Título original: The hurt locker.
País: USA
Duración: 131 min.
Género: Acción, bélico, drama.
Interpretación: Jeremy Renner (sargento William James), Anthony Mackie (sargento J.T. Sanborn), Brian Geraghty (Owen Eldridge), Ralph Fiennes (Jefe de equipo), Guy Pearce (sargento Matt Thompson), David Morse (coronel Reed), Evangeline Lilly (Connie James), Christian Camargo (coronel John Cambridge).
Guión: Mark Boal.
Producción: Kathryn Bigelow, Mark Boal, Nicolas Chartier y Greg Shapiro.
Música: Marco Beltrami y Buck Sanders.
Fotografía: Barry Ackroyd.
Montaje: Bob Murawski y Chris Innis.
Diseño de producción: Karl Júlíusson.
Vestuario: George Little.
Distribuidora: DeAPlaneta.
Estreno en USA: 26 Junio 2009.
Estreno en España: 29 Enero 2010.
Como mínimo sorprendente está siendo la distribución de esta película hasta la fecha tanto en España como en Estados Unidos a tenor del reducido número de cines en los que se ha estrenado y se mantiene o ¿quizás sea una estrategia comercial para comenzar el verdadero despliegue después de los óscars? Desde luego no creo que el reducidísimo número de salas y horarios en los que se exhibe responda a que el público le haya dado la espalda porque si la ves te impacta y acabas hablando bien de ella.
Estoy hablando a dos semanas de los óscars para los que es la favorita junto a “Avatar” y para los que ha cosechado 9 nominaciones que incluye mejor película, mejor director (Kathryn Bigelow), mejor actor principal (Jeremy Renner), mejor guión original, mejor fotografía, mejor banda sonora, mejor montaje, mejor sonido y mejores efectos sonidos, casi nada al aparato.
No sólo eso, la crítica ha opinado sobre la película de manera prácticamente unánime y la considera uno de los mejores títulos de los últimos meses, si no el mejor; premios está recibiendo por doquier y recientemente ha conseguido el BAFTA de la Academia británica y además, cuando la ves te deja noqueado, o al menos eso es lo que me pasó a mí.
La película, para quien no lo sepa y sin destripar nada, trata sobre un comando de artificieros estadounidenses que operan en la devastada Irak. Argumentalmente no hay mucho más que contar, pero aseguro que la película da para mucho de inicio a fin porque no sólo cuenta el quehacer diario de los soldados, hay mucho más de fondo sobre lo que el espectador puede dar vueltas: el sinsentido de la guerra, la dureza del mundo militar, las desigualdades sociales y culturales....y sobretodo algo que Bigelow propone como terrible realidad para la reflexión: la adrenalina que produce la guerra, que aquí es entendida algo así como una droga y un sentido para vivir (al menos así lo es para el sargento William James, para quien resulta un mayor impulso vital que tener su propia familia). En concreto la película se inicia con la cita del libro que escribió el periodista Chris Hedges: “La anticipación por la batalla es una adicción potente y a menudo letal, porque la guerra es una droga”. Hay algo terrible en todo ello, pero lo más terrible es que esto va unido a la condición humana. Aunque no compartamos el sentir de James, todos entendemos viendo la película qué es lo que le pasa y por qué para él desactivar bombas es un subidón (puntazo a favor de Bigelow).
Lo que más me ha gustado de la película (y digo desde ya que me ha gustado muchísimo) es el extraordinario clima de tensión que consigue Bigelow desde el minuto uno. Las primeras escenas son de hecho hipnóticas (sensacional la minuciosidad con la que se cuenta la desactivación de la bomba, las escenas del robot y la presencia de Guy Pearce en unos minutos sencillamente geniales) y uno no se relaja ya hasta que no sale por la puerta del cine, lo cual, es de un mérito extraordinario porque significa que todo, argumento, montaje, ritmo fílmico, desarrollo han cuadrado de manera perfecta como un auténtico mecanismo de relojería. Sólo hay un momento en que la película parece “detenerse” hacia la segunda mitad, quizás porque Bigelow quiere que haya un “parón” antes del desenlace, pero a mí particularmente no me molesta y tampoco me parece que las imágenes del protagonista en Estados Unidos sobren o se alarguen en exceso, como he leído en alguna crítica, son necesarias para entender el desenlace y el tema central de la película.
