martes, 5 de abril de 2022

"Nadie puede vencerme" (Robert Wise, 1949)

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No es de las películas sobre boxeo más conocidas de esa época, desplazada por otras como "Marcado por el odio" (Robert Wise, 1956), "Cuerpo y alma" (Robert Rossen, 1947), "Más dura será la caída" (Mark Robson, 1956) o "Gentleman Jim" (Raoul Walsh, 1942) pero está a la altura de todas ellas sobretodo en su capacidad para mostrar el ambiente y el trasfondo social del boxeo. Se centra en la figura de un boxeador ya mayor (el siempre eficaz Robert Ryan), a punto de retirarse, que participa en sus últimos combates y debe resolver el dilema de moral de ganar dinero o mantener su honor mientras al otro lado de la calle le espera su mujer. La película apenas dura un poco más de hora y poco y pese a ello logra contar con máxima eficacia y concisión narrativa lo que otros títulos no consiguen más allá de las dos horas. Un alarde de dirección porque no sólo destaca en ese aspecto sino en la magnífica recreación de ambientes y en la descripción del pulso moral de los personajes.