Título original: True grit.
País: USA.
Duración: 108 min.
Género: Drama, western.
Reparto: Jeff Bridges (Rooster Cogburn), Matt Damon (LaBoeuf), Josh Brolin (Tom Chaney), Barry Pepper (Lucky Ned), Hailee Steinfeld (Mattie Ross).
Guion: Joel Coen y Ethan Coen; basado en la novela de Charles Portis.
Producción: Scott Rudin, Ethan Coen y Joel Coen.
Producción ejecutiva: Steven Spielberg, Robert Graf, David Ellison, Paul Schwake y Megan Ellison.
Música: Carter Burwell.
Fotografía: Roger Deakins.
Montaje: Roderick Jaynes.
Diseño de producción: Jess Gonchor.
Vestuario: Mary Zophres.
Distribuidora: Paramount Pictures Spain.
Estreno en USA: 22 Diciembre 2010.
Estreno en España: 11 Febrero 2011.
Hay que rendirse a la evidencia, Joel y Ethan Coen, a base de un ritmo de trabajo similar al de Woody Allen y un talento ya innegable, han conseguido labrarse una filmografía espectacular que crece año a año y que sigue sorprendiendo. Parecía que con “No es país para viejos” habían conseguido su cima, al menos en lo que a premios se refiere, ya que ganó 4 óscars de las 8 nominaciones a las que aspiraba; sin embargo cuando se leyeron las nominaciones este año allá por Enero nos topamos con una grata sorpresa y es que su último trabajo “Valor de ley (True grit)” acumulaba nada menos que diez (mejor película, director, actor, actriz de reparto, guión adaptado, fotografía, dirección artística, vestuario, sonido y efectos de sonido) aunque a la postre se quedó sin estatuilla alguna, cosa que para nada ha de considerarse un fracaso.
Observando los títulos que han dirigido cualquiera puede advertir que dominan tanto la comedia como el drama pero su tendencia más habitual es aunar ambas cosas, cambiando de género e intentando impregnar a todas sus películas de un estilo propio en el que un humor muy particular (muchos dirían “inteligente”), una cierta fijación por los personajes atípicos y la búsqueda de un realismo más argumental que estilístico confieren a sus películas una entidad propia que es como su “marca de la casa”.
En esta ocasión todo ello en forma de western que es una versión de aquel otro de mismo título protagonizado por John Wayne y dirigido por Henry Hathaway en 1969 que le permitió al actor conseguir su único óscar como actor (Wayne aseguró entonces que de haberlo sabido se hubiera puesto un parche antes) y yo estoy convencido de que si Jeff Bridges no hubiera ganado la estatuilla el año pasado por “Corazón rebelde” se lo habría llevado por este trabajo). Para mi gusto, que nunca me ha fascinado la película de Hathaway aunque reconozca que no está mal, la de los Coen le gana de goleada y no sólo eso, además pienso que precisamente en el western es posible que hayan encontrado terreno trillado para hacer germinar unas cuantas obras maestras porque es un género que a mi parecer va como anillo al dedo a su estilo fílmico, aunque dudo que quieran repetirse.
Tiene este “Valor de ley” algo que la hace única, una mezcla de drama contenido y comedia picaresca, de aventura y viaje iniciático, de mezcla de cine clásico y cine realista que la convierten en una película peculiar, distinta a todo lo que se vio el pasado 2010 y sin duda la colocaría entre mis favoritas, como hicieron los de la Academia de Hollywood, a los que alabo el gusto.
