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Paul Thomas Anderson es uno de los directores mimados por la crítica estadounidense y volvió a encadilarla penetrando en la intimidad de un modisto inglés en el Londres de 1950, inmiscuyéndose agazapado con su cámara en su cuadriculada obsesión por la moda y el trabajo, en su ensimismado mundo personal, en sus fobias y sus filias. Se trata de cine de autor, de tempo lento, pero con una narración dinámica gracias al montaje, con música de corte clásico de fondo subrayando estados anímicos que es algo muy del gusto de este director y tres actores en estado de gracia que representan un choque de personalidades repleto de segundas intenciones y cargado de mala baba. No es una película fácil, pero está francamente bien planificada. Ganó el óscar a mejor vestuario y obtuvo 5 nominaciones más (película, director, actor principal, actriz secundaria y banda sonora)
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