domingo, 6 de diciembre de 2009

"La jauría humana" (Arthur Penn, 1966)

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Título original: The Chase
Guión: Lilliam Hellman
Producción: Horizon Picture
Productor: Sam Spiegel
Fotografía: Joseph La Shelle
Montaje: Gene Milford
Música original: John Barry
Intérpretes: Marlon Brando (Sheriff Calder), Jane Fonda (Anna Reeves), Robert Redford (Bubber Reeves), E. G. Marshall (Val Rogers), Angie Dickinson (Ruby Calder), Janice Rule (Emily Stewart), Miriam Hopkins (Señora Reeves), Martha Hyer (Mary Fuller), Richard Bradford (Damon Fuller), Robert Duvall (Edwin Stewart), James Fox (Jason Rogers "Jake"), Diana Hyland (Elizabeth Rogers), Henry Hull (Briggs), Jocelyn Brando (Señora Briggs), Katherine Walsh (Verna Dee), Lori Martin (Cutie), Marc Seaton (Paul), Paul Williams (Seymour), Clifton James (Lem)
Minutos: 135


Con la última son tres las veces que he visto "La jauría humana". Haciendo un ejercicio de nostalgia recuerdo que la primera vez fue en torno a 1988 en un formidable ciclo de una veintena de películas de Marlon Brando que emitió televisión española (¡¡¡qué grandes eran los ciclos que echaba TVE en los 80’s!!!). Las tres veces me ha parecido una grandiosa película y por su puesto la recomiendo efusivamente.

Es curioso comprobar que esta película supuso para su director, Arthur Penn, allá por 1966 un cierto fracaso, porque ni tuvo una buena acogida en taquilla ni un reconocimiento crítico importante, cosa que sí tuvieron por ejemplo su siguiente película, "Bonnie & Clyde"(1967) o "El milagro de Ana Sullivan" (1962), "El zurdo" (1958), "Pequeño gran hombre" (1970) y "La noche se mueve" (1975), también de su cosecha. Me parece cuando menos extraño porque la película tiene una gran fuerza y ha ido ganando peso con el tiempo y el recuerdo. Quiero pensar que quizás en 1966 su argumento tocaba demasiado de lleno en la llaga de una sociedad muy poco preparada aún para analizar sus propios defectos y hacer un verdadero examen de conciencia. Si por algo se caracteriza la película es por sacar a la luz las miserias de un pueblo en el que la única persona íntegra parece ser el sheriff Calder y el resto de los ciudadanos se nos hacen poco simpáticos porque todos tienen alguna conducta poco gratificante que ocultar aunque son los primeros que se prestan a lanzar la primera piedra contra Bub Reeves, un joven conciudadano interpretado por un jovencísimo Roberto Redford que ha escapado de prisión y está a punto de llegar a la localidad.

“La jauría humana” es sin duda una de mis películas favoritas de Brando y revisando los títulos de aquel 1966 me parece de los mejores sin que esto desmerezca a películas como “¿Quién teme a Virginia Wolf”, “Un hombre para la eternidad, “Grand Prix”, “Nacida libre”, “En bandeja de plata”, “Un hombre y una mujer”, “Callejón sin salida”, “Cortina rasgada”, el caso es que sólo el tiempo ha ido dejando a esta magnifica película en su lugar, lo que lleva a reflexionar sobre como las modas o las corrientes ideológicas de un momento pueden hacer que nuestra valoración se vea afectada.

Seguramente su tono directo y sórdido tuvieron un impacto mucho mayor hace cuarenta años, pero sin ser tan explícita como muchas películas de ahora, “La jauría humana” es un auténtico muestrario de las debilidades humanas: ambición, egoísmo, envidia, lujuria, adulterio, soberbia...Los habitantes del pueblo imaginario de Tarl (imaginario, pero situado en Texas) donde se sitúa la acción, actúan guiados por su propio interés y no se paran a reflexionar sobre su comportamiento, sólo quieren descargar sus frustraciones en los demás y en el caso concreto de la película en Bub, un recluso fugado cuyo regreso puede alterar sus vidas por diversas razones que se van desgranando en el argumento. Como dice el Shriff Caulder (magnífico Marlon Brando): “La mitad de la población está chiflada, sólo desean matar a alguien”.

El guión de Lilliam Hellman basado en la novela de Horton Foote es magnífico y va presentando personajes y situaciones de una manera minuciosa y efectiva para que el espectador vaya atando cabos sobre todas las relaciones de unos y otros y sus implicaciones. Tras varias escenas y diálogos uno se sorprende tomando posición junto al Sheriff y se va “indignando” por así decirlo ante el egoísmo reinante, ante el juego de apariencias que todos llevan a cabo y la triste realidad que se esconde tras esa fachada social. Arthur Penn consigue además el ritmo narrativo adecuado y las escenas precisas para que crezca el desasosiego en el espectador y en el momento del desenlace se sufra en propias carnes lo injusto que resulta todo lo que ocurre como pocas veces se ha visto en una película. Todos los conflictos sociales, laborales y sentimentales que están latentes en el pueblo donde suceden los hechos irrumpen con fuerza en una jornada festiva de sábado noche en la que el alcohol los hace fluir con más facilidad y en la que el drama estalla de manera imparable como un volcán en erupción.

Arthur Penn, un director con gran “garra” tras la cámara, consigue una película poderosa en ese sentido, que va de menos a más, que provoca un peculiar nerviosismo interno, que indigna, zarandea y te deja noqueado como espectador al comprobar lo indefensa que está la rectitud o la integridad ante una sociedad degradada. En este sentido resulta memorable el final cuando Calder circula con su coche por unas calles víctimas de los excesos de la noche anterior.

Resulta sorprende descubrir que una película tan efectiva en su planteamiento y concepción tuvo numerosos problemas de producción. El productor Sam Spiegel, uno de los más destacados de la época y el director Arthur Penn se quejaron de haber sufrido presiones por parte de la Columbia para modificar sus planteamientos iniciales y la guionista Lillian Hellman declaró que el guión final no se ajustaba a su idea.

En cualquier caso los problemas de filmación no se advierten en el resultado, que resulta magnífico en su conjunto y que no sólo es un prodigio narrativo y de puesta en escena sino también una película con un reparto y unas actuaciones que quitan el hipo encabezadas por un Marlon Brando extraordinario acompañado por unos no menos fascinantes Robert Redford, Jane Fonda, E. G. Marshall, Angie Dickinson, Robert Duvall o James Fox.

Es decir, una película magnífica y de visión altamente recomendable.