martes, 6 de noviembre de 2012

“Eyes wide shut” (Stanley Kubric, 1999)


Película inquietante, morbosa y también misteriosa e hipnótica con la que Stanley Kubrick cerraba su filmografía con una desasosegante disección de un matrimonio en descomposición protagonizado por la entonces pareja de moda formada por Tom Cruise y Nicole Kidman.



*****
Paises: USA / Reino Unido.
Duración: 159 min.
Reparto: Tom Cruise (Dr. William "Bill" Harford), Nicole Kidman (Alice Harford), Sydney Pollack (Victor Ziegler), Leelee Sobieski (hija de Milich), Thomas Gibson (Carl), Marie Richardson (Marion). Madison Eginton (Helena Harford), Jackie Sawiris (Roz), Leslie Lowe (Illona), Todd Field (Nick Nightingale), Sky Dumont (Sandor Szavost), Louise J. Taylor (Gayle), Stewart Thorndike (Nuala).
Guión: Stanley Kubrick y Frederic Raphael; basado en la novela «Relato soñado» de Arthur Schnitzler.
Producción: Stanley Kubrick.
Música: Jocelyn Pook.
Fotografía: Larry Smith.
Montaje: Nigel Galt.
Diseño de producción: Les Tomkins y Roy Walker.
Dirección artística: John Fenner y Kevin Phipps.
Vestuario: Marit Allen.
Decorados: Lisa Leone y Terry Wells.
Dirección de producción: Margaret Adams y Lisa Leone.



Stanley Kubrick era sin duda uno de los directores más ambiciosos y perfeccionistas que ha parido el cine. No hacía películas para el público aunque tampoco me parece que las hiciera a contracorriente de todos porque en sus películas cada escena y cada decisión de montaje tiene detrás una intención, un deseo de que todo resulte relevante y significativo. No obstante cuando se ve una película de Kubrick ha de tenerse muy presente su intención  y su deseo de ir más allá, de trascender, de utilizar sus argumentos para hablar de muchas más cosas y su estilo fílmico como un medio para lograrlo. Todo esto viene a querer decir que sus películas no son “fáciles”, exigen un espectador convencido de que es a Kubrick a quien quieren ver y de que el visionado de cualquiera de sus títulos no va a ser sencillo.





Si Kubrick fue detallista y minucioso hasta lo obsesivo y un “autor” en todo lo que para el cine significa esa palabra no lo iba a ser menos en su obra póstuma, una indagación en la vida de pareja, en el matrimonio, en el amor, el deseo y el sexo. “Eyes wide shut” es por ello una obra compleja, ajena a modas y gustos mayoritarios, con un tempo fílmico propio (lenta dirán muchos) y una puesta en escena tan elegante y sofisticada como significativamente expresiva.

La he visto recientemente por segunda vez y he de reconocer que me ha gustado en esta segunda ocasión más que la primera. No sé si la edad puede ser un factor determinante para ello, pero no me cabe duda que sí lo son el haber aumentado exponencialmente el número de películas vistas (incluyendo varias de Kubrick) y el abordar su visionado conociendo algunas de sus claves y pudiendo rastrear detalles que en el primer visionado pudieron pasarse por alto. El cine de este director tiene esa característica de que, al estar tan currado, al ser tan detallista a todos los niveles, en posteriores visionados se disfruta más porque se descubren más cosas.

El estreno allá por 1999 fue un acontecimiento, no sólo porque era el último trabajo de Kubrick, sino porque los protagonistas eran Tom Cruise y Nicole Kidman, una pareja muy de moda entonces tanto en lo fílmico como en el mundo del famoseo que no tuvo reparos en ir un poquito más allá enseñando carnes sin pudor (sobretodo ella) y participando en una película de sexo más o menos explícito, al límite de lo que permitía la moral de la época sin dar una calificación especial que perjudicara su carrera comercial.













