jueves, 11 de agosto de 2011

“Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, parte 2” (David Yates, 2011)

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Título original: Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 2.
País: Reino Unido.
Duración: 130 min.
Género: Aventuras, fantástico.
Reparto: Daniel Radcliffe (Harry Potter), Rupert Grint (Ron Weasley), Emma Watson (Hermione Granger), Ralph Fiennes (lord Voldemort), Michael Gambon (Albus Dumbledore), Bill Nighy (Rufus), John Hurt (Sr. Ollivander), Helena Bonham Carter (Bellatrix Lestrange), Robbie Coltrane (Rubeus Hagrid), Imelda Staunton (Dolores Umbridge), Jason Isaacs (Lucius Malfoy), Alan Rickman (Severus Snape), Maggie Smith (Minerva McGonagall), Timothy Spall (Peter Pettigrew), Julie Walters (Sra. Weasley), Bonnie Wright (Ginny Weasley), Matthew Lewis (Neville), Tom Felton (Draco Malfoy), Evanna Lynch (Luna Lovegood), Mark Williams (Arthur Weasley). Guion: Steve Kloves; basado en la novela de J.K. Rowling.
Producción: David Barron, David Heyman y J.K. Rowling.
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Eduardo Serra.
Montaje: Mark Day.
Diseño de producción: Stuart Craig.
Vestuario: Jany Temime.
Distribuidora: Warner Bros. Pictures International España.
Estreno en Reino Unido: 15 Julio 2011.
Estreno en España: 15 Julio 2011.

Por suerte o por desgracia hace unas semanas se puso punto y final a la saga cinematográfica de Harry Potter con la segunda parte de “Las reliquias de la muerte”, la adaptación del séptimo y hasta la fecha último libro de J. K. Rowling sobre el niño mago (ya no tan niño).

Con esta última entrega y antes de hablar de la película en sí permitámonos un instante para analizar toda la saga desde una perspectiva global ¿Ha sido un éxito? ¿Ha funcionado en taquilla? ¿Ha merecido la pena seguirla? Reflexionando sobre estos asuntos creo que tanto productores como seguidores podemos concluir que sí, al margen de que haya gustado más o menos que, como siempre, no deja de ser algo muy personal.

En términos económicos los números no engañan y se ha convertido en la franquicia más rentable de todos los tiempos, lo cual demuestra que ya hace años había un público potencial deseoso de ver este tipo de cine, de corte fantástico, dirigido a los chavales pero también a los que no lo son tanto (las últimas entregas no han sido precisamente para niños) y en el que la aventura y la acción son ingredientes esenciales. No nos engañemos, esto no siempre fue así y si no que les pregunten a los chavales de los 70’s y 80’s si se hacía este tipo de cine (alguna película había, pero pocas, tampoco había medios técnicos para hacerlas en condiciones). La saga de Harry Potter, que nos ha acompañado desde aquel ya lejano 2001, representa de algún modo el nuevo cine de entretenimiento y se ha convertido en una referencia del género a lo largo de toda la primera década del siglo XXI.






















Además estamos ante todo un fenómeno sociológico de trascendencia mundial en el que se unen cine, literatura, merchandising en lo que constituye un negocio global. Así pues, la respuesta es sí, ha sido un éxito en toda regla.

En cuanto a si ha merecido la pena seguir la saga cada cual tiene su propia respuesta en función de lo que quiere y lo que espera y pienso que ninguna es definitiva. Particularmente yo me solidarizo con todo ese público que quería ver este tipo de cine y leer este tipo de novelas porque eran y son necesarias por muchos motivos, pero sobretodo porque nunca se debe de dejar de ser niño del todo.

Con aciertos y desaciertos, que de todo ha habido a lo largo de ocho películas, el regusto final es bueno y positivo, máxime cuando han guardado lo mejor de la pirotecnia disponible para el final, para cerrar la historia como merece, con el público marchándose satisfecho de las salas. A estas alturas no dudo ni por un momento que un gran estudio como Warner Bros sabe perfectamente a quién debe contratar para firmar un buen guión, para lograr los mejores decorados y efectos especiales y para introducirnos en la historia con el mejor sonido envolvente y desde luego no se ha reparado en gastos y éstos lucen en la pantalla.





















Yendo ya en concreto al meollo de esta última entrega lo más sorprendente para mi gusto es que David Yates, al que juzgamos como simplemente correcto tras “La orden del Fénix” (una de las novelas más complicadas de adaptar todo hay que decirlo) y al que quisimos “despedazar” tras “El misterio del príncipe” (la peor película de la franquicia sin género de dudas) haya podido culminar a tan buen nivel el proyecto, aunque tengo la sospecha de que las dos películas en las que se ha dividido la última novela le han permitido desarrollar todo mucho mejor y quizás Yates sólo sea un empleado más de Warner y tenga poco que decir en la resolución de muchas cosas (quizás deberíamos fijarnos más en la labor de productores como David Hayman o la propia autora de las novelas). Sea de un modo u otro el caso es que la primera parte de “Las reliquias de la muerte” me pareció que resolvía bastante bien el guión, pero es que esta segunda parte lo resuelve casi a la perfección logrando un plausible equilibrio entre tramas y subtramas, personajes principales y secundarios y haciendo que nuestro interés se mantenga de principio a fin, entreteniéndonos en todo momento y además haciéndonos disfrutar o dejándonos con el alma en un vilo según toca.

