Es una película de argumento sencillo, previsible incluso, pero también resulta de visionado agradable y didáctico y late en ella la realidad de un mundo que coexiste con el nuestro pero que suena lejano, trasnochado y con un sentido moral que afortunadamente a nosotros nos parece de otra época pero que es el presente de muchos.
Título original: Wadjda.
Guión: Haifaa Al-Mansour.
Países: Arabia Saudita y Alemania.
Duración: 98 min.
Género: Drama.
Reparto: Reem Abdullah (madre), Waad Mohammed (Wadjda), Abdullrahman Al Gohani (Addullah), Sultan Al Assaf (padre), Ahd (Hussa).
Producción: Gerhard Meixner y Roman Paul.
Música: Max Richter.
Fotografía: Lutz Reitemeier.
Montaje: Andreas Wodraschke.
Diseño de producción: Thomas Molt.
Vestuario: Peter Pohl.
Distribuidora: Wanda Visión.
Estreno en España: 28 Junio 2013.
Es difícil recomendar una película árabe sobre una niña obsesionada por una bicicleta. El caso es que a veces algo tan simple pero tan bien hecho te llega, te conmueve y te enseña, lo cual es mucho. Quizás se más contudente decir que es la primera película que hace una mujer en Arabia Saudí y que ha sido todo un desafío.
Debe ser la edad, el caso es que cada vez me convencen más
este tipo de películas de tono costumbrista, con argumentos aparentemente
sencillos, pero que ocultan un mensaje y muestran una realidad diferente. Con
mayor o menor acierto todas te transportan a otro mundo, te conmueven con
personajes creíbles, auténticos y a los que coges cariño a lo largo del
visionado y te dejan poso.
Cuando terminé de ver “La bicicleta verde” debo reconocer
una cierta sensación de indiferencia como si lo que hubiera visto hubiera sido
simple y previsible, pero ¡¡No!! las imágenes y la historia te calan hasta lo más hondo y al cabo de los
días te acuerdas mucho más de ella que de la penúltima película de acción en la
que supuestamente la parafernalia audiovisual propia del cine de
entretenimiento estaba ideada para apoderarse de tus sentidos. Al final lo
verosímil, lo humano, lo que te emociona es lo que termina apoderándose de tu
recuerdo.
La película se sitúa en Riad (Arabia Saudita) y se fija en
una niña de clase media alta (y ojo, tiene menos que cualquier niño por estos
andurriales con crisis y todo) que suspira por ir en bicicleta, algo
aparentemente muy normal si no fuera porque en Arabia está mal visto que las mujeres y, por tanto, también las niñas
monten en bicicleta. Eso y que no lleven velo por la calle, que se pinten las
uñas y muchas otras cosas que el argumento se encarga de ir desgranando.
Tampoco está permitido que las mujeres rueden películas así que es fácil
comprender por qué la crítica internacional ha aplaudido el trabajo de Haifaa
Al-Mansour que no sólo ha sido la primera mujer en rodar por allí sino que
encima ha escrito el guión.
Semejante empresa a contracorriente y la frescura con la que
está rodada la película, su mensaje y ese tono nunca dramático, esperanzador,
luminoso incluso que invade el desarrollo me da la impresión que son
suficientes puntos a favor no sólo para recomendarla sino para que también lo
hagan en la academia de Hollywood en forma de nominación a mejor película de
habla no inglesa este año (ahí lanzo mi apuesta, no va más).
Evidentemente no todo el mundo se va a enamorar de esta película cuando
tampoco busca impactarte ni emocionarte sino más bien contarte la realidad de
una niña de una manera sencilla, con sus idas y venidas al colegio y las cosas
que hace para conseguir su ansiada bicicleta verde; pero si luego la piensas
tiene mucho “tomate”, hay una denuncia subterránea pero también evidente. Se
exponen muchas cosas sutil y no tan sutilmente y lo que queda claro es que aún le
queda mucho camino por recorrer a una sociedad en el que no se ha conseguido aún
avanzar en la igualdad de género, que está obsesionada con la religión e que
resulta hipócrita en cierto modo en sus costumbres......Vamos, como estábamos
por aquí hace un tiempo, nada que nos sea realmente ajeno.