Particularmente me parece que el picante o el morbo son lo de menos, lo realmente interesante es el juego de dualidades que construye Kubrick para hablar de varios temas interrelacionados y para los que el argumento es un mero vehículo: familia y soltería, respeto y adulterio, confianza y celos, libertad y libertinaje, decencia y depravación, amor y sexo...La idea que sobrevuela es que como seres humanos nuestra naturaleza nos hace proclives a ambas cosas pero como en todo el equilibrio, que es lo más difícil de lograr quizás es lo más conveniente y saludable.

El guión es una adaptación de la novela “Relato soñado” de Arthur Schnitzler y en la película, como en el texto original, también se juega con lo real y lo onírico, creando una sensación de cierta irrealidad que te deja con la sensación de que quizás son posibles otras interpretaciones, de que el halo de misterio que la envuelve tiene un significado oculto más allá de lo aparente. Muchos relacionan de hecho la película con el psicoanálisis y consideran que el ritmo y la atmósfera que consigue Kubrick están realizados adrede para reforzar el tono onírico del relato.



















Lo que se nos narra es el proceso de descomposición de una relación matrimonial a partir de una fiesta de alta sociedad en Nueva York a la que asisten el doctor William Harford y su esposa Alice. Lo que ocurre en esa fiesta es el punto de partida de una crisis de pareja en la que, víctima de los celos, William se deja llevar hacia un muy particular descenso a los infiernos (por cierto, esa noche en la que se deja llevar siempre me ha recordado en cierto modo y bajo otro prisma a “Jo qué noche” de Martín Scorsesse). Siguiendo la dualidad temática, la película también avanza abruptamente oscilando entre dos géneros: el drama matrimonial y un suspense de marcado acento erótico.

Como suele ser habitual en Kubrick nada aparece en pantalla al azar y he aquí algunos ejemplos: la edad de la hija del matrimonio alude a unos años de matrimonio asentado  y permite que surjan las primeras dudas como consecuencia de la rutina; la posición social del matrimonio es condición para que conozcan a Victor Ziegler, a fin de cuentas, la “llave de entrada” para acceder a esa sociedad secreta a la que William no tiene acceso pero de la que podría terminar formando parte si se deja llevar por sus instintos más primarios a causa de la amistad con éste; la navidad y la ilusión con la que la vive la hija choca temáticamente con el episodio de crisis que vive el matrimonio protagonista.....incluso la iluminación, en la que abundan los contrastes entre cálidos naranjas y frios azules está muy calculada. A parte de todo hay muchos que afirman que la película en realidad va mucho más allá de lo evidente y lo que hace es destapar las prácticas de la masonería no sólo a través de la escena en la que Cruise penetra en la casa donde se celebra la orgía sino mediante un sinfín de símbolos que aparecen de inicio a fin.  



















Esencialmente, y dejando al lado simbologías y significados ocultos, en lo esencialmente fílmico dos son las grandes bazas de la película, por un lado la magnífica interpretación de los dos protagonistas (especialmente de Nicole Kidman, que borda un personaje en cierto modo trastornado por una caótica crisis de sentimientos) y por otro ese tono de suspense, de curiosidad morbosa que primero inquieta y después aterroriza incluso cuando el “juego” en el que cree estar participando William se torna en algo malsano, amenazador y peligroso.

Kubrick utiliza en todo momento su cámara con gran elegancia, siguiendo a los personajes (a menudo a su espalda) descubriendo lo que éstos descubren, tomándose su tiempo para lograr un tempo narrativo muy concreto, convirtiendo cada escena en un pequeño juego de suspense en el que no sabemos qué va a pasar a continuación. Lo que a muchos les parecerá al verla lento y tedioso, a otros puede resultarles apasionante por todo ello.

A mi parecer “Eyes wide shut” resulta una película algo larga (siempre he pensado que el episodio de la tienda de disfraces quizás sobra), pero también es interesante cómo la ha construido el director para conseguir lo que pretendía. Como todas sus obras es única, sugerente, está muy trabajada y busca provocar, crear un desasosiego y a la postre una reflexión. Lo más fascinante de todo es que explora sentimientos y anhelos que nos pueden resultar más o menos próximos pero también un mundo que nos permanece oculto, pero que se intuye real y verosímil y que produce una terrible inquietud porque de algún modo representa una especie de infierno en la tierra al que podrían llevarnos ciertos excesos.
















