Los entresijos de una investigación periodística, las tripas de un periódico y de la sociedad bostoniana a caballo entre el siglo XX y el XXI y un tema polémico y peliagudo de candente actualidad en una película para un público adulto y atento. Imposible no recordar "Todos los hombres del presidente" o "Network, un mundo implacable", un cine que parecía olvidado en el que cada diálogo importa y cada personaje cuenta porque al final como susurra el guión, un escándalo como el que cuenta es responsabilidad de todos. Altamente recomendable.
País: USA.
Duración: 128 min.
Género: Drama periodístico, costumbrista.
Reparto: Mark Ruffalo (Michael Rezendes), Michael Keaton (Walter Robinson), Rachel McAdams (Sacha Pfeiffer), Liev Schreiber (Marty Baron), Stanley Tucci (Mitchell Garabedia), John Slattery (Ben Dradlee Jr.), Brian D’Arcy James (Matt Carroll), Billy Crudup (Eric McLeish).
Guión: Tom McCarthy y Josh Singer.
Música: Howard Shore.
Estreno en España: 29 Enero 2016.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años.
Curiosísimo lo que ha pasado con esta película. Da juego para hablar de mil cosas a su alrededor antes que de ella en sí: multipremiada por los sindicatos y gremios de Hollywood antes de los óscars, mal distribuida en España (hasta tal punto que muchos sólo la vimos después de ganar los óscars porque antes se emitía a horarios imposibles en muchos cines), con menos taquilla de la esperada, con un tema de fondo espinoso por su conexión con la más reciente y cruda actualidad (las prácticas pederastas de algunas ovejas negras en la archidiócesis de Boston a finales de siglo pasado) y finalmente un triunfo raquítico y sorprendente (en el ultimo momento ya nadie lo esperaba) en los mencionados óscar con sólo dos estatuillas (película y guión) que la sitúan entre las vencedoras con menos premios de la historia.
Si nos centramos en la película en sí hay que decir que merece la pena verla. Basada en un suceso real, su planteamiento es muy similar al de aquella otra gran película sobre el caso Watergate que era “Todos los hombres del presidente” (Alan J. Pakula, 1976). Se centra en otra investigación periodística minuciosa y libreta en mano, la de The Boston Globe, y con ella explica muchas cosas que el espectador atento sabrá ir descubriendo: los entresijos del mundo periodístico, los hilos invisibles que zancadillean a aquellos que buscan la verdad, los intereses ocultos que condicionan la forma de actuar de ciertos puestos de responsabilidad y todo desarrollado con eficacia, sentido del ritmo, elegancia y sutileza.
Hablamos de un cine adulto, comprometido, más cercano a lo que las grandes productoras hacían en los años 70’s que al cine actual y por tanto demodé, a contracorriente, con poco interés a priori para el público que mayoritariamente llena las salas, que suele buscar otro tipo de películas con argumentos más triviales y de evasión.
El cine ha dado un gran vuelco en las últimas décadas. El dinero llama al dinero, así que es más rentable hacer una película de superhéroes, de acción o con muchos efectos especiales que una película como “Spotlight” porque por muy bien hecha y asequible que sea para cualquier público, por muy conseguido que esté el ritmo narrativo (y lo digo porque las nuevas generaciones refunfuñan de cualquier película que no avance con cierto brío) a priori llama a mucha menos gente a pagar una entrada. Y en cambio es muy importante que también existe este cine y que se hagan más películas de las que se hacen. Sólo por eso un aplauso para este proyecto del director Tom McCarthy (algunos los recordaréis por esa pequeña joya que es “The visitor”), que también ha firmado el guión junto a Josh Singer.
Al margen de la satisfacción porque haya triunfado en los premios un proyecto así, hay que destacar también la minuciosidad con la que está desarrollado el argumento, cuidando mucho los diálogos, haciendo que cada escena nos aporte nueva información, procurando que los personajes nos resulten cercanos y sus actitudes comprensibles. Yo diría que el reparto está francamente bien escogido y logra lo que se proponía su director, que todos los personajes resulten verosímiles y próximos. Si uno lo piensa es bastante fácil empatizar con cualquiera de los periodistas (cada uno marcado por unas circunstancias personales perfectamente entendibles) o incluso con ese abogado interpretado por Stanley Tucci que sabe tanto, que puede decir tan poco y que sólo vive para su trabajo. Eso hace que se comprenda mejor lo difícil que es echar abajo las barreras invisibles que van surgiendo en la investigación y sobretodo revela algo que me parece una gran verdad y es que ante un problema social todos somos un poco culpables.
El guión y la película tratan el espinoso tema de la pederastia eclesiástica con sumo cuidado y pienso que con respeto. No se cargan las tintas indiscriminadamente contra la Iglesia, no presenta “malos” sobre los que cargar iras (también procurando evitar lo más escabroso del asunto, aunque algo se revela, mayormente explicado y no visto) y quizás sea porque esta película no debe entenderse tanto como una crítica contra la institución sino como una crítica contra el sistema, contra la sociedad en la que se permite que los culpables queden impunes. La película susurra claramente que para solucionar el problema lo primero que hay que conseguir es que la sociedad, desde el responsable político hasta el ciudadano de a pie, pasando por la propia Iglesia, no haga oídos sordos e imponga una tolerancia cero contra los culpables porque ni un solo caso de los expuestos es admisible.
En este sentido es admirable lo bien explicado que está la forma en que los poderes fácticos consiguen que todos, incluida la propia prensa, barra la inmundicia bajo la alfombra de la burocracia y el olvido. Ya digo, el guión está francamente bien y también lo está la eficaz narración que desarrolla Tom McCarthy con sus escenas y el magnífico trabajo con un reparto coral en el que todos los actores hacen un gran trabajo.
El mérito de “Spotlight” está en su estructura, en su desarrollo, en su presentación, en los trabajos que se intuyen de dirección, guión y planificación de rodaje, en las interpretaciones de todos los actores y en su esencia de cine a contracorriente comprometido y pegado a la realidad. En cambio, no es una película que levante ni que levantará pasiones, elude épica, sentimentalismo e incluso emoción, en cierto modo resulta aséptica y un tanto fría, te remueve pero no te convulsiona y por eso nunca va a ser una de esas películas que recordaremos como una de nuestras favoritas, por muy bien hecha que esté, porque está más hecha para que pensemos que para que afloren emociones. Pero pienso que es cine necesario, cine que hay que ver porque conviene que no sólo veamos productos de entretenimiento, sino también historias que nos recuerden que la integridad es importante y que para que la sociedad sea íntegra todos sin excepción debemos aportar nuestro granito de arena (sensacional el momento en que un personaje se da cuenta que es más responsable de lo que ha perseguido de lo que él mismo cree).
En definitiva, que la verás y puede que pienses que “El renacido” o “Mad max: furia en la carretera” o incluso “La habitación” eran mejores, pero en un año sin un claro favorito, “Spotlight” ha sido una dignísima ganadora, con o sin buena taquilla en España, del premio a mejor película del año.