lunes, 29 de mayo de 2023
Grandes escenas - "El Milagro de Ana Sullivan" (Arthur Penn, 1962)
miércoles, 22 de septiembre de 2021
viernes, 1 de octubre de 2010
Arthur Penn (1922- 2010)


Arthur Penn falleció el pasado 27 de septiembre a la edad de 88 años
Iniciado en el mundo del teatro y la televisión Arthur Penn pertenecía a la generación de Franklin J. Schaffner, George Roy Hill, Blake Edwards, Richard Attenborough, Stanley Donen, Robert Altman, Robert Mulligan, Hal Ashby, Sydney Lumet o Sam Peckinpah aunque estilísticamente se aproxima quizás más a los dos últimos.
Su cine se caracteriza por un estilo, podríamos decir, “a la europea” , desmitificador, revelador, intenso en muchos momentos y su filmografía resulta heterogenea y peculiar. Apenas con poco más de una docena de títulos fue reconocido por la Academia de Hollywood con tres nominaciones por “El milagro de Ana Sullivan”, “Bonnie and Clyde” y “El restaurante de Alicia” pero no consiguió la estatuilla. Y es que, a pesar de su corta filmografía de títulos, la mayoría (especialmente los que filmó hasta los años 80’s) resultan muy interesantes. Su título insignia es por su puesto “Bonnie & Clyde”, considerado un clásico indiscutible del cine norteamericano, aunque particularmente me quedaría con “La jauría humana” o "El milagro de Ana Sullivan" que me parecen mucho más intensos y emotivos.
Resulta difícil encontrar características similares en sus películas, más bien fue un todoterreno; capaz de abordar argumentos completamente distintos y con estilos diferentes pero sí que hay un nexo de unión, su intención de desvelar algunas miserias de la naturaleza humana, que lo son también de la sociedad en que vivimos: la intolerencia, la incomprensión, la hipocresía o la compasión mal entendida.
Entre sus mejores películas tenemos "El zurdo", un western muy original protagonizado por Paul Newman e inspirado en la historia de Billy el niño; "El milagro de Ana Sullivan", un intenso y emocionante drama lleno de interés humano sobre el trabajo de una profesora con una niña sordomuda malcriada que les valió los óscars a mejor actriz y actriz secundaria a unas excepcionales Anne Bancroft y Patty Duke; la magnífica e infravalorada "La jauría humana", un tenso drama en el que Marlon Brando te encoge el ánimo con un personaje íntegro e intachable vapuleado por los caprichos de una población llena de prejuicios; esa extraña película desmitificadora del mundo del western que es "Pequeño gran hombre" en la que comedia y drama crean un curioso cocktail muy próximo a la picaresca; el thriller "La noche se mueve", que reactivó el género policiaco y por su puesto la historia de Bonnie & Clyde, también dramática, intensa, emocionante y con un final que también podría haber firmado Sam Peckinpah.
En suma, un director no muy prolífico, pero con una buenísima mano, un póker de títulos de referencia que son un bagaje magnífico y que merece muy mucho la pena ver.
Filmografía
El zurdo (The Left Handed Gun) (1958) ****
El milagro de Ana Sullivan (The Miracle Worker) (1962) *****
Acosado (Mickey One) (1965)
La jauría humana (The Chase) (1966) *****
Bonnie and Clyde (Bonnie and Clyde) (1967) *****
El restaurante de Alicia (Alice's Restaurant) (1969) ****
Pequeño gran hombre (Little Big Man) (1970) ****
La noche se mueve (Night Moves) (1975) ****
Missouri (The Missouri Breaks) (1976)
Georgia (Four Friends) (1981)
Agente doble en Berlín (Target) (1985)
Muerte en invierno (Dead of Winter) (1987)
Penn & Teller Get Killed (1989)
Lumiere y compañía (Lumiere and company) (1995)
Inside (1996) (TV)
martes, 16 de marzo de 2010
“Pequeño gran hombre” (Arthur Penn, 1970)

País: Estados Unidos
Título original: Little Big Man.