Al comienzo de la película hay todavía una fase de cierta investigación y suspense heredada de la trama de la entrega anterior, los acontecimientos se toman su tiempo y aunque también hay momentos intensos y emocionantes como la entrada en Gringotts existe una cierta morosidad que ralentiza la resolución de la historia (a cambio disfrutamos de las emociones de los personajes porque los tres protagonistas andan ya muy zarandeados por las circunstancias y es preciso que se note). En mi opinión hay un momento, no obstante, a partir del cual, el argumento y la película, que han ido subiendo como el carromato de una montaña rusa, de pronto, se lanzan al vacío y ya no paran hasta el final en una sucesión de subidas y bajadas espectaculares. La película te entretiene, te sobrecoge, te zarandea, te emociona, te encoge el ánimo y te suelta para volverte a apabullar...es justo lo que el espectador espera, lo que quiere ver y disfrutar y creo que esa es precisamente la razón por la que casi todo el mundo sale contento del cine.

Tanto el argumento como la pirotecnia visual desplegada por Sony Pictures Imageworks e Industrial Light & Magic (compañías encargadas de los efectos especiales) disponen de “dinamita” de sobra para ofrecer la mejor traca final posible y como espectadores lo apreciamos. A poca gente he oído que ande disgustada, más bien lo contrario, ha gustado bastante la resolución y yo diría que no sólo porque los efectos sean más espectaculares que nunca sino también porque se sufre con los personajes, porque nos transmiten emociones y siempre se vive mucho más una historia cuando es esto sucede. Habrá quien aprecie más y quien menos al elenco, pero todos cumplen, todos están como mínimo correctos en sus papeles y ninguna actuación “chirría” como ocurría en otras ocasiones. Si acaso sí resulta un poquito chirriante Voldemort, con esas muecas y esa voz de falsete que harán las delicias de los imitadores (José Mota puede “salirse” a poco que se lo proponga) pero pienso que eso tiene mucho más que ver con el maquillaje que le han puesto a Ralph Fiennes que con su actuación.






















Del argumento no pienso decir nada, por supuesto, aunque sí adelanto que el final me pareció incluso mejor que el del libro y me diréis, si más o menos es lo mismo, pues sí y no y me explico. En la novela me resultó el final un tanto previsible pese a todo e incluso un poquito acelerado. En la película creo que queda mejor, que la conclusión está mejor desarrollada, que puede ser previsible igualmente pero cuadra mejor como cierre de la saga en cierta forma jugando con la idea del eterno retorno y trabajando mejor la explicación con las imágenes, evitando un sentimentalismo en el que fácilmente se podría haber caído y que se quiebra con sentido del humor. No sé si será así, pero me gustaría pensar que el responsable de ello es Steve Kloves, que ha firmado casi todos los guiones de la saga y que me parece un grandioso guionista (véanse además “los fabulosos Baker boys” y “Jóvenes prodigiosos” para corroborarlo).

Sí hay que decir que ni el argumento ni la ambientación son apropiados para niños pequeños como tampoco lo eran en las dos películas anteriores. Hay que pensar que J. K. Rowling escribió su primera novela para niños y que las siguientes las confeccionó pensando en que esos niños que las iban a leer irían creciendo, así que la trama se va tornando oscura, asfixiante, terrorífica en algún momento y en esta última entrega todo se “oscurece” al máximo. En cualquier caso no es una pega para el público que empezó a ver la saga siendo niño y ya ha crecido y tampoco para los adultos, más bien todo lo contrario.

En definitiva que la última película no defrauda, que ofrece lo que uno espera ver e incluso sorprende y que es el cierre perfecto para uno de los proyectos más logrados de la industria del cine en los últimos años, que nos ha mantenido en vilo durante una década y que será difícil que se repita al mismo nivel.




MIS ESCENAS FAVORITAS ¡¡¡CUIDADOOOOO, CONTIENE SPOILERS!!!!

- La entrada y, por supuesto, la salida de Gringotts con el dragón, todo un festín de efectos visuales.
- El ataque a Hogwarts al completo, una batalla espectacular como pocas.
- La resurrección de Potter utilizando una de las reliquias y la conversación que tiene con Dumbledore en la que le explica su plan.
- La escena de la sala de los menesteres, otro plato fuerte de efectos visuales.
- El enfrentamiento final entre Potter y Voldemort sobretodo porque supone, gracias a las intervenciones de los secundarios, de una auténtica pugna entre lo inhumano y lo humano. Podríamos decir que la amistad es el arma que esgrimen en los de Hogwarts y el miedo la que esgrimen los mortífagos.
- La escena final, contra todo pronóstico no resulta ñoña, emociona en cierto modo y es una buena forma de cerrar el círculo.