País: España
Duración: 109 min.
Género: Melodrama, costumbrista
Reparto: José Sacristán, Fiorella Faltoyano, Antonio Gamero, Silvia Tortosa, Héctor Alterio, Simón Andreu, Covadonga Cadenas, María Casanova, José Fernández, Pilar Lavanda, Carmen Luján, Berta Fraguas, Micaela Fraguas, José María González Sinde
Guión: José Luis Garci, José María González Sinde
Fotografía: Manuel Rojas
Maquillaje: Francisca Guillot, Miguel Sesé, Paloma Fernández
Montaje: Miguel González Sinde
Sonido: Enrique Molinero
Vestuario: Paquita Pons
Ese viaje nostálgico que ahora hace la serie “Cuéntame”, se puede hacer también con las primeras películas de José Luis Garci, un director cuyos mejores trabajos estoy convencido que son aquellos en los que analiza épocas y circunstancias desde la observación de lo cotidiano y utilizando la sensibilidad como marca de estilo.
No muy lejos de sus mejores títulos (”El abuelo”, “Volver a empezar” o “El crack”) queda ésta su primera película, que tuvo un notable éxito en su época y que retrató como pocas en su día el desencanto de una generación a la que la transición les llegó tarde, como todo, como rezaba ese texto que cerraba la película y que copio abajo.
El argumento trata sobre José y Elena, ambos casados y con sus respectivos hijos, que un día se encuentran y deciden recordar aquel tiempo en el que fueron novios en Miraflores, una localidad a las afueras de Madrid, a la que acuden para revivir su adolescencia. La historia se sitúa además en los últimos meses de 1975, momento en que muere Franco y España experimenta profundos cambios.
La película no tiene gran enjundia argumental (sí temática), eso es cierto, pero refleja de maravilla la sociedad y el momento y explica con acierto, ternura y una comicidad muy de aquella España el lío personal en que se encontraban muchas personas justo en el umbral de una nueva etapa en la que iban a poder caminar hacia delante dejando muchos prejuicios y libertades coartadas atrás.
El asunto principal es la relación entre José y Elena, una relación fuera de la pareja, mostrada abiertamente, sin tapujos y sin censuras (los personajes se ríen de ello en concreto cuando se duchan juntos sin remilgos recordando esas películas en las que ellas se tapaban al levantarse de la cama); pero la película también alude al momento político y social puesto que José es abogado “de rojos” y tiene la responsabilidad de asumir el inevitable cambio de la sociedad con sus clientes.
Nadie hace el cine que hace Garci. El género de esta película es inclasificable en cierto modo, a medio camino entre lo sentimental, el melodrama, la comedia hispana o la descripción social. Por momentos “la locomotora” que es José (así le llama Elena) nos recuerda un poco al José Luis López Vázquez de muchas películas de la época, pero no estamos ante una comedia, aunque haya diálogos muy de comedia de costumbres al uso de muchas series actuales. Particularmente pienso que la película gana cuando se pone seria, cuando Elena y José hablan “en serio” (no son muchas veces) y cuando Garci se fija en pequeños detalles que entonces podían parecer poco importantes, pero que hoy permiten una mirada melancólica al pasado que tiene mucho valor. Es curioso, pero a veces algunas escenas que en su día quizás parecieron superfluas, al cabo del tiempo dicen mucho: esa forma en que Elena le prepara la manzanilla a José en el apartamento donde se ven a escondidas, esas escenas de los desayunos con colacao, las comidas aún sin la tele como contertulio inexcusable o en la cocina o escuchando la lotería de navidad en la radio o simplemente esas tomas cenitales, esas vistas desde el cielo que muestran un Madrid anterior...han pasado apenas 35 años y tienen ya el aroma de otra época.
Seguramente esta película tendrá más impacto sentimental en quienes vivieran aquel momento y les interesará más, pero también es posible que quede como documento de una época y eso es seguramente lo que mejor sabe hacer Garci con una cámara. Eso y el contarnos historias desde la ternura.
