sábado, 30 de mayo de 2009

Zardoz (John Boorman, 1973)

**
DURACIÓN 105 min.
PAÍS: Gran Bretaña
GUIÓN John Boorman
MÚSICA David Munrow
FOTOGRAFÍA Geoffrey Unsworth
REPARTO Sean Connery, Charlotte Rampling, Sara Kestelman, Sally Anne Newton, John Alderton, Niall Buggy
PRODUCTORA 20th Century Fox


A pesar de que es una película ambiciosa que habla sobre temas de calado trascendental como la inmortalidad, el poder, la existencia del hombre y sus instintos y está ambientada en un futuro postapocalíptico como muchos de los clásicos de la ciencia-ficción el guión (del propio Boorman por cierto) confiere al conjunto un tono demasiado abstracto, alegórico y en definitiva opaco para el espectador, que termina por perder interés conforme avanza la película hasta acabarla en la más profunda desidia. Pienso que ese es el peor rasgo de esta obra, no atrapa, no engancha, va de más a menos y te distancia de los temas que trata, lo cual es una pena.

La acción se sitúa en el año 2223 y la humanidad está dividida en tres grupos: los brutales que viven entre deshechos y despojos después de una época oscura que remite a un desastre humano, los exterminadores cuya única misión es eliminarlos a las órdenes de Zardoz y los eternos, una oligarquía humana que vive aislada en zonas llamadas Vortex, donde han conseguido vivir para siempre. Sean Connery es Zed, el protagonista, un exterminador que logra adentrarse en un Vortex y desafiar su statu quo gracias a la instrucción secreta de Zardoz (que como explica la película es un nombre sacado de “The wiZAR of OZ”.

Así presentada, la película tiene su interés por la reflexión a la que invita su tono alegórico y de hecho las primeras imágenes, con una gran cabeza gigante que a modo de nave espacial instruye a los exterminadores y les proporciona armas desde el cielo en algo así como un vómito de rifles son suficientemente hipnóticas para atraer la atención, pero conforme avanza el argumento entramos en una historia que se diluye en la ambición de Boorman por otorgar a la ambientación un aspecto bizarro y psicodélico. En realidad, ni el propio Boorman parece creerse lo que está planteando y desde el principio el dios Zardoz, que abre la película, no parece querer otra cosa que gastar una gran broma (al final de la película lo vuelve a decir). Sean Connery, quizás por ello y con apenas un taparrabos con tirantes, parece como ido y está desaprovechado, con la mirada ausente gran parte de la película, se le nota que no disfruta con un personaje que sólo cobra sentido al final y de forma más bien caprichosa.

Si nos dijeran que Boorman escribió el guión fumado y metido de marihuana hasta las cejas no nos extrañaría y en la película pesa en exceso un cierto tono hippie que perjudica enormemente al diseño de producción que resulta en muchos momentos demodé, cutre y ridículo por no hablar del argumento que termina siendo una sucesión de escenas donde parece importar más llamar la atención que la lógica interna (patéticas todas las que tienen que ver con una cierta provocación sexual como cuando tratan de excitar a Zed con imágenes por no hablar de la sonrojante “historia de amor” que propone la película entre el personaje de Sean Connery y una Charlotte Rampling que está sencillamente espantosa).

Una pena, la intención alegórica daba para mucho más, pero seguramenhte a Boorman se le atragantó la idea la tratar de transformarla en un guión fílmico. Desde luego una de sus peores películas y muy lejos de grandes obras como “Excalibur”, “The general”, “Esperanza y gloria”, “La selva esmeralda” o “Deliverance”.