domingo, 11 de abril de 2010

"Ciudad de vida y muerte" (Lu Chuan, 2009)


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Título original: Nanjing, Nanjing.
Guión: Lu Chuan. País: China.
Duración: 135 min.
Género: Drama, bélico.
Interpretación: Liu Ye (general Lu), Hideo Nakaizumi (Kadokawa), Fan Wei (Sr. Tang), John Paisley (John Rabe), Gao Yuanyuan (Miss Jiang), Yuko Miyamoto, Yiyan Jiang (Xiao Jiang).
Producción: Han Sanping, Qin Hong, John Chong y Andy Zhang.
Música: Liu Tong.
Fotografía: Cao Yu.
Montaje: Teng Yun.
Diseño de producción: Hao Yi.
Distribuidora: Karma Films.
Estreno en China: 22 Abril 2009.
Estreno en España: 9 Abril 2010.

Ganadora de la Concha de oro en el festival de San Sebastián de 2009 y alabada casi unánimemente por la crítica la película china “Ciudad de vida y muerte” tercera del realizador Lu Chuan se ha convertido en una de esas películas “de culto” que provoca tantas adhesiones incondicionales como deserciones en las salas por su factura y estilo.

Hay que alertar que es una película con un ritmo distinto al habitual y que resulta difícil de asimilar no solo por la dureza de muchas de sus imágenes sino también por su propia concepción.

La película habla de la ocupación de la ciudad china de Nanking por los japoneses allá por 1937, en plena segunda guerra mundial y comienza precisamente con la llegada del ejército nipón que bombardea la muralla de la capital. El espectador ya de inicio queda sobrepasado por unas imágenes de una extraordinaria fuerza a pesar o quizás debido al blanco y negro, los primerísimos planos y la tensión visual que Lu Chan da a sus tomas. Para hacerse una idea el impacto de las imágenes bélicas es similar al de otros títulos como “Salvar al soldado Ryan” o “La lista de Schindler” con las que enseguida se ha querido emparentar, aunque yo no llevaría las comparaciones hasta el último extremo porque tienen poco o nada que ver en lo que a estilo y desarrollo se refiere, sí en espíritu o intención.

El principal problema con el que muchos espectadores van a encontrarse es con el tempo fílmico (moroso en muchas ocasiones a idea, para causar un efecto emotivo) y con la ausencia de un protagonista, de alguien con quien empatizar desde el comienzo. Lu Chuan lo que quiere es meternos directamente en el lugar donde acontecen los hechos y va intercalando escenas de japoneses, de chinos, de unos que van y otros que vienen a los que poco a poco se va identificando (ojo, que cuesta un poco quedarse con las caras y saber quién es quién). Por estas razones no se trata de una película sencilla de ver y muchos abandonarán en el intento, pero recomiendo que se tenga paciencia, primero porque la película lo merece y segundo porque estamos malacostumbrándonos a un tipo de narración y estilo y existen otros con sus aspectos buenos y malos.

He leído que la película ha sido tachada de propagandística, pero me parece que es sacar conclusiones precipitadas y no entenderla. Pienso más bien que lo que retrata es el horror de la guerra (independientemente de que los azotados sean los chinos), que la película sobredimensiona su importancia porque rescata una atrocidad que realmente se produjo, que es real y que siempre conviene recordar para que no se repita. En ese sentido hay escenas absolutamente terribles: varios fusilamientos en masa, violaciones, asesinatos de hombres, mujeres y niños y entre todas ellas hay un momento especialmente terrible y a la vez maravillosamente explicado que es aquel en el que les permiten salvar a un familiar de un camión en el que van un grupo de hombres a ser eliminados.

