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Título original: The ghost writer.
Países: Francia, Alemania y Reino Unido.
Duración: 128 min.
Género: Thriller suspense político.
Interpretación: Ewan McGregor (escritor), Pierce Brosnan (Adam Lang), Kim Cattrall (Amelia Bly), Olivia Williams (Ruth Lang), James Belushi (John Maddox), Timothy Hutton (Sidney Kroll), Eli Wallach (anciano), Tom Wilkinson (Paul Emmett), Robert Pugh (Richard Rycart).
Guión: Robert Harris y Roman Polanski; basado en la novela “El poder en la sombra”, de Robert Harris.
Producción: Roman Polanski, Robert Benmussa y Alain Sarde.
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Pawel Edelman.
Montaje: Hervé de Luze.
Diseño de producción: Albrecht Konrad.
Vestuario: Dinah Collin.
Distribuidora: Aurum.
Estreno en Francia: 3 Marzo 2010.
Estreno en España: 26 Marzo 2010.
A pesar de su interesante reparto, encabezado por el siempre solvente Ewan McGregor y el otrora Bond, Pierce Brosnan y con actores de lujo e infravalorados como son Tom Wilkinson y Olivia Williams, que están francamente bien; uno se acerca a ver “El escritor” esencialmente porque la firma Roman Polanski, uno de los mejores directores de la actualidad, oscarizado por “El pianista” y responsables de una filmografía que quita el hipo en la que también destacan “Repulsión”, “La semilla del diablo”, “Chinatown”, “Tess”, “Frenético”, “El baile de los malditos” o “La novena puerta”.
Así pues es extraño que al cine entre a verla alguien que no sepa a qué atenerse, aunque quizás los comentarios de la crítica, buenos en su mayoría, puedan empujarle. Tanto en un caso como en otro hay que avisar que “El escritor” es una película de corte clásico, con un ritmo narrativo diferente al del cine de evasión actual y con predominio de planos largos, con una cámara que se mueve suavemente y parece no estar ahí (al contrario que el tono “verité” de muchas películas de moda) y con un destacado trabajo de puesta en escena más que de montaje. Estos detalles me parecen importantes porque son marca de estilo y porque alejan esta película de lo que estamos acostumbrados hoy en día.
Evidentemente el planteamiento de la película condiciona su contenido, que es ante todo una propuesta de cine de intriga y suspense muy en la línea de Hitchock (hay varias escenas a mi juicio magníficas en las que el protagonista se mueve con un coche que me han recordado a “Vértigo” y desde luego la banda sonora de Alexandre Desplat y el clima de la película recuerdan al maestro británico por el que Polanski se nota que siente admiración a juzgar por otros títulos suyos como “Frenético” o “La novena puerta”).
La película a grosso modo trata sobre un “negro” (ya sabéis, aquel escritor que escribe las memorias de una figura pública) que es contratado por un primer ministro británico (que recuerda sospechosamente a Tony Blair) para que escriba su vida después de que su negro anterior haya sido encontrado muerto.
Lógicamente sabes desde el mismo comienzo que tiene ante tí una película de intriga e intuyes que el personaje del escritor (Ewan McGregor) lo va a pasar mal, así que desde el principio Polanski juega con ello y recurre a un clima y una atmósfera de intriga que son probablemente lo mejor de la película y que tienen su mérito porque demuestran su extraordinario dominio de la puesta en escena para conseguir el efecto deseado. No obstante, la película tarda muchísimo en arrancar y la primera hora es lenta y te mantiene al acecho de cualquier pista que haga avanzar el argumento sin que realmente éste avance demasiado, lo cual va a ser una losa para un gran número de espectadores y una trampa del director que se vuelve contra él porque le quita fuerza al relato e interés a los personajes.
Avanzada la película sí se produce un giro que te reengancha de nuevo, cuando el escritor por fin decide actuar y empieza a investigar por su cuenta (a modo de curiosidad decir que esta película me ha recordado argumentalmente en varias cosas a “Hierro”, de estreno reciente y protagonizada por Elena Anaya o incluso, de manera más vaga a “Shutter Island” de Scorsesse). En ese momento Polanski da lo mejor de sí y entras en una apasionante historia de intriga política en la que vas atando cabos lentamente hasta que el puzzle queda completo en un fascinante final en el que quedan al descubierto tejemanejes que todos sabemos que deben existir aunque nunca se nos revelan a la gente de a pie (¡¡¡¡qué bien le habría salido por cierto “Eyes wide shut” a Polanski!!!!) y que está resuelta de manera admirable usando con maestría la cámara, componiendo magníficas tomas, planos secuencia de una gran calidad y aprovechando todas las posibilidades de un formato panorámico que te mete literalmente en los escenarios en los que suceden los acontecimientos y que dan a cada imagen una extraordinaria profundidad, que va a ser crucial en la resolución argumental (ya descubriréis por qué si la veis).