“Asignatura pendiente” es una película de director y de actores. Creo que a las películas de Garci siempre les ha perjudicado el estar dobladas (él opinará otra cosa porque es una mera cuestión de estrategia de rodaje) y en este caso, por ejemplo, nos perdemos la voz de Héctor Alterio (aunque seguramente querían quitarle el acento), no obstante los actores están a un nivel más que bueno, especialmente Fiorella Faltollano que borda un personaje que enternece en todo momento y más cuando reflexiona sobre su situación como mujer en una sociedad a la que todavía le queda mucho por evolucionar (en un momento dice: “las mujeres tenemos tan poco...”). José Sacristán también borda a un abogado “peleón”, de izquierdas, que está a medio camino entre el galán y el buscarrollos a lo comedia española de los 60’s, tan titubeante en formas como en decisión, pero que al final da un paso adelante.
En definitiva, una película con una fuerte carga nostálgica y emotiva, que habla de personajes a caballo entre una época y otra, entre una edad y otra, en un momento crucial de sus vidas y que explica muy bien, a su modo, con ternura y sensibilidad muy personales estas circunstancias: “Las dictaduras son como las bicicletas, que cuando se paran se caen. El amor es igual”.
TE GUSTARÁ SI EN SU DÍA TE GUSTARON...
- “Solos en la madrugada”
- “Las verdes praderas”
- “Sesión continua”
- “Volver a empezar”
MIS ESCENAS FAVORITAS ¡¡¡CUIDAO, CONTIENE SPOILERS!!!!
- La escena inicial, cenital de Madrid, con los personajes narrando en off su pasado.
- Una curiosidad: el choto de la cría que hace de hija de Elena cuando se va al colegio con su padre (pocas veces se ha visto a un crío llorar tan amargamente en una película) -
- Elena sobre las burlas cuando aún no eran novia de José: “¡Parecen los amantes de Teruel, tonta ella y tonto él!”.
- José le propone a Elena que le diga a su marido que va a comer en el “Galerías” (Galerías preciados) y poco después su mujer hace lo mismo.
- La mañana en que José y Elena acuden a Miraflores y ese viaje en coche mientras suena el Dúo Dinámico (la música suena a pasada de moda, pero funciona para ambientar la película en la época).
- Elena: “Por qué será que todo lo bueno en esta vida es pecado o engorda”.
- José: “Como dice mi mujer: eran nones y no llegaban a tres”.
- La escena en que la cámara se detiene en Elena y la luz comienza a disminuir a su alrededor para introducirnos en un largo flashback.
- La escena en la que José le propone a Elena acostarse juntos y ella termina diciéndole ¿Cuándo quieres que aprobemos la asignatura pendiente”.
- La escena del primer encuentro en casa de “Trotski” en la que José con gran delicadeza se echa atrás y le comenta a Elena que no tienen por qué hacer nada.
- La escena en la que, al final de la película, Elena analiza la relación que sostiene con José y lo que ha pasado....las ilusiones se pierden....José se había encontrado con Elena en un mal momento....”Era agradable mirar hacia atrás sobretodo porque no había nada que mirar hacia delante”.
A nosotros, que supimos, cuando ya no
había remedio, que aquel mundo
imperial en Cinemascope y color
DeLuxe que nos habían prometido en el
colegio y en tantos discursos y sermones,
no existiría nunca…
A nosotros, que hemos ido llegando
tarde a todo: a la infancia,
a la adolescencia, al sexo, al amor,
a la política…
A nosotros, que nos quitaron, año
tras año, el significado de cuanto nos
rodeaba, aunque fueran las cosas más
pequeñas, menos importantes…
Y a quienes nos hicieron así: nuestros
padres, que también llevaron lo suyo;
y a Sor Bernarda, siempre dando
pellizcos; y al Padre Pulido, que
tanto nos azaraba cuando nos echaba
el brazo por el cuello;
y a José Mallorquí y sus “Dos hombres buenos”,
y a Roberto Alcázar y Pedrín, jefe de
centuria y “flecha”, respectivamente;
y a Domingo, el de los comestibles,
que partía el chicle “bazooka” con un
cuchillo enorme;
y a Young Martín y a Fred Galiana;
y a Di Stefano y a Kubala, y los
zapatos de Segarra;
y a Pedro Pablo Ayuso y Matilde
Conesa, y a Guillermo Sautier
Casaseca y a Marcial Lafuente
Estefanía;
y a Indívil y Mardonio, y a “By Vázquez”,
y a Conti, y a Peñarroya;
y al inventor del “palmo y dao”, y al
Padre Venancio Marcos, y a “La melodía misteriosa”,
y a Gila, y a Pepe Iglesias
“El Zorro”, y a Renato Carossone y a
Gloría Lasso, y a Luis Mariano,
que nunca lo dejaron en paz con eso de si
era marica;
y a Juan de Orduña, el de “Locura de amor”,
y a Carpanta, y al gran Mekong
de los Wiganes, y al “París Hollywood”;
y al Padre Ripalda (no, al Padre Ripalda, no);
bueno, pues a los últimos de Filipinas;
y a los amigos ricos que nos dejaron
jugar alguna vez con sus trenes eléctricos,
y a todos los billares y futbolines de España,
y a Marilyn Monroe…
No muy lejos de sus mejores títulos (”El abuelo”, “Volver a empezar” o “El crack”) queda ésta su primera película, que tuvo un notable éxito en su época y que retrató como pocas en su día el desencanto de una generación a la que la transición les llegó tarde, como todo, como rezaba ese texto que cerraba la película y que copio abajo.
