Michael Winterbotton es un director británico de filmografía y estilo inclasificables que desde los años noventa y a razón de título por año ha filmado una treintena de largometrajes y documentales de lo más variopinto, la mayoría de culto y no muy conocidos por el gran público. Uno de los más destacados es esta comedia musical pseudo-documental irreverente, cachonda, cínica y juguetona con la que echa la vista atrás y recrea la época en la que Tony Wilson fundó en Manchester la discográfica The Factory Records donde lanzaron sus éxitos entre conciertos, drogas y desenfreno grupos hoy legendarios como Joy Division, Happy Mondays o New Order. Es ante todo un juego fílmico porque parece un documental, está trufado de imágenes reales y otras rodadas para la película y exhibe en todo momento frescura argumental, gracia verbal y mucha música que es historia de la cultura del siglo XX. Una película atípica, excéntrica y exótica y por ello mismo hipnótica y peculiar.
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