Como espectadores estamos poco acostumbrados a un tratamiento como el de esta película. Ni el argumento ni los personajes se nos proporcionan mascaditos, en muchas ocasiones no existe la relación causa-efecto que hace que una película tenga una suerte de suspense interno. Lo que hace Lu Chuan es ir con su cámara de un sitio a otro, siguiendo a un individuo u a otro y nosotros vamos montando el puzzle de os acontecimientos. Al final acabamos reconociendo a los personajes a partir de los cuales se forma la columna vertebral argumental de la película, pero exige un proceso paciente que no todo el mundo va a disfrutar igual.
Esta película me parece brillante sobretodo por su extraordinaria fuerza audiovisual, ya que cada toma posee una intensidad extraordinaria, cada escena es bella en sí misma y la puesta en escena es brillante; pero es que además todo lo relativo con el sonido, tanto la banda sonora, el soundtrack, la música, los efectos sonoros hacen que la película resulte épica (véase por ejemplo la celebración de la toma de la ciudad cuando los soldados japoneses bailan al son de los tambores). Hay una curiosa mezcla de lo épico y una cierta lírica que consigue el director con los primeros planos de sus personajes y lo trágico y atroz acompaña todo ello. Habitualmente sin palabras, deteniéndose con la cámara en los rasgos de los personajes se nos ofrece su dolor, su tensión, su angustia y su tragedia.

Otro aviso: la película está estructurada en dos partes y resulta más asequible la segunda. La primera es más bélica y muestra el enfrentamiento entre japoneses y chinos, suele usar la cámara en mano de manera dinámica (a veces hasta marea) y trata de explicar la devastación y la forma en que el bando dominante se apodera del vencido....te hace zozobrar en tu butaca con tomas de acción, pero te sientes más perdido, más desubicado, sin nadie con quien asirte a un drama personal, sin nadie con quien empatizar o con quien sentir interés. En el fondo durante la primera hora estás tan perdido en el fragor de la batalla como unos y otros y a pesar de las atrocidades que ves las sufres con una cierta frialdad que te hace preguntarte si no te estás volviendo insensible a tanto horror. La segunda parte de la película es más humana, los rostros empiezan a ser reconocibles y empieza a surgir interés por el destino de diversos personajes en ambos bandos. Es difícil seguirlos, a menudo el director no construye la narración en función del esquema de causa-efecto o acción-reacción y las imágenes son escenas yuxtapuestas sin más; pero poco a poco un puñado de personajes te van atrapando el interés: John Rabe, el hombre de negocios alemán y sus colaboradores; los médicos europeos; el ayudante chino de Rabe y su familia; el niño chino y su amigo el soldado oculto entre la población civil; el oficial japonés tan decidido como despiadado y sobretodo el soldado japonés Kadokawa, que es realmente con quien creo que el espectador termina aproximándose más (magnífico el actor que lo interpreta, Hideo Nakaizumi).

Muchos recordarán con esta película otro drama de una cierta proximidad argumental: “El imperio del sol” (1987), de Spielberg también como las dos películas mencionadas antes. En aquella película, interpretada por un jovencísimo Christian Bale, seguíamos el drama de un chaval atrapado en un campo de concentración japonés, existía un protagonista con quien empatizar, con quien sufrir, a quien seguir aquí y allá. Particularmente es una de las películas que más me gustan de Spielberg y siempre he pensado que estaba minusvalorada (a mí me gustó tanto cuando la vi que la vi dos veces en pocos días) porque tiene una extraordinaria carga emotiva. En este caso “Ciudad de vida y muerte” representa un cine distinto, una concepción distinta, te mete en una situación y no te lleva de la mano de ningún personaje en concreto sino de muchos y tiene una estética y planteamiento distintos, pero a la postre consigue lo mismo, encogerte el ánimo y hacerte reflexionar sobre el horror de la guerra.

Evidentemente y aunque Lu Chuan sea chino y su película este hecha desde el dolor de su país, me parece poco relevante que los “malos” sean los japoneses. En esta película se retrata el horror bélico y con eso hay que quedarse, con eso y con esa reflexión final de Kadokawa: “A veces es peor vivir”. Lo importante sería no llegar nunca a ello.

En definitiva, una película que se “ingiere” con dificultad, que se “atraganta” y resulta complicada de “digerir”, pero que resulta de “digestión” plácida y deja un “regusto” agridulce y un poso inmejorable.