El argumento trata sobre José y Elena, ambos casados y con sus respectivos hijos, que un día se encuentran y deciden recordar aquel tiempo en el que fueron novios en Miraflores, una localidad a las afueras de Madrid, a la que acuden para revivir su adolescencia. La historia se sitúa además en los últimos meses de 1975, momento en que muere Franco y España experimenta profundos cambios.
La película no tiene gran enjundia argumental (sí temática), eso es cierto, pero refleja de maravilla la sociedad y el momento y explica con acierto, ternura y una comicidad muy de aquella España el lío personal en que se encontraban muchas personas justo en el umbral de una nueva etapa en la que iban a poder caminar hacia delante dejando muchos prejuicios y libertades coartadas atrás.
El asunto principal es la relación entre José y Elena, una relación fuera de la pareja, mostrada abiertamente, sin tapujos y sin censuras (los personajes se ríen de ello en concreto cuando se duchan juntos sin remilgos recordando esas películas en las que ellas se tapaban al levantarse de la cama); pero la película también alude al momento político y social puesto que José es abogado “de rojos” y tiene la responsabilidad de asumir el inevitable cambio de la sociedad con sus clientes.
Nadie hace el cine que hace Garci. El género de esta película es inclasificable en cierto modo, a medio camino entre lo sentimental, el melodrama, la comedia hispana o la descripción social. Por momentos “la locomotora” que es José (así le llama Elena) nos recuerda un poco al José Luis López Vázquez de muchas películas de la época, pero no estamos ante una comedia, aunque haya diálogos muy de comedia de costumbres al uso de muchas series actuales. Particularmente pienso que la película gana cuando se pone seria, cuando Elena y José hablan “en serio” (no son muchas veces) y cuando Garci se fija en pequeños detalles que entonces podían parecer poco importantes, pero que hoy permiten una mirada melancólica al pasado que tiene mucho valor. Es curioso, pero a veces algunas escenas que en su día quizás parecieron superfluas, al cabo del tiempo dicen mucho: esa forma en que Elena le prepara la manzanilla a José en el apartamento donde se ven a escondidas, esas escenas de los desayunos con colacao, las comidas aún sin la tele como contertulio inexcusable o en la cocina o escuchando la lotería de navidad en la radio o simplemente esas tomas cenitales, esas vistas desde el cielo que muestran un Madrid anterior...han pasado apenas 35 años y tienen ya el aroma de otra época.
Seguramente esta película tendrá más impacto sentimental en quienes vivieran aquel momento y les interesará más, pero también es posible que quede como documento de una época y eso es seguramente lo que mejor sabe hacer Garci con una cámara. Eso y el contarnos historias desde la ternura.
“Asignatura pendiente” es una película de director y de actores. Creo que a las películas de Garci siempre les ha perjudicado el estar dobladas (él opinará otra cosa porque es una mera cuestión de estrategia de rodaje) y en este caso, por ejemplo, nos perdemos la voz de Héctor Alterio (aunque seguramente querían quitarle el acento), no obstante los actores están a un nivel más que bueno, especialmente Fiorella Faltollano que borda un personaje que enternece en todo momento y más cuando reflexiona sobre su situación como mujer en una sociedad a la que todavía le queda mucho por evolucionar (en un momento dice: “las mujeres tenemos tan poco...”). José Sacristán también borda a un abogado “peleón”, de izquierdas, que está a medio camino entre el galán y el buscarrollos a lo comedia española de los 60’s, tan titubeante en formas como en decisión, pero que al final da un paso adelante.