Reparto: Dustin Hofmann (Jack Crabb), Faye Dunaway (Louise Pendrake, la mujer del
vicario), Chief Dan George (Viejo Guarda Pellejos, jefe cheyenne), Martin Balsam
(Merryweather, vendedor ambulante), Richard Mulligan (general George Armstrong
Custer), Kelly Jean Peters (Olga, esposa sueca de Jack), Aimée Eccles (Rayo de Sol,
esposa cheyenne de Jack), Cal Bellini (Oso Joven, guerrero cheyenne), Jeff Corey (Wild
Bill Hickok, pistolero).
Producción: Cinema Center Films.
Productor: Stuart Millar.
Guión: Calder Willingham, basada en la novela de de Thomas Berger.
Fotografía: Harry Stradling Jr.
Música: John Hammond y John Strauss.
Montaje: Dede Allen.
Duración: 150 minutos,
Dustin Hoffman protagonizó en 1970 este atípico y curioso western tragicómico de Arthur Penn en el que un anciano de 121 años (Jack Crabb, el propio Hoffman) recuerda su vida junto a los cheyennes después de que una partida de pawnees asesinara a sus padres. Jack vive a partir de ese momento con los indios (que se autodenominan “seres humanos” en contraposición con los “blancos”), pero también regresa a la “civilización” a casa de un vicario protestante y su mujer, se bautiza y vive una etapa espiritual, se une a un vendedor ambulante, se hace pistolero, se casa con una sueca que es raptada por los indios (Olga) y en su búsqueda vuelve a encontrarse con los indios y el Jefe Viejo Guardapellejos, salva a una joven india parturienta, asiste a como los soldados del General Custer arrasan el poblado indio, cae en el alcoholismo y en una profunda crisis personal y termina asistiendo a la derrota de Custer en Little Big Horne.
El relato consiste en una sucesión de flashblacks narrados en primera persona y tiene un planteamiento que recuerda de manera notable a la novela picaresca española en el sentido de que el protagonista va malviviendo tras una desgracia personal y vive una serie de acontecimientos que trasmiten realmente una lección moral. Es, por así decirlo, un proceso de aprendizaje tanto para el personaje como para nosotros como espectadores cuando la vemos.
Esta película probablemente es uno de lo más destacados alegatos a favor del pueblo indio que se han hecho nunca y una grandiosa denuncia del genocidio que se cometió con ellos y sin duda ha servido de punto de partida para títulos posteriores como “Bailando con lobos”. Hay en toda ella una crítica mordaz desarrollada brillantemente a través de la ironía y logra una gran combinación entre comedia y drama sin renunciar a mostrarnos ni momentos jocosos (casi todo lo que tiene que ver con el general Custer) ni otros más despiadados (el asesinato inmisericorde de los indios de la reserva). El resultado es un tono agridulce que la convierte en una película muy especial que deja un profundo poso anímico.
Dustin Hoffman, por su puesto, cumple a la perfección con su papel de “Pequeño gran hombre”, que es en realidad un hombre que le ponen los indios por su corta estatura y valentía, pero no sólo él realiza una gran actuación ya que la película cuenta con un notable reparto en el que destacan Faye Dunaway, Martin Balsam y sobretodo el actor indio Chief Dan George, que recibió una nominación al óscar como mejor secundario por esta película por su papel de Jefe Viejo Guardapellejos.
Aunque se trata de una película infravalorada, fue la producción más cara que filmó Arthur Penn, un director magnífico, tal y como demostró en títulos como “El zurdo” (1958), “El milagro de Ana Sullivan” (1962), “Bonnie & Clyde” (1967) y sobretodo esa maravilla que es “La jauría humana” (1966). A pesar de sus más de dos horas y media de duración es una película que se pasa en un suspiro gracias a un guión que viene a ser algo así como una epopeya personal en la que el protagonista va dando “bandazos” por la vida desengañándose de todo y de todos.
