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Título original: Prince of Persia: The Sands of Time. País: EEUU.
Duración: 117 min.
Género: Acción, aventuras, fantástico, romántica.
Interpretación: Jake Gyllenhaal (Dastan), Gemma Arterton (Tamina), Alfred Molina (jeque Amar), Ben Kingsley (Nizam), Steve Toussaint (Seso), Toby Kebbell (Garsiv), Richard Coyle (Tus), Ronald Pickup (rey Sharaman), Reece Ritchie (Bis). Guión: Doug Miro, Carlo Bernard y Boaz Yakin; basado en un argumento de Jordan Mechner sobre los videojuegos de “Prince of Persia”.
Producción: Jerry Bruckheimer.
Música: Harry Gregson-Williams.
Fotografía: John Seale.
Montaje: Martin Walsh, Mick Audsley y Michael Kahn.
Diseño de producción: Wolf Kroeger.
Vestuario: Penny Rose.
Distribuidora: Walt Disney Studios Motion Pictures Spain.
Estreno en USA: 28 Mayo 2010.
Estreno en España: 21 Mayo 2010.
Saber de antemano como es esta película es tan sencillo como pensar en dos apuntes:
- Es adaptación cinematográfica de un videojuego (como eran “Silent hill”, “Resident evil”, Tomb raider”, “Final fantasy”, “Mortal Kombat”, “Super Mario bros”, “Double dragon” o “Street fighter”) ¿Por qué hacen películas de videojuegos? ¿No es mejor jugarlos?
- La produce Jerry Bruckheimer (productor también de “Piratas del Caribe”, “La búsqueda”, “Deja vu”, “Pearl harbour”, “Armageddon”, “Con air” o “La roca”).
Con esos dos datos podemos más o menos intuir cómo va a ser la película antes de verla y esa impresión que tengais cuadra casi con total exactitud con lo que luego se ve en pantalla. Es decir, aventuras, acción, lo último en efectos especiales (que no quiere decir que sea bueno, simplemente es espectacular) y un argumento para pasar el rato.
Hay un tercer dato que añado yo, la dirige Mike Newell, responsable entre otras de “Cuatro bodas y un funeral”, “Donnie Brasco”, “La sonrisa de Mona Lisa” y “Harry Potter y el cáliz de fuego” y lo añado porque era la principal razón para que esta película me interesara mínimamente ya que concebía ciertas esperanzas de que el director británico convirtiera el argumento en una aventura digerible o, como poco, entretenida. Lamentablemente Newell no ha repetido los éxitos de antaño (a mí “Cuatro boda y un funeral” me parece una delicia de comedia y “Donnie Brasco” no está nada mal) y se ha convertido en un director “de encargo”, a disposición de lo que los estudios le pidan, como ya hizo en “Harry Potter y el cáliz de fuego” y como hace ahora bajo el ojo clínico comercial de Bruckheimer para llenar salas de cine, virtud que para mi gusto nunca se ha visto acompañada de acierto a otros niveles, pero bueno, es cuestión de gustos.
“Prince of Persia” está pues concebida para un público esencialmente joven, como un entretenimiento visualmente de primer orden, que no repara en gastos para efectos especiales ni en recursos para las escenas más ruidosas y circenses posibles (lo del príncipe Dastan dando brincos por los tejados y lo de los malos malosos jugueteando con serpientes a mí me produce sonrojo, pero oye, ya sabes que no vas a ver una película realista si entras al cine).
De acuerdo, la película es entretenida y hasta puedo admitir que Bruckheimer se va corrigiendo a sí mismo y ya no marea con el montaje (aunque esto más bien pienso que es mérito del montador habitual de Spielberg, Michael Kahn) porque ya no lo necesita contando con el pedazo de equipo técnico que tiene a sus órdenes (parece que efectivamente la Disney se ha puesto las pilas en lo que a grandes superproducciones se refiere). Admito también que vista de una manera desenfadada, sin tomársela muy en serio, tiene su aquel como película palomitera, sí, es válida para verla con los colegas a modo de pasatiempo sin pretensiones, pero vale porque como te la veas sacando punta al argumento, a los diálogos, o a la resolución de algunas escenas pues......en fin, que no se trata de eso en esta ocasión.
Por su puesto la gran decepción no es todo esto, con lo que ya contábamos a priori, sino el observar lo poquito que se ha aprovechado a ese gran actor que es Ben Kingsley (bendito “Gandhi”) que aquí sólo regala presencia, pero poco más, ya que está completamente desaprovechado porque a Bruckheimer le parece que hace más “cash” darnos miedo con serpientes, malosos y ruido ruidoso antes que con su interpretación y lo malo es que seguramente esté en lo cierto (ya veremos recaudaciones). En cuanto a Jake Gyllenhaal lo mejor que puede decirse de él es que las pesas que ha hecho para el papel se notan y mucho y que mueve muy bien un ojo para ser expresivo (realmente da la percha precisa, pero parece metido en un papel que no le va del todo) y de Gemma Arteton mejor no digo nada porque no me gusta un pelo. El que sí me parece grandioso haga el papel que haga es Alfred Molina, que da el contrapunto cómico y es, con su tono cachondo, probablemente lo mejor de la película.
Vamos, que para verla en las calurosas tardes veraniegas tras resaca sabatina, echando unas risas con los colegas está bien, pero siempre sin buscarle tres pies al gato porque en serio en serio es imposible tomárselo, ni la película, ni el argumento y menos cuando lo de la daga da lugar a escenas tan absurdas como aquella en la que Dastan salva a sus colegas de unas serpientes mientras duermen (sí, os lo anticipo porque así estáis atentos y no os atragantareis con las palomitas).