Bigelow apuesta por una filmación “realista”, muy del gusto del cine actual que pretende contar historias que sean creíbles y próximas. Aunque la película se filmó en lugares como Jordania o Kuwait uno siente estar en Irak realmente porque aunque uno nunca haya estado allí se comprende, se intuye, que así debe ser. En ese sentido la película logra un extraordinario clima de tensión que se “respira” en todas y cada una de las escenas y que, por así decirlo, “estalla” en más de un momento a causa de la temeridad o valentía del sargento James, que se adentra en el peligro como pez en el agua. Hay en ello también una cierta dosis de ironía porque en este caso el héroe es un tipo al que realmente parece no importarle nada que le incumba personalmente a cambio de recibir su dosis de adrenalina diaria, a pesar de que tiene una familia, ya sea poder explotar en su trabajo siguiente o recibir una paliza de un compañero...su única ansia es vivir al límite...lo cual es lo que hacen los artificieros de esta película, pero también mucha otra gente que sólo encuentra en el riesgo y en la aventura una motivación para seguir adelante. En ese sentido la película plantea de manera inteligente lo que probablemente sea un problema o una característica de los tiempos actuales, una cierta deshumanización de la sociedad occidental.....En fin, se me ha ido la bola, pero me parece interesante que una película genere este tipo de ideas o pensamientos.
Otro aspecto a destacar de “En tierra hostil” es que presenta “recovecos” que exigen al espectador “atar” cabos: ¿por qué James se comporta como lo hace? ¿por qué se enfrenta al peligro por sí mismo sin usar el robot? ¿por qué utiliza en su primera misión la bomba de humo? ¿por qué se preocupa por Beckham? (apasionante episodio aquel en el que busca la casa de sus padres) ¿por qué en la casa de Beckham le dicen lo que le dicen? ¿qué hay detrás del almacén de explosivos que encuentran los artificieros?... Bigelow consigue una suerte de suspense interno en la película al mostrarnos los hechos tal cual, pero no explicar nada que nos obliga a interpretar lo que vemos. Las imágenes hablan por sí solas y explican todo lo que necesitamos saber, nos convierten en espectadores activos y nos hacen tomar una posición en la que podemos comprender mejor motivaciones y conductas, en la que somos testigos de un pueblo destrozado con dos facciones contrapuestas, un ejército que pretende establecer el orden según el criterio occidental y un escenario de pesadilla que permite desarrollar una de las películas más tensas, emocionantes e intensas que recuerdo. En muchos momentos de esta película entendemos que sí, hay gente con más o menos escrúpulos, pero eso ocurre en los dos bandos, queda claro que el verdadero enemigo, incluso en Irak, es la propia guerra.
A nivel técnico la película es espectacular porque aunque la filmación da la impresión de haberse realizado con una mera cámara al hombro hay un sinfín de escenas de una grandísima complejidad. Hay que tener en cuenta que la alternancia de primerísimos planos con otros más generales obliga en cine a complejos procesos y juegos con las lentes, la fotografía, el encuadre y el montaje y en ese sentido esta película es impresionante y hay detrás de ella un trabajo descomunal. Como ejemplos me gustaría citar la ya mencionada primera escena con el robot y Guy Pearce en la desactivación de la bomba, la escena en la que son emboscados en el desierto y se unen a una compañía británica inglesa (en la que aparece por sorpresa Ralph Fiennes) y la escena nocturna en la que penetran por las calles de la ciudad para perseguir a un grupo de insurgentes. En todas ellas y en algunas más la puesta en escena es brillante, pero más lo es cómo se ha jugado con todos los aspectos fílmicos para conseguir la máxima tensión y el máximo impacto, cosa que además tampoco sería posible sin un sonido espectacular.