Hay también un recorrido por la historia del oeste y los indios en el que de alguna manera se desmitifica la imagen épica e idealista que había proporcionado previamente el western y se pone en tela de juicio el tratamiento maniqueo de la mayoría de éstas películas e incluso de la propia visión del vencedor de la historia de los Estados Unidos. El argumento muestra como Jack Crabb va malviviendo por todos los estratos sociales de la sociedad que creó el oeste americano y demuestra que los marbetes de buenos y malos no estaban tan claros como se nos ha querido mostrar siempre. De hecho Jack va desengañándose con todos y cada uno de los amigos que hace en una sociedad del “hombre blanco” en la que sólo parece existir el egocentrismo (Custer), el engaño a cualquier precio (el vendedor ambulante), la lujuria (la mujer del vicario), la violencia (los pistoleros), el juego y el alcohol (Deadwood) y la ambición por la tierra (la que lleva al 7º de Caballería a cometer sus atrocidades con los indios). Por el contrario los indios muestran otro tipo de moral e integridad y matan para defenderse.
La película es a la vez entretenimiento y lección moral y logra a través de la sonrisa que nos planteemos que finalmente, con quien mejor está Jack Crabb es con los indios, a diferencia de lo que podríamos creer inicialmente. En ese sentido el final, cuando Jack Crabb se reúne con el jefe indio, resignado a su muerte inminente, resulta muy esclarecedor porque como espectador comprendes que es con él con quien realmente encuentra el equilibrio vital. La pregunta que parece plantear Arthur Penn con esta película viene a ser algo así como ¿Y si los indios tenían mucho más que enseñarnos de lo que pensamos y los arrasamos caprichosamente?
domingo, 6 de diciembre de 2009
"La jauría humana" (Arthur Penn, 1966)

Título original: The Chase
Guión: Lilliam Hellman
Producción: Horizon Picture
Productor: Sam Spiegel
Fotografía: Joseph La Shelle
Montaje: Gene Milford
Música original: John Barry
Intérpretes: Marlon Brando (Sheriff Calder), Jane Fonda (Anna Reeves), Robert Redford (Bubber Reeves), E. G. Marshall (Val Rogers), Angie Dickinson (Ruby Calder), Janice Rule (Emily Stewart), Miriam Hopkins (Señora Reeves), Martha Hyer (Mary Fuller), Richard Bradford (Damon Fuller), Robert Duvall (Edwin Stewart), James Fox (Jason Rogers "Jake"), Diana Hyland (Elizabeth Rogers), Henry Hull (Briggs), Jocelyn Brando (Señora Briggs), Katherine Walsh (Verna Dee), Lori Martin (Cutie), Marc Seaton (Paul), Paul Williams (Seymour), Clifton James (Lem)
Minutos: 135
Con la última son tres las veces que he visto "La jauría humana". Haciendo un ejercicio de nostalgia recuerdo que la primera vez fue en torno a 1988 en un formidable ciclo de una veintena de películas de Marlon Brando que emitió televisión española (¡¡¡qué grandes eran los ciclos que echaba TVE en los 80’s!!!). Las tres veces me ha parecido una grandiosa película y por su puesto la recomiendo efusivamente.
Es curioso comprobar que esta película supuso para su director, Arthur Penn, allá por 1966 un cierto fracaso, porque ni tuvo una buena acogida en taquilla ni un reconocimiento crítico importante, cosa que sí tuvieron por ejemplo su siguiente película, "Bonnie & Clyde"(1967) o "El milagro de Ana Sullivan" (1962), "El zurdo" (1958), "Pequeño gran hombre" (1970) y "La noche se mueve" (1975), también de su cosecha. Me parece cuando menos extraño porque la película tiene una gran fuerza y ha ido ganando peso con el tiempo y el recuerdo. Quiero pensar que quizás en 1966 su argumento tocaba demasiado de lleno en la llaga de una sociedad muy poco preparada aún para analizar sus propios defectos y hacer un verdadero examen de conciencia. Si por algo se caracteriza la película es por sacar a la luz las miserias de un pueblo en el que la única persona íntegra parece ser el sheriff Calder y el resto de los ciudadanos se nos hacen poco simpáticos porque todos tienen alguna conducta poco gratificante que ocultar aunque son los primeros que se prestan a lanzar la primera piedra contra Bub Reeves, un joven conciudadano interpretado por un jovencísimo Roberto Redford que ha escapado de prisión y está a punto de llegar a la localidad.