Pienso que el humor ese característico de los Coen, que se basa en situaciones con las que no sabes si te están tomando el pelo o quieren que te rías con ellos encuentra en esos tipos desarrapados que pululan por el western, ya sean sheriffs, cazadores de recompensas, forajidos o vagabundos y trotamundos los personaje perfectos (véase por ejemplo la escena del trampero vestido de oso con el que se topan los protagonistas, que dejará a más de un espectador completamente descolocado pero forma parte de la idiosincrasia de los dos directores) y además su estilo desmitificador se adapta perfectamente a un género que necesita en cierto modo un giro, puesto que aunque ya se hizo en los 70’s un western ausente de la épica y la lírica que le dieron los John Ford, Howard Hawks o Anthony Mann; aunque Clint Eastwood ya le dio un toque más realista en “Sin perdón” y aunque Kevin Costner ya aprovechó las posibilidades estéticas de los escenarios naturales a través de la puesta en escena han sido pocos los que han logrado aunarlo todo como han hecho los Coen demostrando que una historia del viejo oeste puede ser bella visualmente; sucia, dura y realista; dramática y apasionante a un tiempo; temible para los que son disparados y difícil de asimilar para los que tienen que hacerlo y desconcertante para un espectador que no está habituado a ver historias en las que los personajes terminan siendo más humanos de lo que esperaba ver y el tempo fílmico es más acorde a lo real que el que suele verse en este género.
Sólo un apunte. A los Coen hay que cogerles el punto, no hacen cine de evasión y a veces resultan crípticos, ralentizan escenas y aceleran otras en función de lo que les interesa, crean personajes exóticos que a veces uno no sabe muy bien porque aparecen, su sentido del humor es en ocasiones difícil de entender y les gusta descolocarnos. Es por ello que en ocasiones los diálogos se toman su tiempo (véase las conversaciones de la protagonista al principio y final de la película), que la cámara se detiene en detalles que parecen no tener demasiada importancia y las escenas de acción no se resuelven “al uso” (basta comprobarlo en alguno de los tiroteos, especialmente en el del final).
Por decir de qué va sin chafar nada a quien no la haya visto basta decir que una chica de catorce años llamada Mattie Ross decide vengar la muerte de su padre contratando a un agente de la ley que vaya tras la pista de su asesino, Tom Chaney y para ello se ofrece un tal Rooster Cogburn, hombre maduro, alcohólico y desastrado.
Sin ser sobresaliente “True grit” me parece una buena suma de aciertos con un buen argumento (quizás peor que el de otros westerns y otras películas de los Coen, eso ya es cuestión de gustos), con una grandiosa puesta en escena (sensacional todas las tomas en los escenarios naturales consiguiendo siempre una imponente fisicidad, yo diría que es esencial verla en pantalla grande), con una colección de grandes interpretaciones gracias a un reparto excepcional (no nos quedemos con lo obvio de lo bien que están Jeff Bridges o Hailee Steinfeld porque Matt Damon, Josh Brolin y sobretodo Barry Pepper están descomunales) y con un grandioso trabajo detrás de las cámaras en todos los aspectos técnicos (me pregunto si el que esté Steven Spielberg en labores de producción tiene que ver....seguro que sí).
Pero sin duda, lo mejor, es el guión no sólo por lo que cuenta sino por lo que no cuenta y por como cuenta lo que cuenta. La historia parte de una novela de Charles Portis y aprovecha magníficamente personajes y situaciones para hablar sobre ese mundo ya perdido de la América del siglo XIX, sobre los individuos que poblaban esos pueblos desérticos y las llanuras y montañas entre ellos. Como siempre en las películas de los Coen cada personaje no es una mera comparsa, está trabajado, tiene cosas que decir y que hacer, se le descubre un pasado y se le augura un futuro y no hay buenos y malos, hay personas a un lado y otro de la ley con sus motivaciones y su forma de entender las circunstancias que les ha tocado vivir. Y aunque los Coen ni escriben ni filman para explorar los sentimientos de los personajes y simplemente los ilustran con breves primeros planos, en esta ocasión si se descubre un afecto sutil y soterrado entre Mattie y Cogburn o la seguridad en el rostro de Chaney cuando le encañonan, consciente de que disparar a un hombre no es algo tan sencillo o el temor de aquel que se enfrenta cara a cara a un tipo que sí le va a disparar para cobrar una recompensa.
A mí me gusta esa meticulosidad en los personajes y en las situaciones, creo que como ocurría en “Sin perdón” sobredimensionan esta historia de gente solitaria, ese detenerse en cosas que en otras películas damos por sabidas o lógicas consigue sorprendernos y aumentar la intensidad dramática ¿O acaso no sorprende que el héroe, el pistolero, no quiera afrontar siempre el peligro de cara y se oculte? ¿acaso no sorprenden la mayor parte de las escenas de acción que vemos en esta película?
