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Con el mismo título y parecido argumento ya la hicieron Janet Gaynor, Judy Garland y Barbra Streisand. Ahora, planteando algo muy actual, muy distinto protagoniza Lady Gaga, que se come la pantalla y no sólo cuando canta "Shallow" (la banda sonora está francamente bien, no puede ser de otra manera), sino sobretodo cuando cohabita en escena con Bradley Cooper, con el que logra momentos de una gran química. El actor se ha puesto también tras la cámara para contar dos historias que se cruzan en direcciones contrapuestas, una hacia arriba y la otra hacia abajo con una profunda carga dramática. Retrata con pericia y emoción encuentros, conciertos, actuaciones, la vida en los camerinos y las giras....la pega que le veo es que arranca fortísimo, atrapándote gracias a los personajes y va a menos poco a poco entrando en un alargado (y al final incluso aburrido) bucle por recrearse en exceso en el poder de las imágenes y la música descuidando lo mucho que daban de sí los dos personajes de haber escarbado más y mejor en eso tan terrible que es el precio de la fama.