Guión: Achero Mañas.
País: España.
Duración: 101 min.
Género: Drama.
Reparto: Juan Diego Botto (Leo), José Luis Gómez (Alex), Najwa Nimri (Marta), Ana Risueño (Alicia), Lucía Fernández (Dafne), Pedro Alonso (Pedro), Ana Wagener, Alberto Jiménez, Paloma Lorena. Producción: Achero Mañas y Joaquín Velasco. Música: Leiva.
Fotografía: David Omedes.
Montaje: José Manuel Jiménez.
Dirección artística: Antón Laguna.
Vestuario: Cristina Rodríguez.
Distribuidora: Wanda Visión.
Estreno en España: 10 Septiembre 2010.
No recomendada para menores de 7 años.
Achero Mañas, al que conocimos primero como actor en películas como “1492” (1992), “Dispara” (1993), “Así en el cielo como en la tierra” (1995), “El rey del río” (1995) o “La ley de la frontera” (1995) de pronto se pasó un día al otro lado de la cámara y firmó nada menos que “El bola”, película que en el año 2000 ganó cuatro Goyas entre los que estaba el de mejor película, director y guión (tres responsabilidades suyas además). Además “El bola” ganó el premio a mejor guión en Sundance y se descubrió al entonces aún niño Juan José Ballesta.
Después de aquello Achero Mañas sólo ha hecho dos películas, “Noviembre” y la que nos ocupa, pero yo diría que ambas son dos propuestas atípicas interesantes esencialmente por ello. La primera penetraba en el mundo de los actores de teatro que convierten su “vida en sueño” y hacen de sus anhelos interpretativos el cogollo de sus propias vidas. Ésta cuenta una historia que penetra en el mundo de los sentimientos entre padres e hijos y resulta también una obra atípica por cuanto el quiz del argumento exige a Juan Diego Botto (Leo) que se convierta en la “mamá” de su pequeña hija de cuatro años (Dafne).
Como sucede con las tres películas de Mañas contar de qué tratan puede hacerse en tres líneas, pero lo importante no es la historia sino lo que les sucede a los personajes, lo que viven y sienten. Es una película de emotividades, de cambios, de evolución personal, de autosuperación, metamorfosis inasibles y no sólo sucesos. Por supuesto no es una película de acción, es una película de diálogos y más que de ellos de miradas y gestos (dominan los primeros planos debido a ello).
Como sucedía con “Noviembre” Achero Mañas penetra en terrenos argumentales pantanosos, quizás tratando de hacer un cine especial, arriesgado, comprometido en cierto modo con un tipo de público que quiere que le cuenten historias personales con un plus de originalidad. Lo que vemos en esta película, pretendiendo ser diferente raya lo insólito y casi convierte lo real en fantástico (a causa de una pérdida una niña cree que su padre es su madre y su padre, abogado con prejuicios, deja de tenerlos de sopetón para contentar a su hija) y sólo es creíble y asumible a partir de la premisa de que un intenso dolor y sufrimiento (ese con el que arranca el meollo) lo puede hacer posible.
Sin embargo no es una película dramática sino que trota suavemente entre lo dramático y lo cómico, penetrando en parecidos recovecos anímicos en los que un actor triste puede convertirse en payaso alegre para contentar a su público (no me parece casual el personaje tragicómico del transformista Álex, magnífico y enternecedor José Luis Gómez, el alma de la película).
Pienso que sin los actores protagonistas esta película no hubiera sido posible o hubiera perdido gran parte de su atractivo e incluyo a la niña (Lucía Fernández), cuya carita de porcelana y aire de inocencia es la única razón palpable que nos ofrece Achero Mañas por la que un padre a punto de perder el equilibrio anímico asume que lo mejor para su hija es hacer lo que hace al margen de todo sentido común y de su propia escala de valores. Se nos pide mucho, a más de uno le va a chirriar.
La película también es atípica por su factura, por esos primeros planos constantes y porque cámara, iluminación, puesta en escena se nublan creando una atmósfera tristona que le va bien al punto de vista del padre, que es desde el que se nos cuenta todo (véase que en realidad todo gira en torno a Leo y quizás no era el único punto de vista interesante).
Sin duda la película conmueve, te llega, te emociona, pero una vez vista tienes la sensación de que en cierto modo es previsible y que el mejor caldo de cultivo argumental se ha quedado en eso, en intenciones no desarrolladas, en varios temas simplemente apuntados pero no desarrollados: lo psicológico (los porqués del comportamiento de la niña o la reacción del padre), lo escolar (las consecuencias en el colegio), lo laboral (como afecta todo en el trabajo de Leo), lo romántico (la relación de Leo con Marta) o lo social (las implicaciones de la amistad que surge entre Leo y Álex y cómo afecta esto al resto de relaciones personales de Leo).
A pesar de que resulta previsible y sus intenciones son mejores que su acabado final, una recomendable historia de sentimientos instalada en el territorio de la ternura de inicio a fin.
La opinión de OTI RODRIGUEZ MARCHANTE aquí
MIS ESCENAS FAVORITAS ¡¡¡NO LEER, CONTIENE SPOILERS!!!!
- Los títulos de crédito iniciales son sorprendentes con una sucesión de fotos de hombres que travestidos parecen ganar luminosidad en sus rostros aunque a fin de cuentas es un motivo que despista un poco respecto al asunto central de la película.