En definitiva, una película con una fuerte carga nostálgica y emotiva, que habla de personajes a caballo entre una época y otra, entre una edad y otra, en un momento crucial de sus vidas y que explica muy bien, a su modo, con ternura y sensibilidad muy personales estas circunstancias: “Las dictaduras son como las bicicletas, que cuando se paran se caen. El amor es igual”.
TE GUSTARÁ SI EN SU DÍA TE GUSTARON...
- “Solos en la madrugada”
- “Las verdes praderas”
- “Sesión continua”
- “Volver a empezar”
MIS ESCENAS FAVORITAS ¡¡¡CUIDAO, CONTIENE SPOILERS!!!!
- La escena inicial, cenital de Madrid, con los personajes narrando en off su pasado.
- Una curiosidad: el choto de la cría que hace de hija de Elena cuando se va al colegio con su padre (pocas veces se ha visto a un crío llorar tan amargamente en una película) -
- Elena sobre las burlas cuando aún no eran novia de José: “¡Parecen los amantes de Teruel, tonta ella y tonto él!”.
- José le propone a Elena que le diga a su marido que va a comer en el “Galerías” (Galerías preciados) y poco después su mujer hace lo mismo.
- La mañana en que José y Elena acuden a Miraflores y ese viaje en coche mientras suena el Dúo Dinámico (la música suena a pasada de moda, pero funciona para ambientar la película en la época).
- Elena: “Por qué será que todo lo bueno en esta vida es pecado o engorda”.
- José: “Como dice mi mujer: eran nones y no llegaban a tres”.
- La escena en que la cámara se detiene en Elena y la luz comienza a disminuir a su alrededor para introducirnos en un largo flashback.
- La escena en la que José le propone a Elena acostarse juntos y ella termina diciéndole ¿Cuándo quieres que aprobemos la asignatura pendiente”.
- La escena del primer encuentro en casa de “Trotski” en la que José con gran delicadeza se echa atrás y le comenta a Elena que no tienen por qué hacer nada.
- La escena en la que, al final de la película, Elena analiza la relación que sostiene con José y lo que ha pasado....las ilusiones se pierden....José se había encontrado con Elena en un mal momento....”Era agradable mirar hacia atrás sobretodo porque no había nada que mirar hacia delante”.
A nosotros, que supimos, cuando ya no
había remedio, que aquel mundo
imperial en Cinemascope y color
DeLuxe que nos habían prometido en el
colegio y en tantos discursos y sermones,
no existiría nunca…
A nosotros, que hemos ido llegando
tarde a todo: a la infancia,
a la adolescencia, al sexo, al amor,
a la política…
A nosotros, que nos quitaron, año
tras año, el significado de cuanto nos
rodeaba, aunque fueran las cosas más
pequeñas, menos importantes…
Y a quienes nos hicieron así: nuestros
padres, que también llevaron lo suyo;
y a Sor Bernarda, siempre dando
pellizcos; y al Padre Pulido, que
tanto nos azaraba cuando nos echaba
el brazo por el cuello;
y a José Mallorquí y sus “Dos hombres buenos”,
y a Roberto Alcázar y Pedrín, jefe de
centuria y “flecha”, respectivamente;
y a Domingo, el de los comestibles,
que partía el chicle “bazooka” con un
cuchillo enorme;
y a Young Martín y a Fred Galiana;
y a Di Stefano y a Kubala, y los
zapatos de Segarra;
y a Pedro Pablo Ayuso y Matilde
Conesa, y a Guillermo Sautier
Casaseca y a Marcial Lafuente
Estefanía;
y a Indívil y Mardonio, y a “By Vázquez”,
y a Conti, y a Peñarroya;
y al inventor del “palmo y dao”, y al
Padre Venancio Marcos, y a “La melodía misteriosa”,
y a Gila, y a Pepe Iglesias
“El Zorro”, y a Renato Carossone y a
Gloría Lasso, y a Luis Mariano,
que nunca lo dejaron en paz con eso de si
era marica;
y a Juan de Orduña, el de “Locura de amor”,
y a Carpanta, y al gran Mekong
de los Wiganes, y al “París Hollywood”;
y al Padre Ripalda (no, al Padre Ripalda, no);
bueno, pues a los últimos de Filipinas;
y a los amigos ricos que nos dejaron
jugar alguna vez con sus trenes eléctricos,
y a todos los billares y futbolines de España,
y a Marilyn Monroe…