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Título original: Frost/Nixon
País: Estados Unidos
Año: 2008
Duración: 122 min.
Género: Drama político
Reparto: Frank Langella, Michael Sheen, Rebecca Hall, Toby Jones, Matthew MacFadyen, Kevin Bacon, Oliver Platt, Sam Rockwell
Guión: Peter Morgan
Distribuidora: Universal International Pictures
Productora: Working Title Films, Studio Canal, Imagine Entertainment, Relativity Media
Cásting: Jane Jenkins, Janet Hirshenson
Decorados: Susan Benjamin
Dirección artística: Brian O'Hara, Gregory Van Horn
Diseño de Producción: Michael Corenblith
Fotografía: Salvatore Totino
Montaje: Daniel P. Hanley, Mike Hill
Música: Hans Zimmer
Productor: Brian Grazer, Eric Fellner, Ron Howard, Tim Bevan
Productor asociado: Kathleen McGill, Louisa Velis, William M. Connor
Productor ejecutivo: Peter Morgan, Todd Hallowell
Vestuario: Daniel Orlandi
Es curioso pero Ron Howard ha terminado haciendo la película que seguramente hubiera querido hacer Oliver Stone sobre Richard Nixon y que no consiguió hacer allá por 1995 (su título era “Nixon”) protagonizada por Anthony Hopkins, que pecó a mi gusto de farragosa y carente de la capacidad que sí tiene ésta de enganchar con el espectador.
Sin duda y a pesar de resbalones como “El código da Vinci” si algo caracteriza a Ron Howard es su capacidad para que sus películas lleguen al gran público y de ahí su destacada filmografía de títulos muchas veces menospreciados pero que han funcionado francamente bien en taquilla como “Cocoon”, “Willow”, “llamaradas”, “Un horizonte muy lejano”, “Apolo 13”, “Rescate”, “Cinderella man” y la oscarizada “Una mente maravillosa”.
En esta ocasión logra una de sus mejores películas porque sin perder esa cualidad suya de mantener el interés de principio a fin, con un ritmo ágil y apropiado, da un paso adelante y aborda un tema comprometido y lo hace desplegando un impresionante repertorio de esgrima verbal en forma de diálogos de la que también tiene mucha culpa el guionista Peter Morgan, responsable también del guión de la magnífica “The queen” con la que esta película guarda un cierto parentesco tanto porque se hace en ella un retrato político como por el cautivador poder sugestivo que tienen las escenas e las que se enfrentan los personajes.
Por así decirlo, Ron Howard, da un vuelco a su estilo y eso creo que es lo que más se ha valorado en esta ocasión. Ésta vez hace una exposición pseudorrealista de los hechos y a la vez que hace una magnífica recreación de época se centra en los personajes, reales, no lo olvidemos, y francamente bien desarrollados por todos y cada uno de los actores.
Es difícil de explicar pero esta película, basada sólo en diálogos y situaciones entre dos o más personajes, es tanto o más divertida (siempre para mi gusto) que una película de acción. En concreto, cada vez que Frank Langella entra en escena con su disfraz de Nixon hay miles de detalles a los que prestar atención: lo que dice, lo que no dice, lo que insinúa, lo que expresa, el requiebro que busca con cada palabra y su actuación me parece un acierto tan descomunal que yo le hubiera concedido este año el óscar a él y eso sin menospreciar a Sean Peen que es un actor grandísimo. Y esto no quita para valorar en su justa medida a Michael Sheen (David Frost) que también raya a gran nivel.
En definitiva una película altamente recomendable que fue justamente reconocida con cinco nominaciones a los óscars (película, director, actor, guión adaptado y montaje) aunque finalmente no ganó ninguno, lo cual no es un demérito si la valoramos al margen de si hay conseguido o no premios. De hecho, “Una menta maravillosa” sí ganó y particularmente nunca me pareció tan redonda.