Título original: Prince of Persia: The Sands of Time. País: EEUU.
Duración: 117 min.
Género: Acción, aventuras, fantástico, romántica.
Interpretación: Jake Gyllenhaal (Dastan), Gemma Arterton (Tamina), Alfred Molina (jeque Amar), Ben Kingsley (Nizam), Steve Toussaint (Seso), Toby Kebbell (Garsiv), Richard Coyle (Tus), Ronald Pickup (rey Sharaman), Reece Ritchie (Bis). Guión: Doug Miro, Carlo Bernard y Boaz Yakin; basado en un argumento de Jordan Mechner sobre los videojuegos de “Prince of Persia”.
Producción: Jerry Bruckheimer.
Música: Harry Gregson-Williams.
Fotografía: John Seale.
Montaje: Martin Walsh, Mick Audsley y Michael Kahn.
Diseño de producción: Wolf Kroeger.
Vestuario: Penny Rose.
Distribuidora: Walt Disney Studios Motion Pictures Spain.
Estreno en USA: 28 Mayo 2010.
Estreno en España: 21 Mayo 2010.
Saber de antemano como es esta película es tan sencillo como pensar en dos apuntes:
- Es adaptación cinematográfica de un videojuego (como eran “Silent hill”, “Resident evil”, Tomb raider”, “Final fantasy”, “Mortal Kombat”, “Super Mario bros”, “Double dragon” o “Street fighter”) ¿Por qué hacen películas de videojuegos? ¿No es mejor jugarlos?
- La produce Jerry Bruckheimer (productor también de “Piratas del Caribe”, “La búsqueda”, “Deja vu”, “Pearl harbour”, “Armageddon”, “Con air” o “La roca”).
Con esos dos datos podemos más o menos intuir cómo va a ser la película antes de verla y esa impresión que tengais cuadra casi con total exactitud con lo que luego se ve en pantalla. Es decir, aventuras, acción, lo último en efectos especiales (que no quiere decir que sea bueno, simplemente es espectacular) y un argumento para pasar el rato.
Hay un tercer dato que añado yo, la dirige Mike Newell, responsable entre otras de “Cuatro bodas y un funeral”, “Donnie Brasco”, “La sonrisa de Mona Lisa” y “Harry Potter y el cáliz de fuego” y lo añado porque era la principal razón para que esta película me interesara mínimamente ya que concebía ciertas esperanzas de que el director británico convirtiera el argumento en una aventura digerible o, como poco, entretenida. Lamentablemente Newell no ha repetido los éxitos de antaño (a mí “Cuatro boda y un funeral” me parece una delicia de comedia y “Donnie Brasco” no está nada mal) y se ha convertido en un director “de encargo”, a disposición de lo que los estudios le pidan, como ya hizo en “Harry Potter y el cáliz de fuego” y como hace ahora bajo el ojo clínico comercial de Bruckheimer para llenar salas de cine, virtud que para mi gusto nunca se ha visto acompañada de acierto a otros niveles, pero bueno, es cuestión de gustos.
“Prince of Persia” está pues concebida para un público esencialmente joven, como un entretenimiento visualmente de primer orden, que no repara en gastos para efectos especiales ni en recursos para las escenas más ruidosas y circenses posibles (lo del príncipe Dastan dando brincos por los tejados y lo de los malos malosos jugueteando con serpientes a mí me produce sonrojo, pero oye, ya sabes que no vas a ver una película realista si entras al cine).
De acuerdo, la película es entretenida y hasta puedo admitir que Bruckheimer se va corrigiendo a sí mismo y ya no marea con el montaje (aunque esto más bien pienso que es mérito del montador habitual de Spielberg, Michael Kahn) porque ya no lo necesita contando con el pedazo de equipo técnico que tiene a sus órdenes (parece que efectivamente la Disney se ha puesto las pilas en lo que a grandes superproducciones se refiere). Admito también que vista de una manera desenfadada, sin tomársela muy en serio, tiene su aquel como película palomitera, sí, es válida para verla con los colegas a modo de pasatiempo sin pretensiones, pero vale porque como te la veas sacando punta al argumento, a los diálogos, o a la resolución de algunas escenas pues......en fin, que no se trata de eso en esta ocasión.
Por su puesto la gran decepción no es todo esto, con lo que ya contábamos a priori, sino el observar lo poquito que se ha aprovechado a ese gran actor que es Ben Kingsley (bendito “Gandhi”) que aquí sólo regala presencia, pero poco más, ya que está completamente desaprovechado porque a Bruckheimer le parece que hace más “cash” darnos miedo con serpientes, malosos y ruido ruidoso antes que con su interpretación y lo malo es que seguramente esté en lo cierto (ya veremos recaudaciones). En cuanto a Jake Gyllenhaal lo mejor que puede decirse de él es que las pesas que ha hecho para el papel se notan y mucho y que mueve muy bien un ojo para ser expresivo (realmente da la percha precisa, pero parece metido en un papel que no le va del todo) y de Gemma Arteton mejor no digo nada porque no me gusta un pelo. El que sí me parece grandioso haga el papel que haga es Alfred Molina, que da el contrapunto cómico y es, con su tono cachondo, probablemente lo mejor de la película.
Vamos, que para verla en las calurosas tardes veraniegas tras resaca sabatina, echando unas risas con los colegas está bien, pero siempre sin buscarle tres pies al gato porque en serio en serio es imposible tomárselo, ni la película, ni el argumento y menos cuando lo de la daga da lugar a escenas tan absurdas como aquella en la que Dastan salva a sus colegas de unas serpientes mientras duermen (sí, os lo anticipo porque así estáis atentos y no os atragantareis con las palomitas).