En el anecdotario decir que el rodaje fue largo y accidentado, que muchas tomas se repitieron y en el proceso fueron despedidos Harvey Keitel y Jennifer Jasón Leigh, que siempre ha habido rumores de que el rodaje pudo ser una de las causas de la posterior separación de Tom Cruise y Nicole Kidman en la vida real y que Kubrick murió antes de finalizar el montaje final, lo que para los amantes de las teorías de la conspiración, se debió al hecho de aludir a la existencia de esas sociedades secretas de gente poderosa.

En definitiva otra película fascinante de Kubrick, todas lo son, que puede gustar más o menos, pero que es cine de autor en todo lo que esta expresión significa, con mucha más profundidad y significado que lo meramente aparente.

MIS ESCENAS FAVORITAS    ¡¡¡CUIDADO, CONTIENE SPOILERS!!!!

-         En el arranque de la película es sintomático como los dos se preparan para acudir a la fiesta. El director nos muestra un matrimonio rutinario, sabemos por la hija de nueve años que llevan años juntos: ella le pregunta ¿Qué tal el pelo” y él contesta “Bien”, a lo que ella responde “Ni siquiera lo has mirado”
-         En la fiesta Kubrick muestra en paralelo a Will con dos chicas que pretenden llevarlo “al cielo” y Alice flirtea con un húngaro ya maduro, presumiblemente muy rico, del que sólo quiere un poco de atención para sentirse una mujer deseada.
-         La escena en la que Cruise y Kidman aparecen frente al espejo se produce después de la fiesta y, aunque tiene un carácter icónico, Kubrick no se recrea en ello.
-         La escena clave de la película en cuanto a la relación del matrimonio protagonista es aquella en la que los dos discuten emporraos y al quedar ella disgustada porque él no tenga celos le cuenta su fantasía erótica, que es la que produce la crisis de confianza en él. Cruise y Kidman están fantásticos, pero en especial ella logra una de las mejores interpretaciones de su carrera.
-         La peregrinación nocturna de William no tiene desperdicio y comienza en casa de una paciente cuyo padre ha muerto y que está enamorada en secreto de él continúa en casa de una puta, unos chavales le empujan y le llaman mariquita y finalmente termina yendo a ver a su amigo Nightingale....toda esta parte es magnífica y está maravillosamente rodada por Kubrick.
-         Las luces navideñas y la iluminación nocturna crean un Nueva York de tono casi onírico, lo que le viene bien a la historia porque tiene mucho de pesadilla, como después refuerza el episodio de la mansión. Todo lo relativo a la iluminación está muy cuidado: obsérvese como en la casa del matrimonio se juega con el contraste de los azules y naranjas.
-         Todo lo relativo a la mansión es un regalo que Kubrick nos hace, viene a ser como la entrada a un mundo distinto que remite a los masones, a sociedades secretas, a los illuminati...todas las escenas que suceden en ella poseen una magia especial con un tono a medio camino entre la curiosidad morbosa y el terror. No sólo consigue una atmósfera muy especial reforzando la imagen con el audio y la música sino que nos hace un recorrido en plano secuencia por varias orgías adentrándonos, como al protagonista, en un lugar donde no deberíamos estar.
-         Revelador y terrible el modo en que William descubre por el periódico como se ha resuelto todo lo que ocurrió la noche anterior: han enmascarado un asesinato con la noticia de que una mujer ha muerto por sobredosis, él sabe que es la mujer que le ha salvado en la mansión, la misma a la que ayudó.
-         La conversación entre el médico y William es también muy relevante, sobretodo porque intuimos quiénes están metidos en el ajo y somos conscientes de que son gente con mucho poder.
-         La película posee un alto componente erótico, no sólo por lo que muestra sino también porque alude al sexo como motor del mundo y salvación de la pareja: al final, cuando el matrimonio de William y Alice está contra las cuerdas por la confesión de William al ver las máscara ella dice: “Estoy segura de que hay una cosa que debemos hacer ya: follar”