martes, 14 de marzo de 2017

"Moonlight" (Barry Jenkins, 2017)


Drama íntimo, pausado, estructurado con dos elipsis en tres actos y tres momentos vitales. El protagonista es un chaval negro que tiene que salir adelante en un suburbio de Miami tratando de descubrir quién es y aceptarse a sí mismo sin que su entorno lo engulla. Sorprendente que ganara el óscar a mejor película, no porque no sea buena, sino porque es cine de autor, a contracorriente, avanza lento, muy lento y apuesta por la sutileza, el detalle y un primer plano que muchas veces nos priva de información que nos gustaría conocer aunque no es necesaria para comprender la emoción interna que late en los personajes.

*****

Título original: Moonlight
País: Estados Unidos
Duración: 111 min.
Género: Drama, homoesxualidad
Reparto: Andre Holland, Naomie Harris, Mahershalalhashbaz Ali, Ashton Sanders, Alex R. Hibbert, Janelle Monáe, Jharrel Jerome, Shariff Earp, Duan Sanderson, Edson Jean
Distribuidora: Diamond Films España
Compositor de la música original: Nicholas Britell
Diseño de producción: Hannah Beachler
Guionista: Barry Jenkins
Montador: Nat Sanders
Fotografía: James Laxton
Estreno en España: 10 de Febrero de 2017







Moonlight” te cuenta, por así decirlo, en tres pinceladas el pasado y presente de un chaval negro homosexual que vive en los suburbios de Miami. Eso significa que habla sobre la soledad, sobre el desamparo, sobre las dificultades para vivir en un contexto de por sí hostil, sobre la necesidad de refugiarse en uno mismo para lidiar con todo ello....

No obstante el director no hace una descripción general del entorno del protagonista, no nos cuenta demasiadas cosas, no se ayuda de voz en off para explicarnos lo que se le pasa por la cabeza al chaval y por si todo esto no fuera poco, la cámara tiende al primer plano y suele pegarse a Chiron (se llama así, aunque también le llaman Little y Black) mostrándonos lo que hace, pero dejando el resto fuera de campo (en varios momentos se agradece porque ver lo que sucede hubiera sido grosero o demasiado explícito y en otros queda francamente bien, como cuando el personaje del oscarizado como secundario, Mahershala Ali, se baña con Chiron).

Como espectador la película te exige porque tienes que sacar tus conclusiones, tienes que valorar la situación del protagonista e interpretar que tras su silencio y sus miradas hay sufrimiento y una irrenunciable adaptación a ese entorno complicado que le ha tocado vivir. Y el director te lo cuenta tomándose su tiempo, a menudo evitando cualquier sonido que no sea el de fondo, apenas hay banda sonora que subraye estados de ánimo o acompañe los acontecimientos.


Narrativamente se centra en tres momentos vitales divididos por dos bruscas elipsis (de  las que es sencillo sacar conclusiones sobre lo que ha pasado viendo lo que vemos después) que nos explican con unas pocas escenas las circunstancias vitales del Chiron niño (Littel), el Chiron adolescente y el Chrion adulto (Black). Parecen momentos escogidos al azar a lo largo de la vida de este chico y en algunos momentos da la sensación de que no aportan mucho y  ralentizan el desarrollo (el director  apuesta a menudo para explicarse con planos secuencias o primeros planos que se toman su tiempo); en cambio, visto el conjunto terminas por descubrir que cada escena aporta una información significativa para entender el cuadro completo.

Por todo esto, por la planificación, por cómo está hecha y por cómo está contada “Moonlight” es una película diferente, una rara avis que no tiene nada que ver con el habitual cine comercial. Es película de “autor”, cine de culto y como tal, disfrute sólo apto para determinados espectadores, aunque lo que cuenta pueda ser atractivo para cualquier con un mínimo de interés por problemáticas sociales y personales.


Esto me hizo pensar algo una vez concedidos los óscars y tras la dolorosa e in extremis derrota de “La la land” (mi película favorita del pasado 2016). Mi teoría es que “Moonlight” no habría ganado ningún otro año. No es que la película esté mal o que no lo merezca, incluso yo diría que es bueno que gane una película así. A lo que me refiero es que en una institución en la que vota tanta gente tiende a ganar un título más asequible para el gran público, por así decirlo más “clásico”, menos arriesgado. Este año se reunían todos los requisitos para que no ocurriera lo habitual porque la comunidad negra  de Hollywood se sintió ninguneada el año pasado y lo hizo notar. Yo si fuera negro también habría votado a “Moonlight”. No pasa nada, no es ni bueno ni malo, la película está francamente bien, me limito a argumentar que no creo que hubiera ganado en otras circunstancias.

El caso es que Barry Jenkins ha hecho historia en los óscars con esta película y ha logrado ser el segundo director negro en lograr el máximo galardón tras Steve McQueen con “12 años de esclavitud” superando lo que no consiguió Spike Lee con “Haz lo que debas”, lo que no logró John Singleton con “Los chicos del barrio” o Lee Daniels por “Precious”; pero es que además ha conseguido lo que no pudo Ang Lee con “Broadwalk mountain” y lo que tampoco Richard Linklater con “Boyhood”. Múltiple logro de una tacada.


Lo que más me gusta de la película, a parte de la valentía de su propuesta, es la tremenda carga de profundidad que tiene. Lo que vemos es un gran icerbeg del que sólo vemos la punta que sobresale. Por debajo, rascando en su argumento, hay tristeza y dolor, emoción contenida y una seria problemática social y personal. Y todo está invadido de una irresistible melancolía y una profunda emoción soterrada y contado con gran sensibilidad. Podríamos decir que la película tiene una poética especial lograda con imágenes y reforzada con interpretaciones muy sentidas que dan una gran humanidad al conjunto.

En suma, una película brillante y arriesgada, exigente pero muy reveladora.....Aconsejo ir a verla al cine. Exige recogimiento, calma durante su visionado y poder apreciar en lo que significan cada uno de sus silencios. Dudo mucho que la experiencia de verla sea igual en una pantalla de televisión en casa con miles de cosas alrededor con las que distraerse, salvo que se consiga parecida atmósfera de recogimiento a la del cine.

Como moraleja final esa frase que Juan (personaje de desbordante humanidad que sabe a poco) le dice a Little y que recoge toda la filosofía existencial de la película:  “En algún momento, debes decidir tú solito quién serás. No puedes dejar que nadie tome esa decisión por ti”.