- La ocurrencia de la “mamá postiza” de la niña
- La muerte en los columpios, un momento de cruda dureza.
- Un Leo sin rumbo llama “Alicia” en la cama a Marta y ésta le pide que no lo haga con toda la sensibilidad de que es capaz y tragándose sus propios sentimientos por él.
- Dos escenas contrapuestas: el momento en que Leo se siente asaltado por Álex en el local de variedad y le llama “¡Maricón de mierda!” y la escena del restaurante en la que le pide perdón.
- Totalmente desesperado Álex rogándole a su hija: “Es importante que me digas que soy papá”.
- El final, cuando la niña le pide que vuelva papá.
Después de aquello Achero Mañas sólo ha hecho dos películas, “Noviembre” y la que nos ocupa, pero yo diría que ambas son dos propuestas atípicas interesantes esencialmente por ello. La primera penetraba en el mundo de los actores de teatro que convierten su “vida en sueño” y hacen de sus anhelos interpretativos el cogollo de sus propias vidas. Ésta cuenta una historia que penetra en el mundo de los sentimientos entre padres e hijos y resulta también una obra atípica por cuanto el quiz del argumento exige a Juan Diego Botto (Leo) que se convierta en la “mamá” de su pequeña hija de cuatro años (Dafne).
Como sucede con las tres películas de Mañas contar de qué tratan puede hacerse en tres líneas, pero lo importante no es la historia sino lo que les sucede a los personajes, lo que viven y sienten. Es una película de emotividades, de cambios, de evolución personal, de autosuperación, metamorfosis inasibles y no sólo sucesos. Por supuesto no es una película de acción, es una película de diálogos y más que de ellos de miradas y gestos (dominan los primeros planos debido a ello).
Como sucedía con “Noviembre” Achero Mañas penetra en terrenos argumentales pantanosos, quizás tratando de hacer un cine especial, arriesgado, comprometido en cierto modo con un tipo de público que quiere que le cuenten historias personales con un plus de originalidad. Lo que vemos en esta película, pretendiendo ser diferente raya lo insólito y casi convierte lo real en fantástico (a causa de una pérdida una niña cree que su padre es su madre y su padre, abogado con prejuicios, deja de tenerlos de sopetón para contentar a su hija) y sólo es creíble y asumible a partir de la premisa de que un intenso dolor y sufrimiento (ese con el que arranca el meollo) lo puede hacer posible.
Sin embargo no es una película dramática sino que trota suavemente entre lo dramático y lo cómico, penetrando en parecidos recovecos anímicos en los que un actor triste puede convertirse en payaso alegre para contentar a su público (no me parece casual el personaje tragicómico del transformista Álex, magnífico y enternecedor José Luis Gómez, el alma de la película).
Pienso que sin los actores protagonistas esta película no hubiera sido posible o hubiera perdido gran parte de su atractivo e incluyo a la niña (Lucía Fernández), cuya carita de porcelana y aire de inocencia es la única razón palpable que nos ofrece Achero Mañas por la que un padre a punto de perder el equilibrio anímico asume que lo mejor para su hija es hacer lo que hace al margen de todo sentido común y de su propia escala de valores. Se nos pide mucho, a más de uno le va a chirriar.
La película también es atípica por su factura, por esos primeros planos constantes y porque cámara, iluminación, puesta en escena se nublan creando una atmósfera tristona que le va bien al punto de vista del padre, que es desde el que se nos cuenta todo (véase que en realidad todo gira en torno a Leo y quizás no era el único punto de vista interesante).
Sin duda la película conmueve, te llega, te emociona, pero una vez vista tienes la sensación de que en cierto modo es previsible y que el mejor caldo de cultivo argumental se ha quedado en eso, en intenciones no desarrolladas, en varios temas simplemente apuntados pero no desarrollados: lo psicológico (los porqués del comportamiento de la niña o la reacción del padre), lo escolar (las consecuencias en el colegio), lo laboral (como afecta todo en el trabajo de Leo), lo romántico (la relación de Leo con Marta) o lo social (las implicaciones de la amistad que surge entre Leo y Álex y cómo afecta esto al resto de relaciones personales de Leo).
A pesar de que resulta previsible y sus intenciones son mejores que su acabado final, una recomendable historia de sentimientos instalada en el territorio de la ternura de inicio a fin.
La opinión de OTI RODRIGUEZ MARCHANTE aquí
MIS ESCENAS FAVORITAS ¡¡¡NO LEER, CONTIENE SPOILERS!!!!
- Los títulos de crédito iniciales son sorprendentes con una sucesión de fotos de hombres que travestidos parecen ganar luminosidad en sus rostros aunque a fin de cuentas es un motivo que despista un poco respecto al asunto central de la película.
- La ocurrencia de la “mamá postiza” de la niña
- La muerte en los columpios, un momento de cruda dureza.
- Un Leo sin rumbo llama “Alicia” en la cama a Marta y ésta le pide que no lo haga con toda la sensibilidad de que es capaz y tragándose sus propios sentimientos por él.
- Dos escenas contrapuestas: el momento en que Leo se siente asaltado por Álex en el local de variedad y le llama “¡Maricón de mierda!” y la escena del restaurante en la que le pide perdón.
- Totalmente desesperado Álex rogándole a su hija: “Es importante que me digas que soy papá”.
- El final, cuando la niña le pide que vuelva papá.