luis Garci, a partir de
un magnífico guión del director y Horacio Valcárcel y una extraordinaria
interpretación de Alfredo Landa, adapta
el cine negro clásico al Madrid de los primeros años ochenta y nos cuenta un
truculento caso del detective privado Germán Areta. Cine de autor, con influencias
de cine negro y cine europeo, con un profundo poso melancólico y una
extraordinaria capacidad para hacernos viajar a otra época, cada vez más cine
de culto, cada vez más ajeno a modas, pero un clásico rotundo.
País: España
Duración: 131 min
Género: Criminal, Drama, Suspense
Reparto: Alfredo Landa, María Casanova, Manuel Tejada, Miguel Rellán, Manuel
Lorenzo, Raúl Fraire, José Bódalo, Francisco Vidal, Maite Blasco, José Manuel
Cervino.
Guión: Horacio Valcárcel, José Luis Garci
Productora: Acuarius Films S.A., Nickel Odeon
José Luis Garci es ante todo un enamorado del cine y se nota
en sus películas porque pueden rastrearse en ellas influencias tanto del cine
norteamericano como europeo anterior a él. Esto es lo que pasa en esta
película, en la que intentó hacer suyo e hispano el cine negro clásico,
dotándolo de una entidad propia, otorgándole unas señas de identidad hispanas,
pero respetando sus claves.
“El crack” tiene un guión excepcional, adapta al ámbito
nacional de los ochenta los argumentos de los clásicos del género y relata un
caso detectivesco en el que se entremezclan abusos, prostitución e intereses en
las altas esferas acomodando la narrativa del género a la realidad de la España
de la transición. Después de ver mucho cine español yo diría que es uno de los
mejores guiones de cine que se han hecho en España.
A parte del guión la película goza de una interpretación
portentosa de Alfredo Landa y de un Garci en gran estado de forma tras la
cámara, capaz de contar el caso criminal con un poderoso tono melancólico casi
existencial y de explicarnos también con imágenes como era aquel Madrid de los
primeros años 80. Porque si en algo se caracteriza José Luis Garci es su
extraordinaria capacidad para retratar una época y para impactarnos
emocionalmente, no de manera explícita, sino con imágenes, con la música que
las acompaña, con pequeños gestos de sus actores, con miradas tristes y
silencios que dicen muchas cosas.
Yo diría que esta película si no es perfecta roza la
perfección, me refiero que está construida meticulosamente a través de escenas
muy estudiadas no sólo para contar la historia que nos quiere contar sino
también para situarla en su época y provocarnos un impacto emocional. Es decir,
actúa de varias formas en nosotros como espectadores.
La vi recientemente y como me ocurre con otras películas de
José Luis Garci viajé literalmente al pasado. Es algo que Garci consigue
retratando simplemente el día a día de la época, recogiendo instantáneas de
edificios o el ir venir de la gente y los vehículos por las calles. Incluye en
esta ocasión algo poco visto como el frontón de Madrid pero que era muy de ese
momento y las peleas de boxeo que entonces
tenían más tirón popular que ahora, se juega a la quiniela, hay cabinas de
teléfonos, vemos una partida de mus, nos enseña a un barbero que habla por los
codos arreglando a Areta o a éste recogiendo a la niña de una amiga a la salida
de un colegio mientras las otras niñas juegan a la comba o los niños al balón y
vemos a Areta cenando en un bar de carretera mientras suena “Supergarcía en la
hora cero”….parece simple, pero es algo difícil de plasmar con la fidelidad con
la que lo hace Garci y que es algo que a los que vivimos esa época nos hace
recordar y que no es fácil de conseguir.
A nivel argumental la película desarrolla dos tramas: una es
la policial del caso que ocupa a Areta y la otra es estrictamente personal. Con
la primera Garci nos regala una historia potente, con suspense, con una
investigación, con un trasfondo truculento, con una amenaza latente (me encanta
cuando el personaje de José Bodalo le dice “Has pisado la cola de un tigre,
ándate estás avisado piojo” y a prtir de ahí te puedes esperar cualquier cosa)…..por
si sola nos hace disfrutar la película de inicio a fin; pero es que además hay
otra trama, no del detective, sino de Areta como individuo buscando su lugar en
el mundo, una trama personal, sentimental, muy emotiva que realmente es la que
nos termina removiendo. Uniendo las dos tramas el guión logra esa magia que el
cine consigue a veces que consiste en entretenernos y además impactarnos
emocionalmente.
Se ayuda para ello Garci de un elenco de actores magnífico
en el que sobresale un Alfredo Landa, que en su día dejó noqueados a propios y
extraños con una interpretación austera, basada en miradas, que nada tenía que
ver con sus comedias previas, aunque sería injusto hacer de menos al resto del
elenco, todos francamente bien (¡Qué grande Miguel Rellán como “El Moro”!, me
desharía en elogios con todos). Parece ser que en la primera escena de la
película (extraordinaria por cierto) Garci y Landa temían que con la primera
frase de Germán Areta el público no entrara en el juego, pero para nada, está
magníficamente rodada e interpretada y como espectador te enganchas al
personaje desde ese mismo momento. Es una escena antológica del cine español
pero hay varias más que también son magníficas y varios momentos evocadores y
muy logrados (magnífico ese final que al aficionado al género le recordará
películas de Coppola).
Me gusta especialmente como Garci filma la noche, como
compara las ciudades de Madrid y nueva York con estampas de las calles, como la
música impregna de melancolía esas visiones nocturnas haciéndonos participes de
algún modo del estado emocional del protagonista ya sea con la música de Jesús
Glück (poderosamente melancólica, también muy de esa época) escogida para las
tomas madrileñas o para la música de jazz que acompaña las tomas neoyorquinas.
Ya digo, para mí y para muchos, pura delicia, un cine que ya
no se hace pero que ha inspirado a muchos como el Enrique Urbizu de “No habrá
paz para los malvados”. Espero con ansias recuperar ”El crack 2” antes de ver
la precuela que está preparando Garci.