martes, 20 de octubre de 2009

"De ilusión también se vive" (George Seaton, 1947)


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Título original: Miracle on 34th street
Productor: William Perlberg para TCF/20th Century Fox
Guión: George Seaton, según un argumento de Valentine Davies
Fotografía: Charles Clarke, Lloyd Ahern
Música: Cyril Mockridge
Montaje: Robert L. Simpson
Intérpretes: Edmund Gwenn (Kris Kringle), Maureen O'Hara (Doris Walker), John Payne (Fred Gailey), Natalie Wood (Susan Walker), Gene Lockhart (Juez Henry X. Harper), Porter Hall (Mr. Sawyer), William Frawley (Charles Halloran), Jerome Cowan (fiscal Thomas Mara), Thelma Ritter, Jack Albertson, Philip Tonge, Jeff Corey... Nacionalidad: USA

Duración y datos técnicos: 93 min. B/N.

Esta película es un clásico de la navidad de todos los tiempos, una película "amable", idealista y sentimental cuyo argumento ha dado pie a numerosos remakes e historias de tratamiento similar. Al comienzo de la película vemos a un viejecito andar por las calles de Nueva York hacia una cabalgata de navidad en la que el Papa Noel está borracho y la encargada (Maureen O'Hara) decide proponerle ese puesto ignorando que se trata de Kris Kingle, el verdadero Santa Claus.

Esencialmente la película goza de dos grandes bazas: por un lado tanto argumento como guión, perfectamente ajustados y urdidos para lograr una explosión de emoción al final cuando los personajes descubren lo que nosotros como espectadores sabemos desde el comienzo y por otro lado la presencia de Edmund Gween, que realmente parece que fuera el verdadero Santa Claus emanando bondad en su interpretación (ganó el óscar a mejor secundario porque realmente uno se imagina a Santa Claus como él). Además George Seaton, que es autor también del guión, logra ajustar perfectamente el discurso pronavideño, con la comedia, el melodrama y el drama judicial. No es de extrañar que la película ganara el óscar a mejor argumento original y el de mejor guión adaptado (la historia era de Valentine Davis).

Sin duda "De ilusión también se vive" fue uno de los grandes títulos de aquel 1947, con una gran acogida popular pese a que hubo cierta controversia entre los círculos católicos más conservadores por mostrar a una mujer soltera moviéndose con desparpajo en el mundo laboral, aunque no pudo alzarse con el óscar a mejor película, que fue para Elia Kazan y "La barrera invisible", que trataba el problema, mucho más realista, de los prejuicios raciales.

Uno de los aspectos más interesantes de la película es lo bien que ha resistido el paso del tiempo y como sigue siendo superior a las múltiples adaptaciones o revisitaciones que se han hecho después en otras películas o series (una casi calcada se hizo en los 90's protagonizada por Richard Attenborough) y como curiosidad destacar la presencia de una jovencísima Natalie Wood en el papel de la niña protagonista.

Una película en suma que hay que ver en Navidad, y muy importante, porque lo es que haya también títulos idealistas que sólo inviten a sentir y a imaginar y trasmitan buenos sentimientos. Es ideal para que la vea toda la familia.