Y como colofón, Polanski nos regala un final de esos de manual de cine primero siguiendo un papel con su cámara, realizando un brillante travelling y después con el efecto contrario, usando la cámara fija, para concluir con un brillante fuera de campo muy efectivo y que te deja pensando sobre lo que has visto mientras la verdad vuela con un golpe de viento.
En definitiva, una película interesante y muy trabajada que sin duda gustará más a quienes les guste un cine más trabajado, con mayores pretensiones artísticas, pero que puede gustar también a quien le interesen las intrigas políticas y los climas de suspense.
Así pues es extraño que al cine entre a verla alguien que no sepa a qué atenerse, aunque quizás los comentarios de la crítica, buenos en su mayoría, puedan empujarle. Tanto en un caso como en otro hay que avisar que “El escritor” es una película de corte clásico, con un ritmo narrativo diferente al del cine de evasión actual y con predominio de planos largos, con una cámara que se mueve suavemente y parece no estar ahí (al contrario que el tono “verité” de muchas películas de moda) y con un destacado trabajo de puesta en escena más que de montaje. Estos detalles me parecen importantes porque son marca de estilo y porque alejan esta película de lo que estamos acostumbrados hoy en día.
Evidentemente el planteamiento de la película condiciona su contenido, que es ante todo una propuesta de cine de intriga y suspense muy en la línea de Hitchock (hay varias escenas a mi juicio magníficas en las que el protagonista se mueve con un coche que me han recordado a “Vértigo” y desde luego la banda sonora de Alexandre Desplat y el clima de la película recuerdan al maestro británico por el que Polanski se nota que siente admiración a juzgar por otros títulos suyos como “Frenético” o “La novena puerta”).
La película a grosso modo trata sobre un “negro” (ya sabéis, aquel escritor que escribe las memorias de una figura pública) que es contratado por un primer ministro británico (que recuerda sospechosamente a Tony Blair) para que escriba su vida después de que su negro anterior haya sido encontrado muerto.
Lógicamente sabes desde el mismo comienzo que tiene ante tí una película de intriga e intuyes que el personaje del escritor (Ewan McGregor) lo va a pasar mal, así que desde el principio Polanski juega con ello y recurre a un clima y una atmósfera de intriga que son probablemente lo mejor de la película y que tienen su mérito porque demuestran su extraordinario dominio de la puesta en escena para conseguir el efecto deseado. No obstante, la película tarda muchísimo en arrancar y la primera hora es lenta y te mantiene al acecho de cualquier pista que haga avanzar el argumento sin que realmente éste avance demasiado, lo cual va a ser una losa para un gran número de espectadores y una trampa del director que se vuelve contra él porque le quita fuerza al relato e interés a los personajes.
Avanzada la película sí se produce un giro que te reengancha de nuevo, cuando el escritor por fin decide actuar y empieza a investigar por su cuenta (a modo de curiosidad decir que esta película me ha recordado argumentalmente en varias cosas a “Hierro”, de estreno reciente y protagonizada por Elena Anaya o incluso, de manera más vaga a “Shutter Island” de Scorsesse). En ese momento Polanski da lo mejor de sí y entras en una apasionante historia de intriga política en la que vas atando cabos lentamente hasta que el puzzle queda completo en un fascinante final en el que quedan al descubierto tejemanejes que todos sabemos que deben existir aunque nunca se nos revelan a la gente de a pie (¡¡¡¡qué bien le habría salido por cierto “Eyes wide shut” a Polanski!!!!) y que está resuelta de manera admirable usando con maestría la cámara, componiendo magníficas tomas, planos secuencia de una gran calidad y aprovechando todas las posibilidades de un formato panorámico que te mete literalmente en los escenarios en los que suceden los acontecimientos y que dan a cada imagen una extraordinaria profundidad, que va a ser crucial en la resolución argumental (ya descubriréis por qué si la veis).
Y como colofón, Polanski nos regala un final de esos de manual de cine primero siguiendo un papel con su cámara, realizando un brillante travelling y después con el efecto contrario, usando la cámara fija, para concluir con un brillante fuera de campo muy efectivo y que te deja pensando sobre lo que has visto mientras la verdad vuela con un golpe de viento.
En definitiva, una película interesante y muy trabajada que sin duda gustará más a quienes les guste un cine más trabajado, con mayores pretensiones artísticas, pero que puede gustar también a quien le interesen las intrigas políticas y los climas de suspense.