Ignoro que ocurrirá en la próxima edición de los óscars y si finalmente Kathryn Bigelow le quitará el premio a mejor director a su exmarido, James Cameron, pero lo que sí ha dejado claro con ésta película es que su capacidad tras la cámara no sólo está fuera de toda duda, sino que probablemente se ha minusvalorado su talento, que ya demostró en películas tan infravaloradas como “Días extraños” o “K-19, the widowmaker”. Pocas películas se han visto en los últimos tiempos con la capacidad de ésta para encogerte el ánimo y mantenerte en tensión durante dos horas. Vaya subidón!!!
Estoy hablando a dos semanas de los óscars para los que es la favorita junto a “Avatar” y para los que ha cosechado 9 nominaciones que incluye mejor película, mejor director (Kathryn Bigelow), mejor actor principal (Jeremy Renner), mejor guión original, mejor fotografía, mejor banda sonora, mejor montaje, mejor sonido y mejores efectos sonidos, casi nada al aparato.
No sólo eso, la crítica ha opinado sobre la película de manera prácticamente unánime y la considera uno de los mejores títulos de los últimos meses, si no el mejor; premios está recibiendo por doquier y recientemente ha conseguido el BAFTA de la Academia británica y además, cuando la ves te deja noqueado, o al menos eso es lo que me pasó a mí.
La película, para quien no lo sepa y sin destripar nada, trata sobre un comando de artificieros estadounidenses que operan en la devastada Irak. Argumentalmente no hay mucho más que contar, pero aseguro que la película da para mucho de inicio a fin porque no sólo cuenta el quehacer diario de los soldados, hay mucho más de fondo sobre lo que el espectador puede dar vueltas: el sinsentido de la guerra, la dureza del mundo militar, las desigualdades sociales y culturales....y sobretodo algo que Bigelow propone como terrible realidad para la reflexión: la adrenalina que produce la guerra, que aquí es entendida algo así como una droga y un sentido para vivir (al menos así lo es para el sargento William James, para quien resulta un mayor impulso vital que tener su propia familia). En concreto la película se inicia con la cita del libro que escribió el periodista Chris Hedges: “La anticipación por la batalla es una adicción potente y a menudo letal, porque la guerra es una droga”. Hay algo terrible en todo ello, pero lo más terrible es que esto va unido a la condición humana. Aunque no compartamos el sentir de James, todos entendemos viendo la película qué es lo que le pasa y por qué para él desactivar bombas es un subidón (puntazo a favor de Bigelow).
Lo que más me ha gustado de la película (y digo desde ya que me ha gustado muchísimo) es el extraordinario clima de tensión que consigue Bigelow desde el minuto uno. Las primeras escenas son de hecho hipnóticas (sensacional la minuciosidad con la que se cuenta la desactivación de la bomba, las escenas del robot y la presencia de Guy Pearce en unos minutos sencillamente geniales) y uno no se relaja ya hasta que no sale por la puerta del cine, lo cual, es de un mérito extraordinario porque significa que todo, argumento, montaje, ritmo fílmico, desarrollo han cuadrado de manera perfecta como un auténtico mecanismo de relojería. Sólo hay un momento en que la película parece “detenerse” hacia la segunda mitad, quizás porque Bigelow quiere que haya un “parón” antes del desenlace, pero a mí particularmente no me molesta y tampoco me parece que las imágenes del protagonista en Estados Unidos sobren o se alarguen en exceso, como he leído en alguna crítica, son necesarias para entender el desenlace y el tema central de la película.
