sábado, 7 de febrero de 2009

"El curioso caso de Benjamin Button" (David Fincher, 2008)

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Título original: The Curious Case of Benjamin Button
Dirección: David Fincher
País: Estados Unidos
Año: 2008
Duración: 159 min.
Género: Fantástico
Reparto: Brad Pitt, Cate Blanchett, Tilda Swinton, Elle Fanning, Elias Koteas, Jason Flemyng, Julia Ormond, Taraji P. Henson, Josh Stewart, Faune A. Chambers
Guión: Robin Swicord, Eric Roth
Distribuidora: Warner Bros. Pictures
Productora: Warner Bros. Pictures, The Kennedy/Marshall Company, Paramount Pictures
Cásting: Laray Mayfield
Dirección artística: Kelly Curley, Randy Moore, Tom Reta
Diseño de Producción: Donald Graham Burt
Fotografía: Claudio Miranda
Montaje: Angus Wall, Kirk Baxter
Música: Alexandre Desplat
Productor: Cean Chaffin, Frank Marshall, Kathleen Kennedy
Productor asociado: Jim Davidson
Vestuario: Jacqueline West


Que “El curioso caso de Benjamin Button” es una película especial y distinta es algo que se aprecia desde el primer fotograma, que deja huella es indudable y que no deja indiferente también, ahora bien, las sensaciones que provoca pienso que van a ser dispares y a la hora de escribir sobre ella a mí se me ocurren en principio una reflexión y un consejo.

La reflexión parte del hecho de que ésta película, como muchas otras que también son “distintas”, te obliga a pensar a quién se la vas a recomendar para hacerlo con o sin reservas. Muchas veces pienso que igual que hay o había calificación de películas para mayores de X años debería haber recomendaciones de películas según edades, aunque eso no les interesa a los distribuidores claro, porque reducirían potencialmente las posibilidades de taquilla y por supuesto porque es difícil generalizar sin caer en el error. Yo, pese a todo, voy a arriesgarme a decir que esta película le va a gustar a mucha gente, pero que sólo le va a parecer magnífica a un sector del público pareciéndole al resto lenta y larga (y no es larga sólo por su duración).

El consejo viene a cuento de lo predispuestos que vamos siempre como espectadores cuando toda la publicidad de una película sólo habla maravillas de ella para sacarle punta al más mínimo fallo. Evidentemente “El curioso caso de Benjamín Button” despierta una curiosidad extraordinaria tras la excelente cosecha de trece nominaciones en los óscars y después de lo que se ha ido diciendo de ella. Mi consejo no obstante es que no se vaya a ver como el no va más de este año porque no lo es. Para mi gusto es una gran película, pero no es la película perfecta ni es una película fácil de digerir y la verdad es que toda la publicidad que se está haciendo de ella le va a perjudicar.

El director David Fincher (“Seven”, “Alien 3”, “The game”, “El club de la lucha”, “La habitación del pánico”, “Zodiac”) opta en esta película por una atmósfera plácida, melancólica y amable y envuelve a la historia con un halo fantástico de cuento potenciado por la extraordinaria fotografía crepuscular de Claudio Miranda y la banda sonora de Alexandre Desplat. Se me ocurrió en varios momentos que a Tim Burton (“Eduardo manostijeras”) y Jean Pierre Jeunet (“Amelie”) hubieran estado encantados filmando esta historia y lo hubieran hecho también francamente bien (la sucesión de casualidades que provocan un accidente encantará seguro al director francés porque parece un homenaje a su cine). Por ello mismo los sucesos que se relatan transcurren narrados por una hija (Julia Ormond) a su madre (Cate Blanchet) en su lecho de muerte en el hospital a partir de un diario que viene a causar en realidad el mismo efecto que un cuento en nosotros.

En realidad toda la película se caracteriza por una atmósfera de una cierta irrealidad más lírica y poética que otra cosa, los sucesos fluyen con cierta parsimonia y los acontecimientos se suceden centrándose más en los efectos anímicos de los personajes que en acciones concretas y por eso mismo es una película que crispará los nervios de quienes busquen otro tipo de cine. Esto le permite por su parte a Fincher lanzarse a una filmación contemplativa en la que abundan primeros planos de los personajes y escenas de una bella calma serena y tranquila (magníficas casi todas las que muestran el momento en que confluyen los intereses de Benjamín y Daisy y su amor se encuentra justo en el medio). De hecho la dicción del propio Benjamín Button se caracteriza siempre por la mesura, como haciendo propio un convencimiento que es una de las moralejas de esta película-cuento: “Puedes encabritarte como un caballo desbocado, puedes gritar y protestar, pero ante la vida sólo puedes resignarte”.

