lunes, 29 de septiembre de 2008

"Los girasoles ciegos" (José Luis Cuerda, 2008)

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Dirección: José Luis Cuerda.
País: España.
Año: 2008.
Duración: 98 min.
Género: Drama.
Interpretación: Maribel Verdú (Elena), Javier Cámara (Ricardo), Raúl Arévalo (Salvador), Roger Princep (Lorenzo), Irene Escolar (Elenita), Martín Rivas (Lalo), José Ángel Egido (rector).
Guión: Rafael Azcona y José Luis Cuerda; basado en la novela de Alberto Méndez.
Producción: Fernando Bovaira, José Luis Cuerda y Emiliano Otegui.
Música: Lucio Godoy.
Fotografía: Hans Burmann.
Montaje: Nacho Ruiz Capillas.
Dirección artística: Balter Gallart.
Vestuario: Sonia Grande.



Con su elección por la Academia Española del Cine como película candidata a los óscars que se entregarán en el 2009, “Los girasoles ciegos” (por cierto, magnífico título por lo que significa y expresa metafóricamente) se ha convertido en una de las películas más comentadas en estos momentos.

José Luis Cuerda, su director, no sé si por convencimiento propio o por darle un empujón a la película para que la gente vaya a verla ha dicho de ella que era su mejor película. No sé, es cuestión de gustos, pero yo no diría tanto porque es difícil superar “El bosque animado” y “amaneces que no es poco” y “La lengua de las mariposas” me parecen dos películas que estarían al mismo nivel si no por encima.

En cualquier caso y dada la producción actual del cine español sí habría que destacar que “Los girasoles ciegos” parece ser el estreno hispano más destacado de los últimos meses y que, con casi toda probabilidad, acaparará diversas nominaciones en los próximos Goyas. En cuanto a la candidatura a mejor película de habla no inglesa en los óscars creo que no la conseguirá (ojalá me equivoque) y no sólo porque el argumento gira en torno a una problemática que ya es historia y que poco va a interesar a quienes escogen los finalistas, sino porque supongo que terminará habiendo candidatos mejores y esto lo comento sin desmerecer el trabajo de Cuerda, que me parece bueno.

Para quien no lo sepa y sin destripar el argumento decir que la película trata sobre Ricardo, un padre de familia, que debe ocultarse en su casa a causa de sus ideas tras la guerra civil. Ricardo es Javier Cámara, su mujer es Maribel Verdú y el peligro de ambos está representado por la figura del diácono Salvador, representado por Raúl Arévalo. Lo tres son el plato fuerte de la función ya que logran un gran trabajo de interpretación y consiguen que la película sea intensa y dramática sin que los sucesos lo sean durante casi todo el metraje.

Creo que ésta es la mejor virtud de “Los girasoles ciegos”, los silencios, las miradas, los gestos...porque en muchas ocasiones sin decir nada se dice todo. En este sentido pienso que la actuación de Maribel Verdú es fantástica, una vez más, muy en la línea de ese magnífico personaje que también bordó en “El laberinto del fauno”, con la que esta película tiene algún punto en común, al menos en la temática que no en el planteamiento (en esta ocasión hiperrealista) ni en su exposición (en aquella era intensamente dramática y en este caso es sutilmente triste). Podrían decirse calificativos semejantes de Raúl Arévalo que hace escalofriantemente creíble un personaje al que llegamos a comprender, aunque nunca se nos hace simpático y termina por resultar odioso o de José Ángel Egido que está inmenso en su papel de sacerdote cada vez que aparece. En definitiva, es una película de actores porque es una película basada en diálogos y escenas de interior, con un planteamiento muy próximo al teatro aunque en realidad se basa en la novela homónima de Alberto Méndez que consiguió el Premio Nacional de Literatura y el Premio de la Crítica en 2005.

Dándole vueltas a esta película creo que la palabra que la define es sutileza. Creo que José Luis Cuerda ha querido huir del sentimentalismo facilón que por ejemplo sí encontrábamos en “La lengua de las mariposas” y ha tratado de conseguir conmovernos de otra manera, exponiendo unos hechos y situaciones que por sí son conmovedores sin buscar la escena lacrimógena ni recrearse en lo dramático. Con ello el espectador se enfrenta a los hechos de un modo podríamos decir que “realista”, conociendo los sucesos conforme van ocurriendo y topándose con el drama cuando ocurre, de manera impactante y fugaz, pero en ningún momento Cuerda se recrea en el dolor de los personajes. Sólo así se entiende el episodio de la hija del matrimonio, que escapa hacia Portugal y de la que poco más se sabe, simplemente lo justo para conocer su desenlace.

Las conclusiones y moralejas las debe sacar cada cual. Todos los espectadores asisten a una serie de situaciones con una presentación, nudo y desenlace y cada cual debe pensar en lo que ha visto. Todo es sutil y se nota un especial cuidado en hacer comprensibles todas las posturas y a todos los personajes. En el fondo todos son víctimas de una situación, de una educación, de un momento concreto. Incluso el diácono actúa en función de unas directrices de comportamiento que para él son lógicas, aunque nosotros sabemos que las ha llevado a un extremo a causa de sus debilidades.

En efecto, José Luis Cuerda, ha hecho una de sus mejores películas, que puede ser mejor o peor recibida y gustará más o menos en función de gustos personales (ya digo que por ejemplo “El bosque animado” me parece superior) pero lo que sí está claro es que es perfecta en su planteamiento y en su simplicidad porque cuenta muchas cosas sin ser explícita y acierta a exponer lo que pretende y de la manera en que se quiere exponer. Si valoramos el resultado de una película en función de lo que el director ha querido conseguir con ella esta película es redonda. Otra cosa es ya lo que le parece a cada cual, como le llega y si le gusta más o menos. A mí me parece una buena película aunque mis títulos favoritos sean otros y de otro estilo.
Por cierto, este trabajo fue el último guión del guionista más grande que hasta ahora ha tenido el cines español, Rafael Azcona. A él se le dedica esta película. Descanse en paz