lunes, 25 de noviembre de 2013

“La bicicleta verde” (Haifaa Al-Mansour, 2012)

Es una película de argumento sencillo, previsible incluso, pero también resulta de visionado agradable y didáctico y late en ella la realidad de un mundo que coexiste con el nuestro pero que suena lejano, trasnochado y con un sentido moral que afortunadamente a nosotros nos parece de otra época pero que es el presente de muchos.

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Título original: Wadjda.
Guión: Haifaa Al-Mansour.
Países: Arabia Saudita y Alemania.
Duración: 98 min.
Género: Drama.
Reparto: Reem Abdullah (madre), Waad Mohammed (Wadjda), Abdullrahman Al Gohani (Addullah), Sultan Al Assaf (padre), Ahd (Hussa).
Producción: Gerhard Meixner y Roman Paul.
Música: Max Richter.
Fotografía: Lutz Reitemeier.
Montaje: Andreas Wodraschke.
Diseño de producción: Thomas Molt.
Vestuario: Peter Pohl.
Distribuidora: Wanda Visión.
Estreno en España: 28 Junio 2013.




Es difícil recomendar una película árabe sobre una niña obsesionada por una bicicleta. El caso es que a veces algo tan simple pero tan bien hecho te llega, te conmueve y te enseña, lo cual es mucho. Quizás se más contudente decir que es la primera película que hace una mujer en Arabia Saudí y que ha sido todo un desafío.




Debe ser la edad, el caso es que cada vez me convencen más este tipo de películas de tono costumbrista, con argumentos aparentemente sencillos, pero que ocultan un mensaje y muestran una realidad diferente. Con mayor o menor acierto todas te transportan a otro mundo, te conmueven con personajes creíbles, auténticos y a los que coges cariño a lo largo del visionado y te dejan poso.

Cuando terminé de ver “La bicicleta verde” debo reconocer una cierta sensación de indiferencia como si lo que hubiera visto hubiera sido simple y previsible, pero ¡¡No!! las imágenes y la historia  te calan hasta lo más hondo y al cabo de los días te acuerdas mucho más de ella que de la penúltima película de acción en la que supuestamente la parafernalia audiovisual propia del cine de entretenimiento estaba ideada para apoderarse de tus sentidos. Al final lo verosímil, lo humano, lo que te emociona es lo que termina apoderándose de tu recuerdo.

La película se sitúa en Riad (Arabia Saudita) y se fija en una niña de clase media alta (y ojo, tiene menos que cualquier niño por estos andurriales con crisis y todo) que suspira por ir en bicicleta, algo aparentemente muy normal si no fuera porque en Arabia  está mal visto que las mujeres y, por tanto, también las niñas monten en bicicleta. Eso y que no lleven velo por la calle, que se pinten las uñas y muchas otras cosas que el argumento se encarga de ir desgranando. Tampoco está permitido que las mujeres rueden películas así que es fácil comprender por qué la crítica internacional ha aplaudido el trabajo de Haifaa Al-Mansour que no sólo ha sido la primera mujer en rodar por allí sino que encima ha escrito el guión.


Semejante empresa a contracorriente y la frescura con la que está rodada la película, su mensaje y ese tono nunca dramático, esperanzador, luminoso incluso que invade el desarrollo me da la impresión que son suficientes puntos a favor no sólo para recomendarla sino para que también lo hagan en la academia de Hollywood en forma de nominación a mejor película de habla no inglesa este año (ahí lanzo mi apuesta, no va más).

Evidentemente no todo el mundo se va a enamorar de esta película cuando tampoco busca impactarte ni emocionarte sino más bien contarte la realidad de una niña de una manera sencilla, con sus idas y venidas al colegio y las cosas que hace para conseguir su ansiada bicicleta verde; pero si luego la piensas tiene mucho “tomate”, hay una denuncia subterránea pero también evidente. Se exponen muchas cosas sutil y no tan sutilmente y lo que queda claro es que aún le queda mucho camino por recorrer a una sociedad en el que no se ha conseguido aún avanzar en la igualdad de género, que está obsesionada con la religión e que resulta hipócrita en cierto modo en sus costumbres......Vamos, como estábamos por aquí hace un tiempo, nada que nos sea realmente ajeno.