“La jauría humana” es sin duda una de mis películas favoritas de Brando y revisando los títulos de aquel 1966 me parece de los mejores sin que esto desmerezca a películas como “¿Quién teme a Virginia Wolf”, “Un hombre para la eternidad, “Grand Prix”, “Nacida libre”, “En bandeja de plata”, “Un hombre y una mujer”, “Callejón sin salida”, “Cortina rasgada”, el caso es que sólo el tiempo ha ido dejando a esta magnifica película en su lugar, lo que lleva a reflexionar sobre como las modas o las corrientes ideológicas de un momento pueden hacer que nuestra valoración se vea afectada.
Seguramente su tono directo y sórdido tuvieron un impacto mucho mayor hace cuarenta años, pero sin ser tan explícita como muchas películas de ahora, “La jauría humana” es un auténtico muestrario de las debilidades humanas: ambición, egoísmo, envidia, lujuria, adulterio, soberbia...Los habitantes del pueblo imaginario de Tarl (imaginario, pero situado en Texas) donde se sitúa la acción, actúan guiados por su propio interés y no se paran a reflexionar sobre su comportamiento, sólo quieren descargar sus frustraciones en los demás y en el caso concreto de la película en Bub, un recluso fugado cuyo regreso puede alterar sus vidas por diversas razones que se van desgranando en el argumento. Como dice el Shriff Caulder (magnífico Marlon Brando): “La mitad de la población está chiflada, sólo desean matar a alguien”.
El guión de Lilliam Hellman basado en la novela de Horton Foote es magnífico y va presentando personajes y situaciones de una manera minuciosa y efectiva para que el espectador vaya atando cabos sobre todas las relaciones de unos y otros y sus implicaciones. Tras varias escenas y diálogos uno se sorprende tomando posición junto al Sheriff y se va “indignando” por así decirlo ante el egoísmo reinante, ante el juego de apariencias que todos llevan a cabo y la triste realidad que se esconde tras esa fachada social. Arthur Penn consigue además el ritmo narrativo adecuado y las escenas precisas para que crezca el desasosiego en el espectador y en el momento del desenlace se sufra en propias carnes lo injusto que resulta todo lo que ocurre como pocas veces se ha visto en una película. Todos los conflictos sociales, laborales y sentimentales que están latentes en el pueblo donde suceden los hechos irrumpen con fuerza en una jornada festiva de sábado noche en la que el alcohol los hace fluir con más facilidad y en la que el drama estalla de manera imparable como un volcán en erupción.
Arthur Penn, un director con gran “garra” tras la cámara, consigue una película poderosa en ese sentido, que va de menos a más, que provoca un peculiar nerviosismo interno, que indigna, zarandea y te deja noqueado como espectador al comprobar lo indefensa que está la rectitud o la integridad ante una sociedad degradada. En este sentido resulta memorable el final cuando Calder circula con su coche por unas calles víctimas de los excesos de la noche anterior.
Resulta sorprende descubrir que una película tan efectiva en su planteamiento y concepción tuvo numerosos problemas de producción. El productor Sam Spiegel, uno de los más destacados de la época y el director Arthur Penn se quejaron de haber sufrido presiones por parte de la Columbia para modificar sus planteamientos iniciales y la guionista Lillian Hellman declaró que el guión final no se ajustaba a su idea.
En cualquier caso los problemas de filmación no se advierten en el resultado, que resulta magnífico en su conjunto y que no sólo es un prodigio narrativo y de puesta en escena sino también una película con un reparto y unas actuaciones que quitan el hipo encabezadas por un Marlon Brando extraordinario acompañado por unos no menos fascinantes Robert Redford, Jane Fonda, E. G. Marshall, Angie Dickinson, Robert Duvall o James Fox.
Es decir, una película magnífica y de visión altamente recomendable.