Y desde luego el tramo final de la película es algo completamente distinto a lo visto en cualquier western y posee una extraña belleza, un cierto encanto poético y una verosimilitud muy distinta a lo que estamos habituados. Me gustó mucho aún siendo un mero detalle que se cuente cómo acaba Mattie Ross, narradora del relato, por otra parte algo lógico teniendo en cuenta que realmente es un “chicazo” en un mundo machista que no entiende que las mujeres sean otra cosa que señoras o prostitutas.
En definitiva una buena película, otra más, de los Coen de la que se podría estar hablando durante horas.
Observando los títulos que han dirigido cualquiera puede advertir que dominan tanto la comedia como el drama pero su tendencia más habitual es aunar ambas cosas, cambiando de género e intentando impregnar a todas sus películas de un estilo propio en el que un humor muy particular (muchos dirían “inteligente”), una cierta fijación por los personajes atípicos y la búsqueda de un realismo más argumental que estilístico confieren a sus películas una entidad propia que es como su “marca de la casa”.
En esta ocasión todo ello en forma de western que es una versión de aquel otro de mismo título protagonizado por John Wayne y dirigido por Henry Hathaway en 1969 que le permitió al actor conseguir su único óscar como actor (Wayne aseguró entonces que de haberlo sabido se hubiera puesto un parche antes) y yo estoy convencido de que si Jeff Bridges no hubiera ganado la estatuilla el año pasado por “Corazón rebelde” se lo habría llevado por este trabajo). Para mi gusto, que nunca me ha fascinado la película de Hathaway aunque reconozca que no está mal, la de los Coen le gana de goleada y no sólo eso, además pienso que precisamente en el western es posible que hayan encontrado terreno trillado para hacer germinar unas cuantas obras maestras porque es un género que a mi parecer va como anillo al dedo a su estilo fílmico, aunque dudo que quieran repetirse.
Tiene este “Valor de ley” algo que la hace única, una mezcla de drama contenido y comedia picaresca, de aventura y viaje iniciático, de mezcla de cine clásico y cine realista que la convierten en una película peculiar, distinta a todo lo que se vio el pasado 2010 y sin duda la colocaría entre mis favoritas, como hicieron los de la Academia de Hollywood, a los que alabo el gusto.
Pienso que el humor ese característico de los Coen, que se basa en situaciones con las que no sabes si te están tomando el pelo o quieren que te rías con ellos encuentra en esos tipos desarrapados que pululan por el western, ya sean sheriffs, cazadores de recompensas, forajidos o vagabundos y trotamundos los personaje perfectos (véase por ejemplo la escena del trampero vestido de oso con el que se topan los protagonistas, que dejará a más de un espectador completamente descolocado pero forma parte de la idiosincrasia de los dos directores) y además su estilo desmitificador se adapta perfectamente a un género que necesita en cierto modo un giro, puesto que aunque ya se hizo en los 70’s un western ausente de la épica y la lírica que le dieron los John Ford, Howard Hawks o Anthony Mann; aunque Clint Eastwood ya le dio un toque más realista en “Sin perdón” y aunque Kevin Costner ya aprovechó las posibilidades estéticas de los escenarios naturales a través de la puesta en escena han sido pocos los que han logrado aunarlo todo como han hecho los Coen demostrando que una historia del viejo oeste puede ser bella visualmente; sucia, dura y realista; dramática y apasionante a un tiempo; temible para los que son disparados y difícil de asimilar para los que tienen que hacerlo y desconcertante para un espectador que no está habituado a ver historias en las que los personajes terminan siendo más humanos de lo que esperaba ver y el tempo fílmico es más acorde a lo real que el que suele verse en este género.
Sólo un apunte. A los Coen hay que cogerles el punto, no hacen cine de evasión y a veces resultan crípticos, ralentizan escenas y aceleran otras en función de lo que les interesa, crean personajes exóticos que a veces uno no sabe muy bien porque aparecen, su sentido del humor es en ocasiones difícil de entender y les gusta descolocarnos. Es por ello que en ocasiones los diálogos se toman su tiempo (véase las conversaciones de la protagonista al principio y final de la película), que la cámara se detiene en detalles que parecen no tener demasiada importancia y las escenas de acción no se resuelven “al uso” (basta comprobarlo en alguno de los tiroteos, especialmente en el del final).
