martes, 15 de abril de 2014

“El gran hotel Budapest” (Wes Anderson, 2014)


Comedia con halo de cuento decimonónico, tono naif y pintoresco y un humor cercano al cartoon animado y al absurdo que dividirá al público porque a su director o lo reverencias o no lo soportas, no hay término medio.

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Título original: The grand Budapest hotel.
País: USA.
Duración: 100 min.
Género: Comedia.
Reparto: Ralph Fiennes (M. Gustave), F. Murray Abraham (Mr. Moustafa), Mathieu Amalric (Serge X.), Adrien Brody (Dmitri), Willem Dafoe (Jopling), Jeff Goldblum (asesor legal Kovacs), Harvey Keitel (Ludwig), Jude Law (joven escritor), Bill Murray (M. Ivan), Edward Norton (Henckels),  Saoirse Ronan (Agatha), Jason Schwartzman (M. Jean), Léa Seydoux (Clotilde), Owen Wilson (M. Chuck), Tilda Swinton (Madame D.), Tom Wilkinson (escritor), Tony Revolori (Zero).
Guion: Wes Anderson; basado en un argumento de Wes Anderson y Hugo Guinness. Producción: Wes Anderson, Scott Rudin, Steven Rales y Jeremy Dawson.
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Robert Yeoman.
Montaje: Barney Pilling.
Diseño de producción: Adam Stockhausen.
Vestuario: Milena Canonero.
Distribuidora: Hispano Foxfilm.
Estreno en España: 21 Marzo 2014.

 Sólo con el trailer alguien no familiarizado con el cine de Wes Anderson ya puede hacerse una idea de lo que va a ver. Yo la recomendaría a quien disfrute con ese sentido del humor juguetón y desmitificado.


 


Comentando entre amigos esta película el otro día uno de ellos preguntó algo tan simple como de qué iba “El gran hotel Budapest”. En ese momento me di cuenta que es difícil explicarlo no ya sólo en este caso sino con todas las películas de Wes Anderson porque lo importante de ellas no sólo es lo que cuenta sino cómo lo cuenta.

Hay una historia eso sí, contada con flashback y troceada con más flashbacks, con dos personajes protagonistas y varias subtramas, pero realmente el protagonista de lo que se cuenta es el hotel Budapest y los protagonistas de cómo se cuenta son lo excéntrico y lo pintoresco porque esta película adquiere casi forma de cuento naif y queda impregnada por un fino sentido del humor que la hace hilarante por sí misma, por su mera construcción y puesta en escena. A estas alturas cualquiera intuirá ya que no estamos ante un relato al uso sino todo lo contrario y en eso radica la gracia.

Gracia relativa porque habrá a quienes el argumento y sus golpes de efecto, guiños y jugueteos les dejará completamente indiferentes. Gracia hará en cambio a los que entiendan que el director no se toma demasiado en serio a sí mismo ni a sus personajes, a quienes amen el humor absurdo y la sonrisa fácil que deriva del slapstick y los cartoons a los que gusta imitar y quienes sepan ver detrás de lo que se cuenta una crítica mordaz a ciertos comportamientos sociales y una completa adoración por la bondad per se y eso tan sano que es tomarse la vida menos en serio de lo que se merecen los dramas.




Wes Anderson ha ido perfeccionando y puliendo un estilo propio y una forma de rodar completamente personal e intransferible y podemos asegurar que esta película sólo podría haberlo hecho él porque contiene su impronta, su estilo, sus recursos favoritos, su tono desenfadado y divertido...ese que ha contribuido a asentar una filmografía inclasificable y muy personal trufada por grandes títulos como “Los Tenembaums” o esa absoluta delicia que es “Fantástico Mr. Fox”, que para mi gusto sigue siendo hasta la fecha su mejor película.

“El gran hotel Budapest” toma prestados hallazgos de sus películas anteriores (juegos con la cámara y el montaje, decorados muy elaborados, cierto tratamiento de personajes excéntricos y peculiares, situaciones absurdas...) y adopta nuevas formas y  apariencia de cuento de época, situándose en un imaginario escenario centroeuropeo de los años 30’s en el que el Señor Gustave, un tipo de modales y dicción exquisita pero extrañas costumbres (lo de que le gusten las mujeres mayores me hizo mucha gracia), conserje del opulento  hotel del título hace migas con un mozo de puerta de origen hindú llamado Zero Mustafa con el que vive una fascinante aventura relacionada con una herencia (¡Ojo!, ellos son los protagonistas pero el reparto es absolutamente monumental, comprobadlo detenidamente en el cartel)

Podríamos decir que el argumento es un auténtico despropósito  y por eso gustará a unos y dejará perplejos a otros, pero no hay que tomarse la película como una tomadura de pelo sino como un divertimento naif y desenfadado, casi como haríamos con un corto de Bugs Bunny, el Pato Lucas o la pantera rosa.



Hay en cualquier caso, a parte de toda la puesta en escena que a mí personalmente me fascina por imaginativa, diferente y exuberante en su colorista viaje al pasado, un tono amable y emotivo que emana de los protagonistas y que a mí particularmente me parece muy emotivo. La banda sonora de Alexander Desplat, magnífica por cierto, también ayuda mucho para conseguir que personajes e historia nos enternezcan y una vez vista la sensación con la que sales del cine es una cierta alegría serena y plácida tamizada por un cierto poso melancólico.

Entiendo que no puedo recomendarla a todo el mundo y que no a todo el mundo le hará gracia no la percibirá de ese modo, pero para quien lo haga le garantizo que disfrutará de una de sus películas favoritas del año. Y estoy convencido que gana con segundos y sucesivos visionados.