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Película comprometida y que cuenta algo que es propio de nuestros días, por lo que será recordada y tendrá cierto valor testimonial en el futuro. Relata algo que es emocionante y muy humano, su protagonista principal es fundamentalmente un tipo tan complejo y lleno de virtudes y defectos como cualquiera, pero que encuentra sosiego vital, ya avanzado en edad, ayudando a los demás con lo único que se le da realmente bien (magnífico siempre Eduard Fernández y mucho más cuando tiene que ganar tus simpatías). El argumento no es muy complejo y no se mete en charcos políticos, simplemente narra como dos socorristas viajan hasta Lesbos cuando ven la fotografía de un niño ahogado en la playa. Su intención es ayudar a los inmigrantes que llegan hasta la costa de Grecia huyendo de conflictos armados y lo que al principio es un bonito gesto puntual termina siendo una razón para vivir y arrastrando a más compañeros. Es una película bien rodada, técnicamente compleja, que aprovecha muy bien los escenarios reales para conseguir momentos de remanso o de tensión, con un cierto toque existencial. Todo eso me encanta y me gusta lo que transmiten los actores, no puede ser de otra manera, le gustaría a cualquiera que tenga "patata" y no un témpano de hielo. La pega es que como espectador sabes que ese guión es mejorable, que hay más cosas que decir a partir del mismo argumento, algunas controvertidas (quizás por eso no se abordan) y que hay más trasfondo tanto en la situación como en los personajes que daría pie a una película mejor. No obstante aplaudo el intento. Consiguió 3 Goya (fotografía, diseño de producción y canción) y otras cuatro nominaciones (película, actor principal, música original y efectos especiales).
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