Pienso que lo mejor de esta película y del argumento que ha hecho Eric Roth a partir del relato de F. Scott Fitgerald es que genera multitud de reflexiones sobre la vida y la muerte, el destino, el amor y el tiempo y lo hace a partir de una puesta en escena fascinante, irrepetible, distinta a cualquier otra película. Cuando unas líneas más arriba me he referido a que esta película no es la película perfecta sólo lo he hecho pensando en que como tal deberíamos considerar a una que gustase a todo el mundo y no es el caso; pero si cambiamos el criterio y consideramos como tal a aquella película que logra exactamente lo que pretende ésta lo es. David Fincher ha llegado a un punto como cineasta en el que la forma en que “cuenta” sus argumentos podría decirse que es perfecta. Ya lo fue con “Zodiac” y no lo fue menos con sus películas anteriores. Sin duda estamos ante uno de los genios del cine moderno y eso es algo que casi todos intuimos desde que filmó “Seven”.

Me gustaría detenerme algo más en la puesta en escena y para ello voy a aludir a varios momentos que me parecen irrepetibles: lo es todo el comienzo de la película, cuya primera media hora me parece que es fascinante de principio a fin con escenas antológicas como la de Thomas Button corriendo con Benjamín en sus brazos por las calles (es imposible colocar mejor la cámara y diseñar mejor una filmación); me parece irrepetible el fragmento en que se relata la sucesión de casualidades que demuestran como el destino a veces es caprichoso; son hermosísimas todas y cada una de las escenas de amor (y no me refiero sólo a las obvias, sino también a las paterno-filiales o a las que derivan de la amistad) y en ello tienen mucha culpa los actores que están todos magníficos; me resulta fascinante el momento en que Benjamín se dedica a viajar por la India buscándose a sí mismo y sus límites y me parece emocionante por cómo está contado todo el tramo final. Por así decirlo David Fincher ha estado en esta película en un auténtico estado de gracia y le ha salido todo. Sólo voy a reconocer un cierto descenso de interés a mitad de película, pero probablemente en su intento de transformar su historia en una “película río” tan grande como la vida misma, a Fincher se le ha ido un poquito el metraje. No me parece un error grave porque de hecho permite contrastar los sucesos del montacargas y en Rusia (menos apasionantes que el resto para mi gusto) con los que sí nos llegan con una mayor carga emotiva.

Los actores en esta película están, como no, magníficos, Cate Blanchett (Daisy, ¡¡¡qué actriz tan maravillosa!!!), Tilda Swinton (Elizabeth Abbott), Taraji P. Henson (Queenie), Julia Ormond (Caroline), Jason Flemyng (Thomas Button), Elias Koteas (Gateau) y, como no, Brad Pitt, que digámoslo claro, es un actor maravilloso y da lo mismo que digan que el maquillaje y los efectos especiales hacen mucho en esta película, él también está sensacional en un papel contenido que contrasta por ejemplo con otros como el de “Doce monos” o el graciosísimo este año de “Quemar antes de leer”. Las actuaciones unidas a la sensibilidad que desborda Fincher con su filmación y a la melancolía que desprende la historia consiguen que el argumento nos emocione de la manera más complicada, sin momentos especialmente intensos y desgarradores, sino con el mero fluir de las vidas de los personajes, de una manera plácida y pausada.

La clave para disfrutar al máximo de esta película reside realmente en todo esto, en la capacidad que tengamos cada uno de nosotros de sacarle todo su jugo a una historia narrada como un cuento lírico, como un poema melancólico de tono existencial. Es cierto que no se hace mucho cine de este tipo y que nuestras vidas son demasiado rápidas para detenernos tanto como nos obliga esta película, pero quienes sí sepan hacerlo se irán a sus casas con un maremágnum de imágenes, sensaciones y reflexiones para el recuerdo y sobre las que meditar. En apenas un día la valoración y el poso de “El curioso caso de Benjamín Button” está creciendo en mi interior como no había hecho ninguna película desde hacía muchísimo tiempo y estoy convencido que no la he visto en el mejor momento para disfrutarla en toda su intensidad.

Por favor, si la queréis ver disfrutadla en pantalla grande y dejando el estrés diario en la puerta del cine. Esta película requiere ensimismarse, meterse en uno mismo y abstraerse de todo. David Fincher nos ha regalado una película para siempre.