miércoles, 17 de febrero de 2010

"El hombre lobo" (Joe Johnston, 2009)




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Título original: The Wolfman.
Países: Reino Unido y USA.
Duración: 104 min.
Género: Suspense, terror.
Interpretación: Benicio del Toro (Lawrence Talbot), Anthony Hopkins (Sir John Talbot), Emily Blunt (Gwen Conliffe), Hugo Weaving (Abberline), Geraldine Chaplin (Maleva), Elizabeth Croft (Ophelia), Art Malik (Singh), Anthony Sher (Dr. Hoenneger), David Schofield (Nye).
Guión: Andrew Kevin Walker y David Self; basado en el guión de Curt Siodmak para la película “El Hombre Lobo” (1941).
Producción: Sean Daniel, Benicio del Toro, Scott Stuber y Rick Yorn.
Música: Danny Elfman.
Fotografía: Shelly Johnson.
Montaje: Dennis Virkler y Walter Murch.
Diseño de producción: Rick Heinrichs.
Vestuario: Milena Canonero.
Distribuidora: Universal Pictures International Spain.
Estreno en USA: 12 Febrero 2010.
Estreno en España: 12 Febrero 2010. No recomendada para menores de 13 años.


Me preocupa un poco que esta revisitación del hombre lobo me haya dejado tan indiferente como lo hizo y me preocupa porque es una película pensada por y para entretener (es algo que se nota en los detalles técnicos, en el montaje, en el ritmo argumental y en los recursos que se usan para que haya agilidad visual). En estos casos uno se pregunta ¿soy yo o es la película lo que falla? ¿Quizás ambas cosas? Quizás me he vuelto muy exigente a fuerza de ver mucho cine, seguramente sí, pero pensando en cambio en que pueda ser la película la que flojea ¿qué es lo que falla? Uno se sienta en su butaca y no paran de pasar cosas en pantalla, el ritmo de los acontecimientos es trepidante, los sustos están garantizados (yo también me sobresalté varias veces) y en definitiva la película entretiene aún intuyendo desde el principio lo que vas a ver, que lo intuyes..

“El hombre lobo” es una película de estudio, confeccionada bajo los parámetros de lo que hoy en día se entiende como cine de evasión y entretenimiento, lo que se llama en términos cinéfilos y frikies una película “palomitera”, espectáculo visual, entretenimiento puro y duro, atracción de feria pensada para el gran público. Eso en principio no me parece ni bueno ni malo, que todo tiene que haber, pero sí pienso que en estos casos se pone excesivo celo en lo puramente técnico y en fórmulas que los datos de taquilla dicen que funcionan. Es decir, cada susto viene acompañado de un efecto de sonido o de un truco visual que te hace saltar en tu butaca (te asustas porque cuando para el sonido y la banda sonora se relaja de pronto algo aparece de improviso en la pantalla con un estruendo); se busca lo truculento porque es impactante (en esta película el hombre lobo es una auténtica “bestia parda” que descuartiza, destroza extremidades y arranca cabezas de cuajo, lo cual siempre noquea claro); se elimina todo lo que argumentalmente pueda ralentizar la acción (en pantalla no hay un momento de calma o de reflexión, todo es dinámico); se acude a escenas que impresionen siempre, que visualmente llamen la atención (no hay imagen que no tenga un tono lúgubre o inquietante, que no sea impactante o en la que no acontezca una acción intensa, lo cual es fácil con los efectos visuales de los que se dispone hoy en día) y el final está pensado para ser el no va más (espectacular es, por su puesto, pero me da la sensación que los guionistas se toman muchas licencias para que el final sea ese y no otro sólo porque así es más impactante). Esto garantiza que el ritmo sea ágil, que sea difícil apartar la atención de la pantalla, pero siempre he pensado que centrarse demasiado en estos recursos sin cuidar personajes y sus relaciones o la trama causa el efecto contrario y hace perder interés, que es lo que a mí me sucedió viéndola.

Por informaciones que he ido leyendo el rodaje fue bastante complicado. Al parecer Benicio del Toro, tras ganar el óscar como mejor secundario por “Traffic”en el año 2000, ganó el peso específico suficiente como para que la Universal se pensara volver a rodar una película sobre el hombre lobo con él como protagonista, pero el proyecto tuvo bastantes problemas para salir adelante y aunque Mark Romanek, director de “Retratos de una obsesión” se hizo cargo del mismo originalmente, al final se le cedió el testigo a Joe Johnston, un director “de encargo” que previamente había filmado “Jumanji” y “Parque jurásico III” y que se encontró con todo planificado ya. No sólo hubo problemas en la gestación de la película, al parecer también la postproducción fue difícil, tuvieron que filmarse escenas adicionales para corregir defectos detectados en los pases de prueba y el estreno se retrasó cinco veces debido a remontajes y todo tipo de cambios. Pienso que estas cosas no se notan a simple vista, pero afectan al resultado y en concreto los actores no brillan, como si el asunto no fuera con ellos y se limitaran a cumplir con su contrato, realmente están eclipsados por toda la parafernalia técnica y eso a pesar de que el reparto es de relumbrón: Benicio del Toro, Anthony Hopkins, Hugo Weaving o Geraldine Chaplin. A los productores parece interesarles más la transformaciones o la atmósfera nebulosa o la acción trepidante que la relación entre Lawrence Talbot y su cuñada o su padre, que deberían ser el auténtico plato fuerte de la función. La historia que se nos cuenta arranca cuando Lawrence vuelve de Estados Unidos a la mansión de su padre para descubrir qué le ha pasado a su desaparecido hermano. Ni el drama de su fallecimiento en extrañas circunstancias, ni la relación de Lawrence con su padre y su cuñada, ni la investigación que tienen lugar son a la postre tan importantes como el envoltorio escénico (en concreto el episodio del especialista que trata de probar que Lawrence Talbot es solamente una persona trastornada es un buen ejemplo de lo que es esta película: se trata de un momento espectacular sí, pero poco verosímil y completamente previsible y más que dramático o terrorífico tiene un cierto punto irónico y hasta cómico, vamos que no funciona como debería).

Por supuesto dicho lo dicho, a nadie se le escapará que lo mejor de la película es lo puramente técnico. La ambientación está realmente lograda tanto en interiores como en exteriores y en concreto las tomas nocturnas tienen una gran fuerza visual como ocurre con aquella en la que se produce el ataque en el poblado gitano y desde luego la labor de Rick Baker con el maquillaje es absolutamente espectacular. Para quien no lo sepa, Baker causó auténtica fascinación hace 30 años con la transformación de “Un hombre lobo americano en Londres” y ahora, tras un porrón de premios y magníficos trabajos para un sinfín de películas, de alguna manera se homenajea a sí mismo yendo un poco más allá de lo que hizo gracias a los avances de los efectos visuales.

En la puesta en escena e incluso en la resonante banda sonora tampoco escapa el intento por hacer algo así como lo que Francis Ford Coppola hizo con “Drácula”, aunque el resultado más bien es a la leyenda del hombre lobo como lo que Stephen Sommers perpetró con “Van Helsing” respecto al mundo vampírico y me parece una lástima. Pienso que los efectos y la ambientación deben estar al servicio de un argumento y no al revés, que es la sensación que me produce esta película, pero está claro que como la hora y pico que dura se pasa rápida mucha gente dará por bueno haber pagado la entrada porque es lo que realmente quieren sin darse cuenta que el drama personal de los personajes podría haber sido mucho más intenso y el suspense mucho más efectivo.