***
Título original: A single man.
País: EEUU
Duración: 99 min.
Género: Drama.
Interpretación: Colin Firth (George), Julianne Moore (Charley), Matthew Goode (Jim), Nicholas Hoult (Kenny), Ginnifer Goodwin (Sra. Strunk), Teddy Sears (Sr. Strunk), Jon Kortajarena (Carlos), Paulette Lamori (Alva), Ryan Simpkins (Jennifer).
Guión: Tom Ford y David Scearce; basado en la novela de Christopher Isherwood. Producción: Tom Ford, Chris Weitz, Andrew Miano y Robert Salerno.
Música: Abel Korzeniowski y Shigeru Umebayashi.
Fotografía: Eduard Grau.
Montaje: Joan Sobel.
Diseño de producción: Dan Bishop.
Vestuario: Arianne Phillips.
Distribuidora: Aurum.
Estreno en USA: 11 Diciembre 2009.
Estreno en España: 12 Febrero 2010.
Sorprendente ópera prima cuya mayor virtud es su sensibilidad y su intenso halo melancólico, obtenido a través de un suave ritmo narrativo, una envolvente banda sonora de Abel Korzeniowski (recuerda en cierto modo el estilo de Patrick Doyle) y una magnífica fotografía que juega con el color y la intensidad oscilando según el estado anímico del protagonista y, por supuesto, con un Colin Firth en auténtico estado de gracia interpretativo, capaz de transmitir a la perfección el poso de tristeza que anida en su personaje.
La película se sitúa en Los Ángeles en la época de la crisis de los misiles cubanos (1962), una ciudad en la que puede verse un gran póster de “Psicosis” ante el que el protagonista conversa con el personaje que interpreta el modelo español Jon Kortajarena y lo indico porque es una escena especialmente icónica. Colin Firth interpreta al profesor George Falconer, un profesor universitario que atraviesa una crisis personal tras la muerte de su pareja, Jim (Mathew Goode). Su apoyo tradicionalmente ha sido su amiga y confidente Charley (Julianne Moore), pero George está casi rendido porque no consigue ver con claridad su futuro.
Evidentemente estamos ante un drama personal en el que se entremezclan recuerdos con el momento presente y en el que los diálogos tienen un especial protagonismo, siempre entre dos personajes, en situaciones íntimas y en un tono en el que tienen cabida incluso las reflexiones existenciales, pero a pesar de ello la película no se hace lenta ni pesada gracias principalmente a unas interpretaciones magníficas (junto a Firth y a Moore, que están espléndidos, yo añadiría al joven Nicholas Hoult, en el papel de Kenny, que soporta excepcionalmente los primeros planos más complicados) y también a una magnífica adaptación de la novela original de Christopher Isherwood (creador tambien de “Cabaret”) que han escrito el director y David Scearce.
Al margen de la historia en sí del protagonista, que es desde luego la columna vertebral del relato hay un poso existencial en esta película que permite reflexionar sobre varios temas: por encima de todo el amor, valorado en esta ocasión desde la perspectiva de homosexualidad, tratada en esta ocasión con un profundo respeto y sensibilidad, haciéndola comprensible hasta para el más reacio; lo vacío de una vida sin amor (en el mejor diálogo de la película George asegura “Sabes, lo único que ha hecho que todo valga la pena son esas veces en las que de verdad he podido conectar con otro ser humano); el conflicto entre la rendición y la esperanza (“Unas cuantas veces en mi vida he experimentado momentos de una claridad meridiana, en los que durante unos breves segundos, el silencio ahoga el ruido y puedo sentir en lugar de pensar y todo parece muy definido y el mundo claro y fresco como si todo acabara de nacer”) o el miedo (George les explica a sus alumnos “El miedo está conquistando el mundo, el miedo se está utilizando como herramienta de manipulación en nuestra sociedad, es la forma de los políticos de vender políticas y para los publicistas de vendernos cosas innecesarias, pensad en ello, el miedo a ser atacados, el miedo a que haya comunistas acechando en cada esquina, el miedo a que un pequeño país caribeño que no cree en nuestra forma de vida represente un peligro para nosotros, el miedo a que la cultura negra se extienda por el mundo, el miedo a la caderas de Elvis Presley, tal vez ese sea un miedo real....el miedo a que el mal aliento destroce nuestra vida social, el miedo a hacerse viejo y estar solo”.