Por decir de qué va sin chafar nada a quien no la haya visto basta decir que una chica de catorce años llamada Mattie Ross decide vengar la muerte de su padre contratando a un agente de la ley que vaya tras la pista de su asesino, Tom Chaney y para ello se ofrece un tal Rooster Cogburn, hombre maduro, alcohólico y desastrado.
Sin ser sobresaliente “True grit” me parece una buena suma de aciertos con un buen argumento (quizás peor que el de otros westerns y otras películas de los Coen, eso ya es cuestión de gustos), con una grandiosa puesta en escena (sensacional todas las tomas en los escenarios naturales consiguiendo siempre una imponente fisicidad, yo diría que es esencial verla en pantalla grande), con una colección de grandes interpretaciones gracias a un reparto excepcional (no nos quedemos con lo obvio de lo bien que están Jeff Bridges o Hailee Steinfeld porque Matt Damon, Josh Brolin y sobretodo Barry Pepper están descomunales) y con un grandioso trabajo detrás de las cámaras en todos los aspectos técnicos (me pregunto si el que esté Steven Spielberg en labores de producción tiene que ver....seguro que sí).
Pero sin duda, lo mejor, es el guión no sólo por lo que cuenta sino por lo que no cuenta y por como cuenta lo que cuenta. La historia parte de una novela de Charles Portis y aprovecha magníficamente personajes y situaciones para hablar sobre ese mundo ya perdido de la América del siglo XIX, sobre los individuos que poblaban esos pueblos desérticos y las llanuras y montañas entre ellos. Como siempre en las películas de los Coen cada personaje no es una mera comparsa, está trabajado, tiene cosas que decir y que hacer, se le descubre un pasado y se le augura un futuro y no hay buenos y malos, hay personas a un lado y otro de la ley con sus motivaciones y su forma de entender las circunstancias que les ha tocado vivir. Y aunque los Coen ni escriben ni filman para explorar los sentimientos de los personajes y simplemente los ilustran con breves primeros planos, en esta ocasión si se descubre un afecto sutil y soterrado entre Mattie y Cogburn o la seguridad en el rostro de Chaney cuando le encañonan, consciente de que disparar a un hombre no es algo tan sencillo o el temor de aquel que se enfrenta cara a cara a un tipo que sí le va a disparar para cobrar una recompensa.
A mí me gusta esa meticulosidad en los personajes y en las situaciones, creo que como ocurría en “Sin perdón” sobredimensionan esta historia de gente solitaria, ese detenerse en cosas que en otras películas damos por sabidas o lógicas consigue sorprendernos y aumentar la intensidad dramática ¿O acaso no sorprende que el héroe, el pistolero, no quiera afrontar siempre el peligro de cara y se oculte? ¿acaso no sorprenden la mayor parte de las escenas de acción que vemos en esta película?
Y desde luego el tramo final de la película es algo completamente distinto a lo visto en cualquier western y posee una extraña belleza, un cierto encanto poético y una verosimilitud muy distinta a lo que estamos habituados. Me gustó mucho aún siendo un mero detalle que se cuente cómo acaba Mattie Ross, narradora del relato, por otra parte algo lógico teniendo en cuenta que realmente es un “chicazo” en un mundo machista que no entiende que las mujeres sean otra cosa que señoras o prostitutas.
En definitiva una buena película, otra más, de los Coen de la que se podría estar hablando durante horas.
MIS ESCENAS FAVORITAS
- El momento en que Mattie alcanza con su caballo a Cogburn y Labouef.
- El encuentro en la cabaña de los hombres de Chaney y el acecho posterior desde un altillo
- El momento en que Mattie se encuentra con Tom Chaney.
- La escena de las serpientes.
- El tiroteo final con Cogburn galopando por la llanura. Mattie da un respingo en un momento dado que demuestra su afecto contenido
- El epílogo con Mattie contando el final de su historia. Genial cuando aparece ante dos tipos y le suelta a uno "No te levantes escoria".