Países: Canadá, Francia y USA.
Duración: 104 min. Género: Ciencia ficción, fantástico, terror. Interpretación: Adrien Brody (Clive Nicoli), Sarah Polley (Elsa Kast), David Hewlett (William Barlow), Delphine Chanéac (Dren adulta), Brandon McGibbon (Gavin), Simona Maicanescu (Joan).
Guión: Vincenzo Natali, Antoinette Terry Bryant y Doug Taylor; basado en un argumento de Vincenzo Natali y Antoinette Terry Bryant.
Producción: Steven Hoban.
Música: Cyrille Aufort.
Fotografía: Tetsuo Nagata.
Montaje: Michele Conroy.
Diseño de producción: Todd Cherniawsky.
Vestuario: Alex Kavanagh.
Distribuidora: Vértice Cine.
Estreno en Canadá: 4 Junio 2010.
Estreno en España: 30 Julio 2010.
Sabía de antemano que la película estaba dirigida por Vicenzo Natali, que hace unos años nos dejó KO con es película llena de sorpresas que es “Cube” y por supuesto eso y la presencia de Adrian Brody y Sarah Polley encabezando el reparto me atraían, aún siendo consciente de que seguramente ésta era una película de esas que encuentran su oportunidad en las, por lo general, sosas carteleras veraniegas. Una vez vista debo reconocer que tiene un tono inquietante que te mantiene viéndola con interés de principio a fin, pero me queda un regusto ligeramente desagradable, como el de una mala digestión y la convicción de que el guión es realmente flojo. Estamos ante un caso curioso, el de una película que deja una huella anímica, pero que no logra ser redonda.
La característica esencial de esta película es una atmósfera malsana, perturbadora, que Natali, eso sí, borda desde el comienzo y mantiene hasta el final; pero por esta razón no la recomendaré a nadie con el estómago inestable, es una película incómoda. Particularmente los propios títulos iniciales y el arranque ya te ponen alerta puesto que la cámara recorre unas entrañas que se intuyen no humanas como si estuviera haciendo una gastroscopia y a continuación adoptas como espectador la posición subjetiva de algo que está naciendo, un bichejo que literalmente tira para atrás. Ya he dicho mucho, el caso es que el director juega a tensionarte, a envararte con situaciones que producen inquietud, desasosiego y muchas veces asco, pero que te impactan.
La película va sobre dos científicos, Clive y Elsa, que trabajan en unos experimentos genéticos en una empresa farmacéutica llamada NERD que pretende encontrar soluciones para un buen número de enfermedades. El plan maestro es unir los ADN de distintos animales, pero el éxito con ellos lleva irremediablemente a un reto mayor, la unión de ADNS animales con humanos.
Este es el punto de partida y su desarrollo lleva inevitablemente a un desenlace con componentes dramáticos, con un fondo ético y con un resultado inquietante. Natali quiere desarrollar todo con esta película, pero realmente creo que el guión desaprovecha los dos primeros y sólo se logra acertar con la atmósfera, lo que también es atribuible a los equipos de sonido y efectos especiales, aunque éstos últimos, ya aviso que son modestos. Aunque potencialmente estamos ante una película de denuncia o un drama de resonancias frankenstenianas, el guión no permite que esto cuaje y, bajo mi punto de vista, sólo funciona el suspense, siempre con un tono malsano de pesadilla (Dren es un personaje propio de un delirio que nunca gana tus simpatías como espectador y que causa en ti rechazo, por lo que el componente dramático nunca termina por funcionar y mucho menos el giro de guión que pretende adentrarse en temáticas edípicas y freudianas). Hay además una inevitable sensación de irrealidad, potenciada en gran parte por la fotografía, y varias decisiones de los personajes que hay que pasar por alto para que no se resienta la lógica interna de la película, para mi gusto demasiadas, que hacen que uno se distancie. En suma, que el guión no funciona, aunque Natali si logra lo que pretende que es inquietarte y removerte en la butaca.
Lejos de ser una película de terror de esas Made In USA que solemos ver, “Splice” tiene mucho más de alucinación inquietante muy a lo David Cronemberg en títulos como “La mosca” o “Inseparables” y no es casual porque al igual que Cronemberg el director es también canadiense y en la producción pone dinero una productora canadiense además de Dark Castle y ¡¡¡sorpresa!!! la francesa Gaumont.
La característica esencial de esta película es una atmósfera malsana, perturbadora, que Natali, eso sí, borda desde el comienzo y mantiene hasta el final; pero por esta razón no la recomendaré a nadie con el estómago inestable, es una película incómoda. Particularmente los propios títulos iniciales y el arranque ya te ponen alerta puesto que la cámara recorre unas entrañas que se intuyen no humanas como si estuviera haciendo una gastroscopia y a continuación adoptas como espectador la posición subjetiva de algo que está naciendo, un bichejo que literalmente tira para atrás. Ya he dicho mucho, el caso es que el director juega a tensionarte, a envararte con situaciones que producen inquietud, desasosiego y muchas veces asco, pero que te impactan.
La película va sobre dos científicos, Clive y Elsa, que trabajan en unos experimentos genéticos en una empresa farmacéutica llamada NERD que pretende encontrar soluciones para un buen número de enfermedades. El plan maestro es unir los ADN de distintos animales, pero el éxito con ellos lleva irremediablemente a un reto mayor, la unión de ADNS animales con humanos.
Este es el punto de partida y su desarrollo lleva inevitablemente a un desenlace con componentes dramáticos, con un fondo ético y con un resultado inquietante. Natali quiere desarrollar todo con esta película, pero realmente creo que el guión desaprovecha los dos primeros y sólo se logra acertar con la atmósfera, lo que también es atribuible a los equipos de sonido y efectos especiales, aunque éstos últimos, ya aviso que son modestos. Aunque potencialmente estamos ante una película de denuncia o un drama de resonancias frankenstenianas, el guión no permite que esto cuaje y, bajo mi punto de vista, sólo funciona el suspense, siempre con un tono malsano de pesadilla (Dren es un personaje propio de un delirio que nunca gana tus simpatías como espectador y que causa en ti rechazo, por lo que el componente dramático nunca termina por funcionar y mucho menos el giro de guión que pretende adentrarse en temáticas edípicas y freudianas). Hay además una inevitable sensación de irrealidad, potenciada en gran parte por la fotografía, y varias decisiones de los personajes que hay que pasar por alto para que no se resienta la lógica interna de la película, para mi gusto demasiadas, que hacen que uno se distancie. En suma, que el guión no funciona, aunque Natali si logra lo que pretende que es inquietarte y removerte en la butaca.
Lejos de ser una película de terror de esas Made In USA que solemos ver, “Splice” tiene mucho más de alucinación inquietante muy a lo David Cronemberg en títulos como “La mosca” o “Inseparables” y no es casual porque al igual que Cronemberg el director es también canadiense y en la producción pone dinero una productora canadiense además de Dark Castle y ¡¡¡sorpresa!!! la francesa Gaumont.
En suma, una película sin duda valiente y arriesgada para los que quieran tensión y soporten cierto límite de aprensión, que se queda un poco a medias de lo que podría haber sido quizás por su obsesión por la atmósfera malsana.