Lo más sorprendente y a la vez el mérito más evidente de Tom Ford es conseguir que un argumento como el de esta película atrape nuestro interés y además posea la sensibilidad que emana en todo momento y además lograrlo en la que es tu primera película, aunque el verdadero milagro en este caso me parece la actuación de Colin Firth y no porque sea mal actor sino por lo grandioso que está. Firth ganó el premio a mejor actor en el Festival de Venecia y fue nominado el mejor óscar, que finalmente ganó Jeff Bridges por “Corazón salvaje”.
En cualquier caso una película en la antítesis de la épica y la acción, un drama que ante todo pretende ser lírico y emotivo y con un estilo refinado, muy próximo a la estética del spot de colonias (lógico por otra parte, el director viene del mundo de la moda y trabajaba para Gucci). Cada género y cada película tiene su público, ésta ha de verse en calma, a la cálida luz de una lámpara en una atmósfera apacible y dispuesto a dejarse llevar por dramas íntimos.
La película se sitúa en Los Ángeles en la época de la crisis de los misiles cubanos (1962), una ciudad en la que puede verse un gran póster de “Psicosis” ante el que el protagonista conversa con el personaje que interpreta el modelo español Jon Kortajarena y lo indico porque es una escena especialmente icónica. Colin Firth interpreta al profesor George Falconer, un profesor universitario que atraviesa una crisis personal tras la muerte de su pareja, Jim (Mathew Goode). Su apoyo tradicionalmente ha sido su amiga y confidente Charley (Julianne Moore), pero George está casi rendido porque no consigue ver con claridad su futuro.
Evidentemente estamos ante un drama personal en el que se entremezclan recuerdos con el momento presente y en el que los diálogos tienen un especial protagonismo, siempre entre dos personajes, en situaciones íntimas y en un tono en el que tienen cabida incluso las reflexiones existenciales, pero a pesar de ello la película no se hace lenta ni pesada gracias principalmente a unas interpretaciones magníficas (junto a Firth y a Moore, que están espléndidos, yo añadiría al joven Nicholas Hoult, en el papel de Kenny, que soporta excepcionalmente los primeros planos más complicados) y también a una magnífica adaptación de la novela original de Christopher Isherwood (creador tambien de “Cabaret”) que han escrito el director y David Scearce.
Al margen de la historia en sí del protagonista, que es desde luego la columna vertebral del relato hay un poso existencial en esta película que permite reflexionar sobre varios temas: por encima de todo el amor, valorado en esta ocasión desde la perspectiva de homosexualidad, tratada en esta ocasión con un profundo respeto y sensibilidad, haciéndola comprensible hasta para el más reacio; lo vacío de una vida sin amor (en el mejor diálogo de la película George asegura “Sabes, lo único que ha hecho que todo valga la pena son esas veces en las que de verdad he podido conectar con otro ser humano); el conflicto entre la rendición y la esperanza (“Unas cuantas veces en mi vida he experimentado momentos de una claridad meridiana, en los que durante unos breves segundos, el silencio ahoga el ruido y puedo sentir en lugar de pensar y todo parece muy definido y el mundo claro y fresco como si todo acabara de nacer”) o el miedo (George les explica a sus alumnos “El miedo está conquistando el mundo, el miedo se está utilizando como herramienta de manipulación en nuestra sociedad, es la forma de los políticos de vender políticas y para los publicistas de vendernos cosas innecesarias, pensad en ello, el miedo a ser atacados, el miedo a que haya comunistas acechando en cada esquina, el miedo a que un pequeño país caribeño que no cree en nuestra forma de vida represente un peligro para nosotros, el miedo a que la cultura negra se extienda por el mundo, el miedo a la caderas de Elvis Presley, tal vez ese sea un miedo real....el miedo a que el mal aliento destroce nuestra vida social, el miedo a hacerse viejo y estar solo”.
Lo más sorprendente y a la vez el mérito más evidente de Tom Ford es conseguir que un argumento como el de esta película atrape nuestro interés y además posea la sensibilidad que emana en todo momento y además lograrlo en la que es tu primera película, aunque el verdadero milagro en este caso me parece la actuación de Colin Firth y no porque sea mal actor sino por lo grandioso que está. Firth ganó el premio a mejor actor en el Festival de Venecia y fue nominado el mejor óscar, que finalmente ganó Jeff Bridges por “Corazón salvaje”.
En cualquier caso una película en la antítesis de la épica y la acción, un drama que ante todo pretende ser lírico y emotivo y con un estilo refinado, muy próximo a la estética del spot de colonias (lógico por otra parte, el director viene del mundo de la moda y trabajaba para Gucci). Cada género y cada película tiene su público, ésta ha de verse en calma, a la cálida luz de una lámpara en una atmósfera apacible y dispuesto a dejarse llevar por dramas íntimos.