jueves, 10 de julio de 2014

“Open windows” (Nacho Vigalondo, 2014)

Ambicioso thriller de suspense a modo de juego audiovisual que de tan alambicado termina resultando inverosímil.

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Guión: Nacho Vigalondo.
Países: España y EEUU.
Duración: 97 min.
Género: Thriller., suspense
Interpretación: Elijah Wood (Nick), Sasha Grey (Jill), Neil Maskell (Chord), Adam Quintero.
Producción: Mercedes Gamero, Mikel Lejarza, Belén Atienza y Enrique López Lavigne.
Fotografía: Jon D. Domínguez.
Música: Jorge Magaz.
Montaje: Bernat Vilaplana y Sergio Rozas.
Dirección artística: Soledad Seseña.
Vestuario: Cristina Sopeña.
Distribuidora: eOne Films Spain.
Estreno en España: 4 Julio 2014.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años.




Película recomendable para quien quiera disfrutar con un ejercicio de estilo con un suspense muy Hitchcockiano (sobretodo por ritmo, mntoaje y música), pero también trufado de situaciones y escenas de las que emanan guiños de lo más frikie incluso con un cierto toque autoparódico.





Me declaro fan de Nacho Vigalondo desde que vi “Los cronocrímenes” (2007). No sólo porque aquella ópera prima resultaba fascinante como primer largometraje sino porque te invitaba a indagar en la trayectoria de un director con una intensa vida creativa que además es guionista y compositor y ha firmado notables cortometrajes entre los que se dio bombo a aquel “7:35 de la mañana” por el que fue nominado al óscar en 2003 y que seguramente no es su mejor corto. Y, en efecto, Vigalondo es un tipo inquieto, un culo de mal asiento que ha trabajado en televisión, ha colaborado con los de Muchachada Nui e incluso ha tenido que cerrar su blog por hacer bromas sobre el holocausto en su twitter.

Su mayor virtud sea posiblemente esa, le gusta sorprender, epatar, mantenerse con sus propuestas tan escurridizo como una ánguila...tan pronto hace ciencia-ficción, como un musical costumbrista, comedia, fantástico, suspense, parece que todo está a su alcance.... y en ese afán por resultar inclasificable y a la vez muy personal pienso que convive lo que le hace diferente con lo que le debilita como creador.

Tras ver sus tres primeras películas tengo con él una sensación muy similar a la que me produce Alex de la Iglesia, otro director con brillantes puntos de partida que después se le van de las manos. Vigalondo tiene eso también. Empiezas a ver sus películas con gran interés, literalmente impactado por la propuesta y albergas la esperanza que si el arranque es así y el argumento va in crescendo vas a ver un peliculón, pero hasta ahora en los tres casos “Los cronocrímenes”, “Extraterrestre” y ahora “Open windows” se desmadran de pronto, el argumento se sale de quicio y terminan descarrilando.


No puedo decir que me disgusten ninguna (quizás un poco más la segunda y sólo un tramo al final de la primera), pero sí creo que a Nacho Vigalondo le vendría bien alguien que le frenara cuando se “emociona” y se lanza a tumba abierta. Lo tiene todo para ser un gran director, pero escribiendo sus guiones le falta un sexto sentido para descartar ciertos excesos. Me recuerda un poco en eso a Millán, de Martes y Trece, de pronto suelta una coña que te descoloca literalmente y te hace partirte la caja, pero entonces se crece., se repite y empieza a ser cansino....Pues parecido.

“Open windows” parte de una idea estilística y de un arranque sensacionales. Todo lo que vemos en la película está en la pantalla del portátil del protagonista, un Elijah Wood que está haciéndose mayor con la misma pinta que Michael J. Fox, vamos que tendrá cincuenta años cuando los cumpla y parecerá que sigue teniendo veinte.

El argumento es una intriga que para él la hubiera querido Hitchcock y hay momentos en que el suspense alcanza cotas de mucho interés y escenas resueltas con mucha creatividad y desparpajo, pero ¡¡¡ayyyy!!!! de pronto el guión empieza a resolver situaciones de una forma un tanto grotesca (véase por ejemplo de la flecha que guía al protagonista) o fallida (vaya bajón al ver al antagonista) y de ejercicio de estilo la película la empiezas a sentir como un puro despropósito que va aumentando conforme se llega al tramo final.

Reconozco que el desarrollo me tuvo descolocado de inicio a fin. Empecé a ver la película fascinado, tuve que pasar por alto dos o tres cosillas por pura simpatía con Vigalondo que quizás con otro director me hubieran cabreado por desaprovechar tan buen planteamiento inicial y conforme avanzaba la trama y se acercaba el desenlace eran tantas las cosas que me chirriaban que salí del cine aturdido sin saber realmente si la película me había gustado o no.


Pasados unos días me temo que la sensación general que me ha dejado no es tan positiva como me hizo pensar su visionado al principio y debo decir que me parece una película fallida. En cambio revalida mi impresión de que Vigalondo es un tipo al que seguir la pista y que quizás sólo necesite un punto de suerte o inspiración para firmar un guión brillante y equilibrado y con él una gran película. Puede que sea sólo cuestión de tiempo.

Hasta entonces nos van quedando una serie de propuestas diferentes, inclasificables, cada una de ellas con muchas cosas buenas y también otras que no lo son tanto. Me quedo en esta ocasión con el ejercicio de estilo, con su juego de suspense, que gustará más o menos pero propone un auténtico puzzle audiovisual asumiendo muchos riesgos y entre ellos ese tan peligroso que es que el espectador piense que le están tomando el pelo. Y desde luego dista mucho el conjunto de ser brillante, pero hay varios momentos ciertamente conseguidos, con tensión, intensidad, pericia técnica e incluso erotismo.

No es una película redonda, dista mucho de serlo, pero tampoco es desdeñable. Quizás viéndola sin esperar demasiado ni tener información previa gane enteros y desde luego entrar en su juego asegura un visionado entretenido. No te rindas Nacho Vigalondo, vales mucho.