Bigelow apuesta por una filmación “realista”, muy del gusto del cine actual que pretende contar historias que sean creíbles y próximas. Aunque la película se filmó en lugares como Jordania o Kuwait uno siente estar en Irak realmente porque aunque uno nunca haya estado allí se comprende, se intuye, que así debe ser. En ese sentido la película logra un extraordinario clima de tensión que se “respira” en todas y cada una de las escenas y que, por así decirlo, “estalla” en más de un momento a causa de la temeridad o valentía del sargento James, que se adentra en el peligro como pez en el agua. Hay en ello también una cierta dosis de ironía porque en este caso el héroe es un tipo al que realmente parece no importarle nada que le incumba personalmente a cambio de recibir su dosis de adrenalina diaria, a pesar de que tiene una familia, ya sea poder explotar en su trabajo siguiente o recibir una paliza de un compañero...su única ansia es vivir al límite...lo cual es lo que hacen los artificieros de esta película, pero también mucha otra gente que sólo encuentra en el riesgo y en la aventura una motivación para seguir adelante. En ese sentido la película plantea de manera inteligente lo que probablemente sea un problema o una característica de los tiempos actuales, una cierta deshumanización de la sociedad occidental.....En fin, se me ha ido la bola, pero me parece interesante que una película genere este tipo de ideas o pensamientos.
Otro aspecto a destacar de “En tierra hostil” es que presenta “recovecos” que exigen al espectador “atar” cabos: ¿por qué James se comporta como lo hace? ¿por qué se enfrenta al peligro por sí mismo sin usar el robot? ¿por qué utiliza en su primera misión la bomba de humo? ¿por qué se preocupa por Beckham? (apasionante episodio aquel en el que busca la casa de sus padres) ¿por qué en la casa de Beckham le dicen lo que le dicen? ¿qué hay detrás del almacén de explosivos que encuentran los artificieros?... Bigelow consigue una suerte de suspense interno en la película al mostrarnos los hechos tal cual, pero no explicar nada que nos obliga a interpretar lo que vemos. Las imágenes hablan por sí solas y explican todo lo que necesitamos saber, nos convierten en espectadores activos y nos hacen tomar una posición en la que podemos comprender mejor motivaciones y conductas, en la que somos testigos de un pueblo destrozado con dos facciones contrapuestas, un ejército que pretende establecer el orden según el criterio occidental y un escenario de pesadilla que permite desarrollar una de las películas más tensas, emocionantes e intensas que recuerdo. En muchos momentos de esta película entendemos que sí, hay gente con más o menos escrúpulos, pero eso ocurre en los dos bandos, queda claro que el verdadero enemigo, incluso en Irak, es la propia guerra.
A nivel técnico la película es espectacular porque aunque la filmación da la impresión de haberse realizado con una mera cámara al hombro hay un sinfín de escenas de una grandísima complejidad. Hay que tener en cuenta que la alternancia de primerísimos planos con otros más generales obliga en cine a complejos procesos y juegos con las lentes, la fotografía, el encuadre y el montaje y en ese sentido esta película es impresionante y hay detrás de ella un trabajo descomunal. Como ejemplos me gustaría citar la ya mencionada primera escena con el robot y Guy Pearce en la desactivación de la bomba, la escena en la que son emboscados en el desierto y se unen a una compañía británica inglesa (en la que aparece por sorpresa Ralph Fiennes) y la escena nocturna en la que penetran por las calles de la ciudad para perseguir a un grupo de insurgentes. En todas ellas y en algunas más la puesta en escena es brillante, pero más lo es cómo se ha jugado con todos los aspectos fílmicos para conseguir la máxima tensión y el máximo impacto, cosa que además tampoco sería posible sin un sonido espectacular.
Ignoro que ocurrirá en la próxima edición de los óscars y si finalmente Kathryn Bigelow le quitará el premio a mejor director a su exmarido, James Cameron, pero lo que sí ha dejado claro con ésta película es que su capacidad tras la cámara no sólo está fuera de toda duda, sino que probablemente se ha minusvalorado su talento, que ya demostró en películas tan infravaloradas como “Días extraños” o “K-19, the widowmaker”. Pocas películas se han visto en los últimos tiempos con la capacidad de ésta para encogerte el ánimo y mantenerte en tensión durante dos horas. Vaya subidón!!!