Titulo Original: Indiana Jones and the temple of doom
Guión: Willard Huyck, Gloria Katz, George Lucas
Género: Aventuras, acción
Duración: 110 min.
Productor: George Lucas
Estudios: UNITED ARTISTS
Montaje: Douglas Slocombe
Música: John Williams
Reparto: Harrison Ford, Kate Capshaw, Wilhelmina "Willie" Scott,Amrish Puri, Roshan Seth, Philip Stone
Si hay algo en lo que parece estar de acuerdo todo el mundo, fans de la saga y espectadores ocasionales, es que la segunda parte de Indiana Jones y hasta el estreno de la cuarta es “la peor de las tres”, pero esta impresión habría que matizarla porque no puede ser más injusta ni menos explicativa.
En efecto “Indiana Jones y el templo maldito” resulta menos “redonda” y es como si George Lucas y Steven Spielberg hubieran querido hacer ante todo un divertimento, el mejor espectáculo posible, como dando por hecho que en esencia eso es y para eso se concibió Indiana Jones. No sé si fue exactamente así, pero da la sensación como si por aquel entonces, y hablamos de 1984, Spielberg hubiera asumido su condición de director de grandes éxitos de taquilla y hubiera planeado su película con el único propósito de que todo el público que fuera a ver la continuación se divirtiera lo máximo posible. Por así decirlo fue el iniciador de un tipo de cine que ahora planifican los grandes estudios para las cálidas tardes veraniegas. “El templo maldito” podría considerarse uno de los primeros “blokbusters”, una película concebida e ideada para entretener y con ello para reventar las taquillas, lo que supone a la vez su mejor virtud y su peor defecto.
Si os fijáis argumentalmente la historia, que por cierto es cronológicamente anterior a “En busca del arca perdida”, tiene sus pegas si nos ponemos un poquito puntillosos aunque sólo sea por el cúmulo de casualidades o de sucesos con los que tenemos que hacer la vista gorda asumiendo que son a favor del espectáculo (sólo pongo por ejemplo la caída ilesa por los toldos del cabaret al comienzo, el hecho de que el brujo thuggee arranque los corazones a los sacrificados, la inverosímil persecución por la mina con los carros a toda pastilla o el hecho de que los hindúes comen lo que comen). Eso le resta un poco de “seriedad”. Digamos que todos lo pasamos por alto porque a cambio nos divertimos, pero es algo que “pesa” en nuestra apreciación porque resta un dramatismo que sí se sentía por ejemplo en la escena de la camioneta de la primera parte.
Además se produce una mezcla de géneros tal que se “nota” todo el conjunto un poquito “preparado”, es como si al juguete se le vieran las tripas, no sé si me explico. Es como si Lucas y Spielberg hubieran dicho ¿qué tenemos que poner en nuestra película para atrapar a la mayor cantidad de público posible? Respondo: un poquito de musical (al principio, magnífica pieza para empezar la película de la manera más sorprendente por cierto), un poquito de acción aquí y allá, persecuciones de lo más espectaculares, un poquito de miedo con el culto de los thuggee , un poquito de asco con los bichejos, un poco de comedia de enredo con el “conflicto” sentimental entre Indiana y Willie (prototipo de la rubia tonta pero divertida del Hollywood clásico de las screwball comedies), un niño para atrapar al público infantil, un trío protagonista que vendría a ser una representación de la familia (padre, madre e hijo, aunque en la película no lo sean) y mucha aventura, exotismo y belleza en cada encuadre o emoción en cada escena.
Creo que es eso lo que hace que para mucha gente esta sea la peor película, que se le ven las tripas, que canta que está hecha y concebida como una gran divertimento, una tremenda atracción de feria, pero yo creo que es una película que hay que entender y que probablemente esté infravalorada. Para empezar será lo que es y que acabo de decir, pero no es tan fácil conseguir lo que consiguieron. No es tan sencillo hacerlo pasar tan bien y que el tiempo se pase tan rápido viendo una película, no le sale a cualquiera urdir una historia sea cual fuere y contarla de forma que para quien la experimenta sea como una montaña rusa, porque siempre me ha parecido que “Indiana Jones y el templo maldito” es tan trepidante como su persecución en la mina. Es, por así decirlo, un entretenimiento total, mayúsculo y absoluto y así se entendió también en su día.
Es posible que comparándola con el resto de títulos de la saga quede en última posición, pero estamos hablando de una de las mejores y más divertidas sagas de la historia del cine. Son palabras mayores y en cualquier caso, sigue estando muy por encima de muchas de las películas que se hacen en la actualidad y que cuentan a priori con mejores recursos para conseguir lo mismo.
Siempre me ha parecido Spielberg un director que sabe darle al público lo que quiere ver, que conecta con la gente, que muestra una gran capacidad para ofrecer lo que nos hace evadirnos durante dos horas y nos emociona y nos entretiene, pero además es un magnífico artesano de su cine como en tiempos fuera Hitchcock. No sé, siempre he visto un paralelismo muy grande entre los dos en el sentido que sabían dar lo que el público esperaba sin renunciar a su inspiración creativa. Uno puede intentar hacer una película para entretener y puede concebir la manera de hacerla y de hecho se han hecho muchas desde 1984 y los estudios seguro que tienen legiones de guionistas y productores pensando a destajo sobre cómo hacerlo, pero conseguirlo es harina de otro costal. No es tan sencillo o si no hubiéramos tenido cientos de películas como “Indiana Jones y el templo maldito” y no es así.
En efecto, la segunda es la peor de la saga, pero eso la sigue dejando en los cielos del cine de aventuras y sus imágenes permanecen en un rinconcito de nuestros mejores recuerdos en un cine o ¿acaso a alguien se le ha borrado la imagen mil veces vista de Indiana Jones con su látigo y una manga de la camisa rota, con el sudor en su cuerpo y blandiendo un machete junto al puente al final de la película? Desde luego a mí no